XI Finalista Luvinaria-Ensayo / De la conciencia y la ciencia física

José Janin Vargas Figueroa

CATEGORÍA LUVINARIA

Licenciatura en filosofía, CUCSH

Mientras escribo este ensayo escucho música, al terminar la canción escucho aplausos en el audio y luego más música. Usualmente no sería normal que me preguntase cómo es que distingo entre lo que es música, la cual me genera una sensación muy particular, y lo que es cualquier ruido, que no funciona de la misma manera en que la música lo hace. Siento también el sabor del café que estoy tomando, y no hay aparentes razones para preguntarme ¿Por qué me sabe rico?, ¿Por qué me agrada sus sabor? O, ¿Cómo lo distingo de un sabor dulce, de uno ácido o de uno salado?

Simplemente, así sabe el café.

Lo siguiente es darme cuenta de que percibo el olor de un rico desayuno, pero ¿Cómo es que lo percibo? ¿Qué significa todo esto?
Bueno, un fisicalista reductivo diría que simplemente significa que determinadas moléculas llegan a mi nariz, la cual se conecta de una manera específica con mi cerebro, el cual “traduce” la información de manera que yo sé qué es lo que estoy oliendo. Todo esto, en un proceso puramente físico; es decir, aunque ciertamente son mecanismos biológicos innatos los que actúan, es posible reducir proposiciones biológicas a proposiciones físicas, no siendo posible reducir las proposiciones físicas a proposiciones biológicas.

Lamentablemente, aquí no defenderemos una postura fisicalista reductiva. Aquí intentaremos explorar el concepto de conciencia como una manera de explicar la diferenciación  (si es que realmente hay una diferencia) entre el ser humano y el resto de los animales, los cuales, hay que aclarar, desde esta visión compartirían la característica de “ser conscientes”, pero en un nivel distinto. Esto es, que comparten la característica de poder percibir el mundo que les rodea, reaccionar ante él y, de alguna manera, entenderlo.

De ninguna manera se intenta defender aquí una tesis dualista cartesiana, por aquello mismo de su fama acerca del problema de la comunicación entre substancias.

Entonces bien. Lo primero que hay que sacar a colación es lo que dijo David Chalmers en aquella Ted Talk del 20141:

<<La ciencia es, por naturaleza, objetiva; la conciencia es, por naturaleza, subjetiva. Entonces, ¿Puede existir una ciencia de la conciencia? […]
>>La física explica la química, la química explica la biología, la biología explica parte de la psicología, pero la conciencia no parece encajar en este esquema. […]
>>Los físicos a veces toman aspectos del universo como ladrillos fundamentales, por ejemplo la masa, el tiempo y el espacio. Así mismo, crean teorías o sistemas sobre dichos aspectos que no pueden ser reducidos y explicados a un nivel más fundamental, por ejemplo, la teoría de la gravedad o la mecánica cuántica.>> (Chalmers, 2014).

Luego, afirma que ha sucedido que la lista de los ladrillos fundamentales ha sido alargada, como con la teoría de la radiación electromagnética de Maxwell, la cual explicó la electricidad, la luz y el magnetismo como manifestaciones distintas de un mismo fenómeno2, postulando la carga eléctrica como un nuevo ladrillo fundamental.

Entonces, si la conciencia no puede ser explicada en los términos de los actuales ladrillos fundamentales (porque ya se ha intentado, por ejemplo, con la propuesta reduccionista de Carnap3), podría ser en sí misma otro de los ladrillos.

En otras palabras, ¿Podría acaso la conciencia ser otro más de los bloques fundamentales, tales como la masa, la gravedad o la carga eléctrica de una partícula?

Esta propuesta, aunque atrevida, me suena al giro que dio en su momento Louis de Broglie.
En su momento, en los años tempranos del siglo XX, no había pasado demasiado desde que se había comprobado que la luz no es simplemente partículas, sino más bien una onda; y de pronto, una idea que revolucionaria la ciencia física llegó a la mente de Broglie, quien se preguntó:
 “Si la luz, que siempre fue tratada como una partícula ahora es estudiada como una onda,  ¿Por qué los electrones, que siempre han sido tratados como partículas, no son también tratados como ondas?”.

Y fue entonces que nació la mecánica cuántica.

Hablando de mecánica cuántica, seguramente habrá usted escuchado acerca del colapso de la función de onda, el problema de la medición y ese tipo de cosas, y es precisamente de lo que toca hablar ahora.

Todo el problema del colapso de la función de onda proviene del postulado de medición4, el cual nos sirve para obtener una correspondencia ente las matemáticas de la mecánica cuántica y lo que realmente observamos en experimentos. <<Según este postulado, ocurre un colapso [el de la función de onda] cuando se realiza una medición, pero ¿Qué es una medición? ¿Cómo sabe la naturaleza cuándo se hace una medición?
>>Medición no es, seguramente, un término básico en las leyes de la naturaleza.
Para que el postulado de medición pueda ser al menos remotamente plausible como ley fundamental, la noción de medición deberá ser reemplazada por algo más claro y más básico. Si el colapso de la función de onda es un proceso objetivamente existente en el mundo, entonces necesitamos criterios objetivos claros de cuándo esto ocurre.>>
(Chalmers, 1966).

