Morir como mueren los rusos
La tarde en que Nicolás, en su oficina en Monterrey, se enteró del accidente que culminó con la muerte de tres cosmonautas rusos, ya no quiso trabajar. Pidió a sus compañeros que en adelante lo llamaran Nikolái Nikoláievich Pseldónimov. Declaró que quería ser alcohólico, enfermarse de tuberculosis o ser asesino. Anunció a su mujer: «Tú y yo vamos a morir como cosmonautas rusos». «¿Asfixiados?», quiso saber ella. «Nuestros corazones», respondió Nicolás o Nikolái, «no soportarán el peso de vivir en la tierra». Así empieza la ventura quijotesca a través de la literatura rusa por la que David Toscana mereció recientemente el V Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa
Esquinca y Rimbaud
Jorge Esquinca sentó a Rimbaud en sus rodillas y escribió este imperdible abecedario en el que disecta con la misma curiosidad al poeta que sus poemas. Y es que, con bisturí en mano, poeta y poema son el mismo sapo con las entrañas abiertas. Rimbaud escribió El barco ebrio sin conocer el mar. Ésta es la lista de libros que leyó durante tal viaje. Sólo se conservan de él estas fotos. Ésta es una de sus peleas con Verlaine. Luego de abandonar la escritura y vivir fuera de Europa por años, regresó con un cáncer que le haría perder la pierna. Traía en su cinturón ocho kilos de oro en lingotes. Lo había predicho en un poema: «El destino del hijo de buena familia, ataúd prematuro cubierto de limpias lágrimas»
Belleza y verdad
Una mujer va a una isla con intención de suicidarse, pero allí en vez de terminar con su vida la multiplica. La isla la habitan muchas mujeres que son la misma y ya no humanas sino mitad escritura y mitad pensamiento (es decir, parte escritora, parte personaje). Palabras sueltas que conecta apenas la electricidad de un cerebro que delira. En esta novela fractal, Daniela Tarazona experimenta con su propio hipocampo, obteniendo resultados inesperados. En palabras de Luis Felipe Fabre: «Sucede que entiendo y no entiendo este libro. Pero es en lo que no entiendo donde mejor alcanzo a experimentar su atroz lucidez como un escalofrío de belleza y verdad»
El desafío Ortuño
A Ángel Ortuño (Guadalajara, 1969-2021) no le interesaba conservar la clave de interpretación de sus poemas: «cerrar la jaula y tirar la llave», escribió. Ahora, Luis Vicente de Aguinaga, poeta y crítico literario, publica el resultado de un reto: presentar a los lectores de la célebre colección Material de lectura una selección de poemas de Ortuño tomados de sus quince libros, precedidos de una nota introductoria, donde indaga en esa jaula cerrada. En el desafío «de hacer poesía fuera de la literatura y aun fuera de la poesía, en escenas fugaces de confusión, desagrado y ruido, es indispensable situar los poemas de Ángel Ortuño, y tal vez haya que plantearse un desafío equivalente para disfrutarlos», propone
Monstruo mamá
A partir de «la tarde de febrero en la que dos líneas moradas aparecieron con timidez en la prueba de embarazo», Tania Tagle comenzó a relacionar la maternidad con la monstruosidad. «La monstrificación de las mujeres durante el embarazo es algo que ocurre todo el tiempo y de lo que social e individualmente somos poco conscientes», describe en el prefacio de este libro formado por tres ensayos literarios en los que memoria, historia y poesía se entretejen para desentrañar, por medio de la voz de la testigo, la experiencia de la maternidad, que inicia con el monstruo, continúa con el milagro y sigue con la crianza, aún en proceso, como afirma la autora, que augura una continuación
Juárez entre paréntesis
Benito Juárez es un fantasma que recorre las calles de Nueva Orleans. Durante dieciocho meses, a mediados del siglo XIX, el prócer mexicano vivió, exiliado, en esa ciudad de Luisiana, pero casi no hay documentos que den información sobre esa estancia. Gracias a eso, Yuri Herrera lleva a extremos inauditos el concepto de novela histórica, ya que, a partir de una reconstrucción de la Nueva Orleans de la época (1853-1854), logra crear un libro de aventuras en el que Juárez, sus amigos y múltiples personajes ficticios adquieren vida por medio de una lengua española que evoca la que se usaba en el México del siglo antepasado. Herrera, el novelista, trabaja dentro de un paréntesis en el que un historiador no encuentra casi nada