Huánuco, Perú, 1987. Fue ganador del Premio Diario Ahora en 2016.
Días de verano 1 Odio los días de invierno. Amo la lenta caricia del verano: risas, besos, pájaros. Días felices que siempre duran poco. Las penas son largas como los inviernos, las alegrías cortas como la luz de las flores en verano, me sonreías. Alzo los ojos hacia el horizonte más cercano: un pueblo lleno de fe, seres limpios de miradas y de abrazos. Todo nos tienta bajo el sol porque nos creemos sin recelo, me advertías. Venimos al mundo con ojos de cal con manos llenas de otras manos que alimentan las noches. Amo la lucidez del verano: risas, besos, pájaros. 2 Se abre el día como un fruto ligero en mis labios, caprichoso palpo su certeza, aguardo sus horas inciertas, nunca con el mismo nombre, pero siempre evocar al júbilo liberarlo del desencanto. Todavía se puede sentar bajo la sombra de un árbol y mirar hacia el valle de Huánuco saboreando en soledad las frutas: pacay, naranjas, duraznos. Conversaciones matutinas, el saludo cortés y amable. El aroma de la mañana es mejor si el café invade nuestra casa, cantas como aquel pájaro. Se abre el día como una flor fugaz ante tu canto, pero eterno como el aroma, un pensamiento nos salva. Cuerpo qué hará mi cuerpo a dónde irá mi cuerpo qué vestirá mi cuerpo si en verano o invierno desea o no a otro cuerpo no suelo preguntar si un cuerpo es suficiente para todos los recuerdos no suelo preguntar qué callará mi cuerpo si odia o ama otro cuerpo si la herida vencerá el límite azul de todos mis cuerpos
Epístola a Fredy
Pienso en tu amistad y pienso en la esperanza como una luz que no quema, como un relámpago de risas, como un brindis fugaz de la infancia. Lo tuyo no es escribir, es latir en cada palabra. Tu don es fruto del trabajo, poeta de Cátac. Yo sé que la vida nos duele, que el lenguaje muchas veces no alcanza, que nunca basta la noche. Pienso en tu abrazo de hombre, de hermano, ahí donde la soledad es un fruto que abriga los corazones huérfanos de nostalgia. Tu poesía es una promesa de idiomas, el alfabeto de la noche, la antorcha en los ojos del mundo. Pienso en tu amistad y pienso en la música. Y si alguna vez, amigo mío, perdiera las palabras, ven y háblame desde el eléctrico celaje de Cátac. Si alguna vez no encontrase la Poesía, compañero del alma, compañero, tiéndeme tu mano y ven desde el país que nos hiere y nos ama.
Rimbaud en Barcelona
Besé el anochecer de la primavera. En mis manos se posó el alba y pronunció su nombre.
Todo se movía en las esquinas de la Rambla. El agua como antaño arropaba nuevas flores. Viajeros conquistando mapas y trazos borrados que otros desearon. Una promesa era el mar mediterráneo entre las sombras de sus bosques. Deambulé anunciando el canto migratorio de las aves, extranjeras como yo, no me miraron. Impaciente vino el frescor de la mañana hacia el día enloquecido de puro entendimiento.
Reconocí el antiguo secreto amurallado de su arquitectura, la alfarería de su ignota alegría. Me besó el azul pálido de sus ojos y peregrina en su mirada habitó el mundo fiero. Entonces me vestí con su geografía y agitando el génesis de las horas fundé archipiélagos como rito para iniciar la sospecha efímera de un rumbo.
Besé el anochecer de la primavera y desperté al cenit, entre aullidos de aves.