Poemas

Néstor E. Rodríguez

(La Romana, República Dominicana, 1971). En 2018 apareció su Poesía reunida (Zemí).

Diosa de la furia

Los taínos veían propicio
el movimiento circular del viento 
al paso de un huracán. 
Por eso dibujaban a Guabancex, 
diosa de la furia, 
con los brazos ondulantes.
Hoy Saturno planea sobre Escorpión
y el brillo de la Tierra 
dora el lomo de los libros.
Que nadie se aventure al afuera 
por más dulce que llegue la sospecha,
por rotundo que se advierta 
el llamado nocturnal.



Vitilla

La tapa del botellón 
ondea en su dominio de aire,
planea sobre el asfalto 
de la ciudad y todas sus esquinas.
¿Qué activa ese bólido de plástico
para dar con la euforia de los niños?
¿Qué pasaje supone el golpe de la escoba 
contra su pura materialidad de cometa?



Al llegar a la casa familiar
 
La casa sigue allí, 
detenida ante el trajín de los comercios
con su enrejado señorial
y el ojo de buey observando 
las inevitables mutaciones del paisaje.
¿Es Diógenes el que se acerca 
con los bidones del ordeño?
Viene en un caballo maltrecho
que luce menos cansado que él. 
Flérida Dolores hierve la leche 
en una olla inmensa a la que me asomo 
para encontrar un fracaso de nata y espuma,
pero ni un solo dolor de los del nombre de Mamá.
En la acera se alinean los compradores.
Traen botellas que regresarán rebosantes 
al sopor de todas las moradas.
Sí, alguien limpia una escopeta en medio del patio.
No le teman. Bajo esa aparente reciedumbre 
hay un hombre compasivo.
La casa de entonces era un mundo apacible
pidiendo sin exigencias la palabra que lo habitara. 
Ya resuena el jaleo del desayuno.
Carmen se acerca desde el jardín contiguo 
para dar de una alegría que contagia 
a sus hijos y a mi madre. 
La mesa está servida,
a su alrededor gravitan todos los apegos.
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