Webcam / Luis Antonio de Villena

La belleza es flexible y larga.

Dura muy poco en su plenitud, pero semeja eterna.

La belleza se parece, hoy, a la juventud y a la imagen.

Fungibles ambas y ambas con vocación sin tiempo:

Fugacidades eternas.

Quizá por ello, los muchachos presentes

(los más hermosos y caedizos en un tiempo enfermo)

se encierran en su pequeña habitación zorruna,

con olor de pantera y de algarrobo verde

y delante de la cámara privada se filman con deleite desnudos.

Son todos delgados y altos,

algunos con ojos de esmeralda,

otros con crespas vellosidades púbicas,

como entramado de marfil y violetas…

Los miembros largos se lucen y agitan

ante el vacío (lleno).

Y de los cuerpos largos, delicados, y los miembros pimpantes

brota, al fin, raudal de sangre blanca,

perdido amor, afán de vida, selva, tres torrentes de

[fuego…

Es delicioso verlo dilapidarse para nada.

Contra el puritano ardor de padres y maestros,

estas salvajes bellezas de sueño

son ahora mismo (en la cámara) más libres que nunca.

Absolutos narcisos con el sexo enhiesto,

flor y fetiche,

lujuria y éxtasis, pulsión y rebeldía pura.

¿Belleza perdida o belleza ganada?

La belleza los hace y los deshace (como siempre)

y el tiempo bendice tanta libido inútil

ofrendada a Apolo Cameraman en un jardín

de viejos y de sabios, de pobres y de ancianas

sin futuro. Como ellos.

Pero no lo saben y seguirán sin saberlo

aunque con mil falsos clarines lo proclames.

Pura belleza, útil e inútil

como la vida misma.

¡Honor a los largos cuerpos de fragancia y sexo!

¡Loor, porque es sucio, resplandeciente y bello!

 

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