Poemas

Elena Buixaderas

(Murcia, España 1969). Este fragmento es parte del poema «Llanto por la muerte de Michal Velisek», que en 2016 fue finalista del premio internacional Jovellanos.

LLANTO POR MICHAL VELISEK 
[fragmento]

LA PRINCESA
En la plaza de Carlos
A las cinco de la tarde
Pasea con unos libros y aire inocente
Pasea haciendo tiempo para un examen y nadie lo sabe
¿Cuánto tiempo tarda en elegir un banco a la vista del mundo,
sacar los apuntes y dar el último repaso?
(Qué nervios en la vida del estudiante,
el futuro tiene forma de número en una hoja de papel.)

LA BESTIA
En la plaza de Carlos
A las cinco de la tarde
Pasea con un arma en el bolsillo y nadie lo sabe
Pasea con rabia en el pecho y nadie lo sabe
Pasea con odio en el costado y nadie lo sabe
¿Cuánto tiempo tarda en elegir una víctima,
en apuntar con el cañón a una niña que repasa su examen?
O te vienes conmigo o te meto una bala entre las costillas
(Qué difícil el rostro de la desesperación)
¿Qué siente ella cuando sabe que la vida descarrila y va a estrellarse?
Y el futuro ya no está escrito en una hoja de papel.

EL CABALLERO
En la plaza de Carlos
A las cinco de la tarde
Va a morir un hombre y nadie lo sabe
Pasea con afán de deshacer entuertos y nadie lo sabe
Va a rescatar a una princesa y nadie lo sabe
Porque no lleva armadura ni corcel
sino un cochecito de niño (de ruedas neumáticas y superplegable)
Pasea hablando a su hija como hizo ayer
como no hará mañana pero él no lo sabe.

LA TRAGEDIA
En la plaza de Carlos
A las cinco de la tarde
El caballero pasa junto a un banco
en el que hay una víctima y un bellaco
¿Cuánto tiempo tarda en dejar el cochecito
y acercarse a salvar a la estudiante?
¿Y cómo se rescatan princesas en el siglo XXI?
Acercándose y llamando la atención del cobarde
Perdone que le interrumpa pero secuestrar no está bien visto
Recogiendo el odio y las balas destinadas a otro cuerpo

En la plaza de Carlos
A las cinco de la tarde
Hay una huérfana en un cochecito (todavía no lo sabe)
Y llora
Que alguien le explique que no existe el destino
Sólo las míseras casualidades.

Comparte este texto: