Luvina_94 / Primera vez

La mayor hazaña de los seres humanos es encontrarle sentido a la vida. Para ello tenemos un principio inamovible y proyectamos un final. Pero ese principio se vuelve un resonante inicio ante múltiples situaciones, y volvemos a empezar como en una espiral: nuestra vida se enfrenta a una incesante «primera vez ». Estamos ante una duración que nos interconecta y organiza los instantes decisivos, dando sentido al intervalo entre el tic del nacimiento y el tac de la muerte, como define el trascurso del tiempo humano Frank Kermode, en tanto que es una trama dotada de una forma.

Cuando ocurre esa «primera vez » , se vive una especie de estación significativa en la que se integran «nuestra percepción del presente, nuestro recuerdo del pasado y nuestra expectativa del futuro » . Y éste es el tiempo de la literatura: en tanto que es forma, cobra sentido y trascendencia.
     La realidad es laberíntica porque es compleja. El despliegue de cualquier vida humana se interna en un laberinto cuyo entramado es denso: el cometido es llegar al centro: lograr desatar su nudo enigmático en un hilo que por un lado tiene el abismo (la muerte) y por el otro el conocimiento, y por lo tanto, la persona es el héroe que combate por desanudar la realidad y darle coherencia. Dotar su inteligencia de esa fuerza camaleónica y dúctil de la ilusión, esa astucia y plasticidad que posee la imaginación y que permite que se abran las soluciones en el intrincado camino de la realidad plagada de contradicciones y de hallazgos asombrosos, aporta coherencia a esa «primera vez » . Encarar el misterio y, ante la conciencia que ofrece ese mismo misterio develado, conquistar el centro de la significación.
     Luvina publica en este número una serie de textos en los que florece la nitidez de la forma estética cristalizada en literatura. Pero también
—como entes autónomos— cada uno se plantea la manera de iniciar «por primera vez » y poseer la congruencia de haber empezado y vencido ese difícil abismo de la hoja en blanco, para continuar su desarrollo fiel a sí mismo y portando en su interior lo que le da la posiblidad de existencia: contener en sus profundidades esa latencia o pulso o vértigo de la contradicción continua de la vida.

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