Poemas / Haim Gouri

    

     Y, entonces, hubo apenas un soplo.

     Tan sólo después percibimos su paso

     en la oscilación de las hojas.

     Difícil evaluarlo,

     apenas un temblor.

    

     Pero algo se insinuó en el silencio,

     y sonrieron los que esperaban una nube

     pequeña como la palma de la mano

     que subiera desde el mar,

     sin necesidad de muertos.

     Porque entre los pinos sentimos señales de frescura

     y ya había llegado el tiempo de las nubes.

    

     El poema alude al pasaje bíblico en que, tras la muerte de los falsos profetas paganos cuya impureza había causado una sequía, el profeta Elías anuncia el retorno de la lluvia (i Reyes 18: 44-45). (N. de la T.).

    

     La buena nueva

    

     Porque nos ceñirá un aire distinto y penetrará también en ti.

     Y tendrás un mesías tal como te prometí.

     Porque aunque se demore ha de llegar hasta ti,
trayendo bálsamo y salud, curación y remedio.

     Porque él sabe para siempre que ya no se vale,

     que el escándalo no cesa, que ya basta, que estás harto.

     Y al llegar preguntará: «¿Cómo estás, Giezi, y por qué esa cara?».

     Y le hablarás en detalle, a tu manera,

     de tu cuerpo enfermo y torpe, y de tu alma de bribón.

     Y te escuchará, a su manera, con paciencia,

     su mano sobre tu hombro.

     Ocurrirá muy pronto y ante tus propios ojos,

     como el final-feliz que remata un cuento triste.

     Éstas no son palabras vacuas,

     no es un vano truco forjado por dolientes

     en sueños que se desvanecen con la noche.

     Porque de todos los rumbos acudirán los que lo anhelan,

     los maltrechos y los suplicantes y los golpeados y los oprimidos.

     Y te digo que a muchos alcanzará la celestial misericordia,

     no estoy bromeando, Dios me guarde.

    

     Porque nos ceñirá un aire nuevo y penetrará también en ti.

     Y tendrás un mesías, tal como te lo digo.

     Y aunque se demore ha de llegar hasta ti,
pues ha oído tu voz y registró tu llamado.

     Vendrá a ti con tesoros de redención y consuelo,

     recordará tu nombre y tu apellido.

    

     Con el sol llegará, pasará junto a Tur Malka,

     bajará a Getsemaní, ascenderá hacia la Puerta de la Misericordia,

     que se abrirá ante él como el alba desciende de las nubes

     —lo verán también los descreídos crónicos y los que no saben   [confiar—,

     cruzará lentamente entre los que acudirán desde todas partes

     y llegará hasta ti y se detendrá un buen rato,

     preguntará, ya te dije, cómo estás y cómo están los tuyos,

     hasta que sus escoltas lo insten a seguir adelante

     hacia la larga fila de miserables y gimientes,

     y aun los muertos, despertados entretanto,

     engrosarán la apretujada multitud.

    

    

     Según las tradiciones judías, el Mesías llegará a Jerusalén desde el oriente, bajará al valle que separa el Huerto de los Olivos (Getsemaní) del Monte del Templo, y entrará a éste por la Puerta de la Misericordia o Puerta Dorada (clausurada desde hace siglos, a la espera de su arribo).

     Tur Malka («Colina del Rey») era un populoso suburbio al este de Jerusalén, que fue arrasado por los romanos en el siglo i ec.

     Giezi era el sirviente del profeta Eliseo. Por haberse dejado llevar por la codicia, fue castigado con la lepra (ii Reyes 5). (N. de la T.).

    

    

     Versiones del hebreo de Florinda F. Goldberg

 

 

    

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