Luvina_66 / Imagen del mundo

El gigante Nembroth fue el fundador, después del diluvio, de la ciudad de Babilonia, en Mesopotamia… Tomó su nombre de la confusión de las lenguas, porque en ella se diversificaron y mezclaron las lenguas de los que construyeron la torre… Así describe lo «conocido y nombrado» hasta el siglo vi Isidoro de Sevilla en sus Etimologías, una de las empresas literarias más notables en la creación de una imagen del mundo. Siglos más adelante, Antonio de Nebrija elabora la primera gramática de la lengua castellana, que coincide con el descubrimiento de América. Y Colón basa su empresa en los intentos por trazar ese concepto, esa Imago Mundi que en el propio siglo xv intentaron esbozar en sus escritos el teólogo Pierre d’Ailly y, en sus mapas, el geógrafo florentino Paolo Toscanelli.

El mundo es siempre un más allá, con una parte hundida en el misterio. La imagen del mundo busca conceptualizar lo conocido, pero sobre todo volverlo lenguaje y, aún más, literatura, para transformarlo en una dimensión existencial. La gramática —dice George Steiner— es la organización articulada de la percepción, la reflexión y la experiencia; la estructura nerviosa de la consciencia cuando se comunica consigo misma y con otros (Gramáticas de la creación).

Luvina propone en este número diversas sintaxis potenciadas por la ficción, obras que ofrecen al lector una imago mundi, elaborada cada una con la gramática universal del asombro, logrando particulares revelaciones que hacen perdurar en la palabra un presente dinámico y generador que nos empuja hacia el futuro, hacia la parte oculta pero también hacia la esperanza. Hacia un tiempo donde se extienden la duración y la sintonía. Los creadores de estas imágenes del mundo van de la abstracción a la ejecución y logran el movimiento de la forma. De esta metamorfosis —esta manera de trasladar lo escrito en acción, y la acción en cosmos— nos da cuenta el guión del filme Fecha de caducidad, de Kenya Márquez, que aquí publicamos.

Por otra parte, Luvina rinde un homenaje a nuestro muy querido amigo Daniel Sada, fallecido recientemente. Creador de un nuevo futuro para las letras mexicanas.

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