I.
Lo primero es un finiÌsimo pelo de gato. Un pelo de gato volando a contraluz por encima de la mesa. Casi invisible. Sin necesidad. Lo primero es la necesidad. Flotando. Casi invisible. Como el pelo del gato sobre una rebanada blanca de pastel. Sobre la crema. Se hunde y desaparece. Lo primero es la necesidad de caer. De vaciar los pulmones de sonido. Pelo de gato incrustado en el gusto del azuÌcar. La lengua ahora estaÌ preparada para otra primera vez. Para la falla.
Con las propiedades misteriosas del pelo.
I.
La lengua repetiraÌ como si fuera. Porque la lengua no sabe mirar. De hacerlo. Sorpresa. Mira. La lengua soÌlo sabe disolver miel. El pelo de gato no se diluye. Lo minuÌsculo del gato seraÌ tragado. Un destello de mirada seraÌ asimilado. Lo primero es una mirada. Una mirada asimilada antes de siÌ misma. Miro coÌmo me miras porque te amo. La primera luz es una cortina japonesa. La cortina japonesa es casi una maÌscara. Una maÌscara para mirar sin ojos. Miras cómo te miro. Miras como lo haces porque el gato te dejoÌ la mirada de gato en el ojo. Como la primera vez que seraÌ ideÌntica a la uÌltima. Para que descubras la dulzura detraÌs. La dulzura de la falla. Repetir. Como dar de comer. Como la virgen. Que la primera vez estaba menos limpia.
I.
Lo primero es primero cada vez que se repite. Como la virgen que me invitoÌ a cenar. A su casa de aÌrbol blanco. VaciÌa. Como la crema del pastel sobre la que cae el pelo del gato. Con el instinto por debajo. Como el pelo. Como ella. Que mientras maÌs se repite maÌs se purifica. Hasta la luz de la repeticioÌn viva. DetraÌs del celo. Con el destello en el ojo detraÌs de una cortina. Como la primera vez. Que cada que volteo a mirarla es otra.
I.
La virgen es una maÌscara. Para envolver el tacto y recibir. Como la primera vez cada vez hasta la naÌusea. Hasta el espanto vivo de lo rosa. Hasta que su velo se llena de astros. Como en lo primero. Cuando ella no era ella. Y se fue haciendo ella con cada primera vez que repetiÌa. Hasta lo blanco. Y los astros del velo le estallaron. Me lo contoÌ en la mesa. Ella horneoÌ pastel. Para enseñarme. A mirar con mi maÌscara de ojos tus lunares. Al otro lado. De la cortina japonesa. Tus ojos son de lince recieÌn parido. Destello. Dijo. Los hechos son piedras calizas. Me miraste como me miras. Con azuÌcar en la punta de los dedos. Como la primera vez. Que te amo. Que no tiene conjugacioÌn. Como la virgen. Que come piedras despueÌs del sexo. Para escucharse. Y me enseñoÌ. Como la caiÌda. Casi invisible. Con la liviandad del pelo. Su vuelo. De brazo que no es ala. Mi vuelo de felino. Disolviendo. El vuelo primero que es vuelo antepenuÌltimo. Su peso. La caiÌda. Repita la caiÌda. Repita. Repita. La caiÌda. Sobre el blanco.
I.
La virgen me miroÌ con pena. Por no entender. Por no entender lo que es pureza. Por conjugar. Que siÌ. Que si es. Que si la vida. PunzoÌn que se repite. Como la lengua. PunzoÌn caliente la embestida. Que enrojece. Como la mirada con la que me miras. Ella acuclillada. Destello. Lo inmaculado. Que permanece sólo por lo abierto. Como la crema blanquiÌsima manchada en sus entrañas. Como ella. Que hinchoÌ la mancha hasta la luz de hueso. Que por maÌs revolcarse se blanqueaba. Que entre maÌs polvo la repeticioÌn puliÌa. Como yo. Que soy trozo de impureza mirando por mi maÌscara. Impureza en bruto. Escuchando el consejo de mis piedras. La impureza se pule cuando canta. Que de canto fue gemido. Como la virgen. Como tuÌ que me miras como me miras. Con destello. Como yo que te miro que te amo. En vuelo. Como el pelo que el gato dejoÌ en el ojo. Como la primera vez. Que no soy bastante impura. AuÌn. Repitiendo. Como el aÌrbol blanquiÌsimo de fondo. Con la liviandad de no saber. Que te amo. Que se tiene necesidad. De disolver la necesidad. De disolver. Entre la lengua. Como la virgen. Hasta desaparecer. Entre el polvo. Caer. Hundirse. Hasta desaparecer. Como el pelo del gato. Flotando. Entre lo blanco. Como la primera vez. Hasta desaparecer. En la caiÌda.