(Guadalajara, 1963). Autora de Sigilosos v(u)elos epistemológicos en Sor Juana Inés de la Cruz (Ed. Iberoamericana / Vervuert, 2007).
1. Floto Un panorama gélido se desdibuja se derrite se desagua comienza la marea amenaza vidrios y floto, floto, floto en ondas blancas cada sueño hilo de tiempo incapaz de ver línea lejana la nublazón desvanece lo cercano y floto, floto, floto rebujada de humedad buscando el principio la punta el asidero que permita levantarme pero todo es agua, ríos, flujo, arroyo enroscamiento en olas confusión aun con el golpe de la luz continuo vaivén sobre gotas floto y me hundo plúmbea sin poder ver estrellas. 2. Aterido Longitud inmensurable sin poder avanzar un tronco una rama el agua sostiene la mirada oblicua la oscuridad en la luz el brillo de la vida inalcanzable el pensamiento repetición no se vislumbra la tibieza opacada por los muros confusión no saber si es de día o la noche se prolonga en esa tentativa las horas matinales desaparecen sin sentirlo se desdibujan las ideas del cuerpo se apodera un sopor la imposibilidad de erguirse, caminar y viajar al verdor anillada clavada en posición horizontal gira el mundo pero no es posible notar sus contornos por el espesor no saber en qué sitio está cada cosa todo da vueltas los ojos cerrados a pesar del tiempo que transcurre no poder abrirlos amarrada a un mismo pensamiento intentar salir del cuerpo aterido por las horas sin movimiento hacia lo abierto. 3. Parálisis al amanecer A lo lejos se oyen ambulancias o será el tren es tan remoto el sonido y lo confundo pues atraviesa el espesor de la neblina imagino desde este rincón en posición horizontal mi mirada da hacia un espacio en blanco una geometría indefinida amanece por los motores el ruido creciente el algodonamiento ondea en la atmósfera respiro para confirmar que floto en esta coagulación casi de agua a lo lejos posiblemente un mar abierto imaginar un refugio de posibilidades pues la parálisis sin voz humana clava los ojos secos. 4. Esfera Todo está vivo hirviente como la lava cubre y desborda el panorama y lo ennegrece el rugir del fuego derrama verde, verde aterido se esconde como un caracol húmedo frente a esa intemperie de hojas, de ramas todas hirviendo por el fulgor de la mañana un volcán abre su boca enrosca la cabellera de fuego con el pavor de su gama escarlata confusión: ¿es el sol? ¿o es la esfera en llamas del volcán? 5. Mis palabras Una vorágine como la llama atronadora de un volcán se enrosca hasta elevarse y formar un sol vomito una y otra vez pelotas naranja crecen en el aire a borbotones surgen de mi pecho raspan mi garganta y se vuelcan de mi boca abierta de par en par las palabras pujan rugen roncan se dispersan como chispas por toda la recámara incendiando con luz hiriente incomprensibles glifos redondos, punzantes se clavan en paredes no pueden ausentarse se incrustan como lombrices húmedas resbalosas moradas de cansancio atrapadas por el espesor de la ventana se convierten en caracoles morosos caminantes cada uno, un fragmento sin poder verse el uno al otro cobijados por un caparazón de ceguera cada palabra desperdigada pulpa granate de sandía el pensamiento el fulgor de un volcán furibundo desparrama chispas un pantano de luz y de agua las estrellas heladas en copos de nieve no dicen nada sigilosa planicie de pleno invierno ya no hay hojas ya no hay ramas chispas muertas como insectos o pequeñas trizas de tallos rotos de pétalos caídos ¿dónde quedaron las catarinas? ya nadie vuela en el erial de mi alcoba. 6. Rugiente Abierta de par en par de mi boca vomito una pelota de fuego inmensa duele al nacer desde mi pecho rebota y rueda para caer y esconderse bajo la cama es una palabra flama palabra redonda palabra naranja palabra sol crece y crece hasta incendiarlo todo se derrama por gruesas paredes vuela el techo desvelando estrellas mientras gira cada vez más inmensa estridente madeja de palabras-mordazas. 