Bolívar, Colombia, 1949. Su libro más reciente es «Por sombra de luz». (Seix Barral, 2021).
YO QUE IBA PARA LA FIESTA Había comprado estos zapatos blancos esta ropa blanca para ir a la fiesta y la sangre de mi hermano ha salpicado la manga de mi pantalón Y ya es muy tarde para volver al almacén y no tengo ropa limpia en la casa y cómo salta el rojo sobre el blanco Seguramente ya arde la fiesta y el alcohol corre como el agua Y para colmo la sangre de mi hermano ha manchado mi camisa blanca aquí en el pecho Lo vistieron con la camisa del uno con el pantalón del otro Estaba descalzo, así no lo dejarían marchar, el camino que le esperaba era largo Parecía sonreír Como la luz de la luna su sueño «Ay hijo, la noche se me vino encima Cómo podré levantarme ahora, con qué ánimo empujaré el día» Los niños lo contemplaban con cara de viejos Lo vieron partir El camino, un tapiz deshilachado de flores Le preguntaron si los había visto pasar y ella les dijo que no y los había visto porque por aquí pasaban los unos y los otros Entonces la amarraron le cortaron las manos y los pies y la abandonaron en la orilla del camino Lloró y se quejó mientras la sangre se le iba y nadie pudo auxiliarla Al fin se quedó en silencio y su silencio grita ahora en esta montaña —Nosotros tuvimos suerte sólo nos mataron y podemos ir ahora sobre el río en el balanceo de los camarotes charlando —Usted que tiene los ojos buenos, compadre, dígame, ¿qué ve en la orilla? —La tierra que fue nuestra —¿Y qué más ve? —El humo de las bestias consumiéndose en los patios y el humo de las casas sólo el humo —Bajaba el hombre cantando versos que se me olvidan: «Cogía la niña la rosa...» —Bajaba alumbrando de fiebre sobre la montura: «¿Cuál es la niña que coge las flores y no ve dolores? Cogía la niña la rosa florida De mal de amores suspira su herida» Escuché tu llamado, madre y cogí fuerzas para levantarme Era de noche y me fui adivinando el camino Quise guiarme por el sonido de la quebrada pero el agua no se oía, sólo los perros ladraban a mi paso Esta es la casa de Juan Chilito me decía pues eran tres los perros que ladraban Cómo no iban a ladrar si me faltaba la cabeza Voy por donde Pedro Daza pues ladran como cuatro o como seis volvía y me decía Cómo no iban a ladrar si me faltaban las piernas Al fin di con tu casa, madre Tu casa como una nube blanca entre tanta negrura Pensé que dormías agotada por la pena y no quise despertarte y me fui yendo por donde había llegado Un hombrecito desarrapado, un hombrecito que no tenía de donde agarrarse más que de un puñado de flores silvestres, lloró en el velorio a tu lado un llanto que quería ocultar pero que sacudía sus costillas En algún cruce de caminos levantarías con él un aguardiente algún dolor regarían con risas Y volvía en la hora de todos los abandonos con flores de humilde verdad Este año apuntalaré mi casa habías dicho ya no se la llevaría el viento tu casa liviana como un nido de pájaros Este año me caso, si Irene quiere, me caso Este año conozco el mar, habías vuelto a decir Parecía que el viento soplaba de tu lado y el viento sopló y de qué manera te apagó la luz se te llevó el aire y como hojas secas arrastró tus sueños y metió todo en un agujero negro Vamos, David Zúñiga toma mi mano, igual un día me diste la tuya El potrero está cerca, escucha el golpe de la puerta de golpe No te preocupes por las malezas, alguien las arrancará, olvida las deudas los pequeños rencores Mira en la hondonada a tu yegua blanca su potrillo negro Sonríe como cuando oías el violín del músico llegado de San Juan Hermoso potro Mira cómo la melodía corre con brillos de aceite por su lomo desciende por sus patas largas y se desliza entre la hierba como culebra de agua Mira la estrella ascendiendo de su frente hacia tu noche extensa Detente por un instante en la orilla de este cielo que pronto se borra —¿Qué hace esa mano en el agua? —Tal vez nos saluda —¿Y el cuerpo dónde va? —Debajo del agua Puede ser un viejo y le da pena o una muchacha que se tiró al río desnuda —Pero esa mano ya va lejos y el nadador no saca la cabeza —Puede ser un buen nadador o vimos mal, hijo y esa mano no era una mano sino un pájaro de agua Vine a cerrarte los ojos, Ana No pude hacerlo cuando tu cabeza nos miraba desde el cactus del patio Vine a cerrártelos a ti que eras la elegida para cerrar los míos Imagina que te los cierro que vuelvo la cabeza a tu cuerpo y lavo tus heridas con agua de olvido Levántate ahora y cierra los míos y esperemos el descenso de nuestros cuerpos en paz Vendrá el mar y nos lavará la pena tendremos sol y agua templada y las olas golpearán nuestras espaldas jóvenes La noche surgirá con sus dos cielos, el pescador azul levantará en el horizonte su pez de oro Y apagada la lámpara oiremos bramar al monstruo oscuro y sentiremos miedo y volveremos a ser niños Y pasado el tiempo entraremos serenamente en la noche verdadera Y tendremos día de nuevo la espuma nos besará los pies y correremos por la playa retozando con la alegría acezando en nosotros, y nos echaremos bajo el sol brillantes y robustos como leones marinos