Poemas / José Luis Vera

 

 Soledad

Mirando pintura china
                (por internet)
una brisa larga
abre surcos en los mosaicos de la cocina,
              se planta como fantasma de las cinco de la tarde
urgando en la naríz y la boca

Bajo  el bostezo del foco solitario,
las chispas de un cuerpo distante
—algunos kilómetros de territorio anodino—
iluminan lo que hay que iluminar:
             la fruta apolillada
las canciones simples del radio vecino,
la pereza de los muebles.

Terminará por diluirse la sombra
                                  en esta corporación de latidos
se estampará tarde o temprano
en el estancado mar de la pantalla,
este fluido de ti
         esta noción de naufragio
sin barcos ni sextantes.

 

Mientras bostezas

Me muero por tu velocidad,

corro tras la gasa que continúa
la momificación de cada respiro,
 sufro por la dispersión del horizonte
en puntitos que hay que esquivar

lloviendo sobre mi realidad de epígrafe
sembrando plantas mientras grito,
mintiendo ante las coladeras,
lanzando la señal nocturna
de mi transformación en lo que sea:
una ilustración amarillenta,
una oquedad en las paredes,
una basura en tu garganta

 

Esto no es amor

Esto no es amor.
Es una lámina negra
estacionada a muchas
cuadras de tu casa,
es una mordida abandonada:
el encierro del alba
que lo prohíbe todo.

Qué tiempo tan extraño
para estas punzadas
en los ojos.

Han sido tomadas
todas las ruedas,
todos los canales
para filtrar este miasma,
bloqueadas las señales
para lanzar llamadas de auxilio:
piedras en el río
que intentan moverse.

Es la eternidad
de la llave goteando,
la luz colgada en el armario
la comezón de la sombra
encima de las láminas negras.

 

 

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