7. Nieve No poder vislumbrar el confín tocar el cristal con la yema de los dedos el frío crece el pensamiento se hunde en la delicadeza esponjosa de ese polvo níveo limaduras de sílice reverberando enteras gamas de colores pareciera no moverse el tiempo pero es la luz en la nieve por un momento una suspensión del deseo amortajado el sonido los pasos no se oyen puntos en la distancia otros que caminan imposible ver sobre cubierta estrellas mecidos por ese cuarzo verdinegro de olas con la emoción del viaje de una orilla a otra el recorrido sobre aguamarinas y turquesas despertar ante una esfera inmensa el nacimiento del sol hecho fuego naranja rojizo áureo ascendiendo desde esa boca ruge su furia hasta caer en la arena negra bajo los riscos respirar en otro lugar el tiempo no avanza el mismo cuarto deshabitado polvoroso las ventanas tapizadas pólvora en sacos disparar sin ver el cielo tiro al blanco entre cuatro paredes. 8. Furor Tapiz de talco una levedad desde el ventanal el panorama se abre para cerrarse no hay confín la blancura lo abarca todo imposible ver no hay figuras sólo puntos y blanco una y otra vez un silencio espectral el caer los copos no hay voz tocar con las yemas de los dedos el helado vidrio el pensamiento se paraliza un instante más pareciera no avanzar el tiempo la albura lo suspende sobre cubierta aspirar fragancias matices turquesa expandirse viendo estrellas hacia otro lugar se vislumbra esa luz primero tenue luego creciente un borbotón de fuego perfectamente redondo una y otra vez mecerse en las olas esmeralda amanece la vida como un sol bajo los riscos arena negruzca polvo de incendio en otro lugar un lugar despoblado repetida planicie cada uno en un encierro recogidos sin poder transitar pólvora bajo la cama celebrar el año nuevo tirando hacia el vacío con un furor de muerte. 9. En una misma parálisis Sigilo al caminar pisadas silentes no hay nadie sólo una blancura interminable sin alcanzar el confín el talco de la nieve no se oye las yemas de los dedos sobre un vidrio helado la luz relumbra y ciega en un marco de oscuridad todo cubierto pareciera que el tiempo no pasa un mismo panorama el viento sin voces mirar ese albor indescifrable o cerrar los ojos para seguir durmiendo no hablar sobre la cubierta del barco abrir la mirada hacia las estrellas destellantes aromas ondulados por el cristal aguamarina un fuego asciende iluminando ignotos contornos en la isla amanecen verdores desde esa montaña un círculo naranja el sol o el fuego de un volcán los escarlatas incendiados de las buganvilias la apertura al horizonte desde la isla la odisea en otro cuarto la pólvora oculta bajo la cama surgir de ese presidio tapizado de cartones donde nunca hay sol sólo un foco que nunca se apaga escapar brevemente en año nuevo a disparar hacia las sombras del parque con furia, rabia tirar una y otra vez en un lugar despoblado parálisis el encierro no tiene fin un transitar en círculos bajo la lámpara acumular polvo, pólvora la polvareda de minutos se extiende y se arrincona en un mismo espacio el insistente pensamiento de rabia y rencor inunda la aridez de ese cuarto de la piel de los ojos una abstracción una idea la sequedad lo engulle todo reiterada monotonía corta el aliento cómo salir de este lugar intransitable varado con la mirada al techo el mismo pensamiento una y otra vez buscar la pólvora acumularla en sacos como un tesoro el odio ahogo obsesión abrir la puerta para por no ver nada la oscuridad espesa de un parque a lo lejos y descargar una y otra vez crear ruido en esa mudez repetidamente hasta terminar ese polvo bajo la cama.