¿No será acaso que la conciencia interviene en el proceso de medición, y colapsa la función de onda (de la misma manera, por ejemplo, al modo en que el magnetismo interviene con un objeto determinado)?

Estás ideas radicales, nos dice Chalmers, están lejos de ser argumentos contundentes, pero la idea de que la consciencia colapsa la función de onda debería ser tomada en serio.

Aquí además, pasa algo curioso, donde parecería estamos volviendo a argumentar a favor del dualismo. ¡Justo lo que al inicio de este ensayo estábamos negando!
No obstante, ¿este sería un dualismo de qué tipo? Recordemos que en la física existe el dualismo onda-partícula; en los filósofos de la mente de tipo materialista emergentista (o fisicalista no reductivo) existe la dualidad de propiedades, es decir que hay sólo una substancia, pero de esta “emergen” en procesos de tipo muy especial ciertas características con propiedades no físicas, por ejemplo, de la compleja conexión neuronal emergen propiedades mentales, pero solamente dadas unas características basales muy especiales y específicas.

Y en cuanto al problema de la comunicación entre substancias, se puede hacer una comparación entre la manera en que, antes, las leyes del magnetismo y su interacción eran desconocidas, aunque ahora existen ecuaciones que la explican. De hecho, esta es la manera en que deberíamos buscar explicar la conciencia, con ecuaciones tan sencillas <<que puedan ser plasmadas en una camiseta>>.5
Esta comparación es una respuesta demasiado simple para explicar el problema de la comunicación entre substancias, y esto es porque no es una explicación, es sólo una propuesta que merecer ser considerada.

Ahora volvamos a la idea de que la conciencia podría ser un bloque fundamental más de la realidad.

En su libro “La conciencia explicada”, también Daniel Dennett menciona brevemente que <<La ontología de un una teoría es el catálogo de cosas que esa teoría supone que existen. La ontología de las ciencias físicas incluyó en su momento el “calórico” (la sustancia de la que estaba hecho el calor) y el “eter”.   Hoy seriamente nadie cree en la existencia de tales cosas, mientras que es normal conceder a los neutrinos, la antimateria y los agujeros negros un lugar dentro de la ontología de las ciencias.
Quizá sea necesario ampliar la ontología de las ciencias físicas a fin de explicar los fenómenos de la conciencia>>.
(Dennett. 1991).

Luego nos da el ejemplo del físico y matemático Roger Penrose, quien propuso algo similar en su libro “La nueva mente del emperador” y se cuidó mucho de caer en la trampa del dualismo, <<proponiendo hacer que la mente sea más accesible a la investigación científica, y no menos accesible>>.6

En este contexto, hay investigadores como Skinner7, quien ha investigado la conducta y la explica a través del reforzamiento y castigo como medios para el aprendizaje. Este es, a mi parecer, la manera en que se debería de estar buscando una explicación de la conciencia: a través de la experimentación demostrable. Y si entendemos que la conciencia, en el nivel propio del ser humano, es lo que explica la naturaleza del mismo, estos serían los medios también para poder hablar concretamente de un rasgo característico de la naturaleza humana.

En palabras de Pinker, todo parece indicar que la tabula no es rasa8, está por lo menos el intelecto ahí dentro; el problema está en definir concretamente qué es eso del intelecto, y qué es la conciencia.

De todo lo anterior se pueden sumariar los siguientes puntos:

  1. La conciencia bien podría ser un rasgo distinto de la realidad. Distinto a la materia en el sentido en que lo es el magnetismo, la radiación, o la naturaleza ondulatoria de las partículas. Es decir, la conciencia podría ser uno más de los bloques fundamentales.
  2. Sin embargo, todo lo que cabe en el campo de la ciencia física debe ser medible; si no es medible, no es física. Por lo tanto, la conciencia ha de ser estudiada con este enfoque, donde debe ser cada vez más accesible a la investigación científica, y no menos.
  3. Una investigación detallada de la conciencia debería eventualmente conceder un grado de conciencia a los animales distintos de nosotros, a las computadoras con IA, y, antes que esto, una investigación empírica de la conciencia demostrará que existen grados de conciencia, del mismo modo en que existen grados de calor, grados de movimiento y formulas para expresarlos y medirlos.


Fuentes:

https://www.ted.com/talks/david_chalmers_how_do_you_explain_consciousness?utm_campaign=tedspread&utm_medium=referral&utm_source=tedcomshare

https://es.wikipedia.org/wiki/James_Clerk_Maxwell

Psicología en el lenguaje fisicalista. Carnap Rudolf. 1932

La mente consciente: en busca de una teoría fundamental. David J. Chalmers. 1966. Editorial Gedisa (1999).

Ver Referencia 1.

La conciencia explicada: una teoría interdisciplinar. Daniel C. Dennett. 1991. Editorial Titivillus.

¿Son necesarias las teorías del aprendizaje? Skinner. 1950.

La tabla rasa: La negación moderna de la naturaleza humana. Steven Pinker. 2002. Editorial Paidós.

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