Luvina_50 / El pulso de la ira

Luvina cumple 12 años de circular sin interrupción.
Al llegar al número 50 es oportuno hacer un nuevo balance. ¿Para qué publicar una revista literaria en este mundo globalizado y convulso? Ahora más que nunca el imperativo es dar forma a lo disperso para ofrecer a los lectores una especie de mapa que permita transitar por ciertas voces que se vuelven mundo y —dentro de la construcción de este espacio que es Luvina — aristas de una nueva realidad.
Entre nuestra vida y el vacío media el lenguaje, esa forma radical de imprimirle orden al caos mediante una organización que humaniza el tiempo. Luvina desde la literatura, le confiere sentido al paso de lo real a la ficción y de ésta a lo cotidiano.
Entre el desenfrenado curso de la historia y el yo recóndito de cada lector, Luvina se extiende a manera de puente: geometría ficticia donde se unen la aprehensión, la experiencia, la objetividad de las ideas y la aparición fenoménica de la ficción. Así, el cruce, el hilo, el paso, el intervalo, el vínculo, el contacto, la unión de lo uno y lo múltiple, de lo mismo y lo distinto, requieren de un espacio discreto e íntimo. A ello obedece el cambio de formato hacia un espacio más entrañable, donde la palabra recupere su sentido mediador original y su vocación analógica.
El tema de la violencia permea algunas páginas de este número, a través de plumas diversas y de gran calidad, para ofrecernos lecturas varias de un nudo inextricable: esa práctica tan contemporánea de vivir, cada vez más barbarizada y sin embargo tan antigua, que da cuenta de un comportamiento casi genético de la humanidad: sin violencia sería impensable la paz.

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