Tres poemas sobre naturaleza

Claudia Hdez. de Valle-Arizpe

(Ciudad de México, 1963). Estos poemas se tomaron de su libro inédito Cuatro palabras.

I

Ha despertado el calor antes de tiempo Hace cincuenta años, en febrero, la mujer llegaba al embarcadero de la Laguna del Toro a las 5:00 de la mañana Sus pasos rompían la escarcha y del hielo ascendían vapores Se formaban pequeñas olas Con su cuerpo avanzaba, remo en mano, hasta alcanzar su kayak A la redonda, un silencio que rompían primeros pájaros, la miraba erizado

Ahora, en febrero, el calor respira a sólo 10 centímetros de profundidad Cada garza sobre el lodo es un milagro cercano a los criaderos de puercos, a cada nueva casa con sus varillas al cielo

Canales de agua por canales de lodo y concreto Canales de agua por canales de mierda Canales para remar aquel deporte con largas inhalaciones de aire puro por canales malolientes Y en lugar de estrellas, la luz robada

Diez de febrero y la mujer se destapa en la noche antes de dormirse Sueña con el invierno en Xochimilco, con el canal de Cuemanco de hace medio siglo Sus brazos hacia adelante y hacia atrás A cada lado, una columna de sauces tejiendo su enjambre

Frente a ella duerme de pie una garza blanca

II

Como fragmento de selva, la Costilla de Adán ha cubierto la ventana El nacimiento de cada hoja marca los días Luego de semanas ha vuelto el gato más ágil a cazar gorriones hambrientos Ahora —fantasmas azules que espían casas— hay dos cacomixtles También un nuevo estanque con carpas bajo la sombra del papayo El mundo es igual en todas partes

III

Cuando ya no resten flores en El Paraíso, viejos libros con láminas ilustrarán un poco el día y la noche: su alfabeto con tres tomos de rosas, dibujos de pequeñas aurículas con pétalos que reunidos forman orejas entre las piedras

lirios, bromelias, amarilis, esas flores con eles que al pronunciarse brotan senderos Lagunas donde duermen lotos que despiertan frente a templos de hace siglos

jacintos, iris, tulipanes de ascendencia turca

alhelís, geranios, hongos que dejaron sus ojos, su advertencia de un registro sin premoniciones

rosas de Bengala, piensa la mujer, rosas de Redouté, rosas borrándose en las manos

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