Los bares subterráneos de Kiev: un semillero de la sociedad civil

Andrey Kurkov

(San Petersburgo, Rusia, 1961). Éste es un adelanto del segundo volumen de sus diarios de guerra, «Our daily war», que será publicado por Open Borders.

Desde la era soviética, en Ucrania, la etiqueta del consumo de alcohol ha dictado que se debe hacer un brindis antes de cada trago. Puede ser un discurso largo o una frase corta, pero no puedes poner tu vaso en tus labios hasta que alguien haya anunciado por qué estás bebiendo. Desde hace quince meses, los ucranianos beben «¡Por la victoria!» en casa, en restaurantes y bares. Mientras veíamos cómo el ejército privado de Prigozhin se enfrentaba a Moscú, se generó un nuevo brindis: «¡Por que todos se destruyan unos a otros!».

Durante esta guerra, mientras los restaurantes y cafés mantuvieron su papel como centros de cultura gastronómica, los bares tendieron a convertirse en plataformas de la sociedad civil donde personas con ideas afines se reúnen para compartir y desarrollar un sentido de unidad nacional. Los clientes habituales se sienten miembros de una familia en la que existe un gran sentimiento de preocupación mutua y un fuerte deseo de ayudar a garantizar el futuro del país.

Hace unos días, el conocido barman de Kiev, Bogdan «Bodya» Kuzminsky, se despidió de sus amigos. Iba a enlistarse en el ejército. Desde el comienzo de la agresión total de Rusia contra Ucrania, excepto por las primeras semanas, cuando su bar estuvo cerrado como los demás cafés-restaurante de Kiev, Bodya estuvo preparando cócteles «militares», tanto tradicionales como nuevos para clientes.

Bodya fue despedido por todos sus colegas y clientes habituales en el legendario bar Barman Diktat de Kiev, situado en el edificio subterráneo 44 de Khreshchatyk. El acceso está en un patio estrecho y se siente como la entrada a un refugio antiaéreo. Posiblemente esa fuera una de las funciones de este espacioso local subterráneo. Con el tiempo, la bodega fue privatizada y revendida varias veces. Al final, se convirtió en lo que es hoy: un bar muy acogedor y muy querido por los habitantes de Kiev y los valientes expatriados que, a pesar de los ataques diarios con cohetes y drones, no han sido expulsados de la ciudad.

Hay varios bares clandestinos de este tipo en el centro de Kiev y suelen estar abiertos a las cuatro de la tarde. Por la noche se llenan mucho, pero nadie se queja. Los clientes tienen una doble motivación para elegir uno de estos «abrevaderos» bajo tierra: aliviar el estrés y pasar unas horas en la seguridad de un refugio subterráneo. Populares entre los jóvenes y las personas de mediana edad, los bares-sótanos liberan espacio en los refugios comunes y las estaciones de metro, que se llenan de jubilados y madres con niños pequeños durante los ataques aéreos. Además, los bares pueden continuar con sus programas de eventos culturales y entretenimiento sin ser interrumpidos por misiles.

Durante el mes de junio, los visitantes del Barman Diktat pudieron disfrutar de música de jazz y blues en directo. Muchas bandas tocan con un número reducido de músicos porque algunos de sus miembros ya han sido reclutados por el ejército y enviados al frente. Los conciertos suelen ir precedidos de reuniones del Club de Amantes de la Historia, en las que se organizan «Historias para adultos», debates sobre temas históricos relevantes. A veces están dirigidos por el escritor Oleg Kryshtopa, a veces por la crítica literaria Nastya Evdokimova y a veces por los dos junto con invitados expertos en uno u otro campo de la historia o la vida contemporánea.

Los debates se graban en video y se publican en un canal de YouTube llamado también «Historias para adultos». Poco a poco, el canal está ganando popularidad y el número de suscriptores ya ha superado el cuarto de millón.

El tema de una de las discusiones recientes fue la personalidad del escritor Mykola Gogol. La pregunta principal era: ¿se puede considerar a Gogol un escritor ucraniano? Con uno o dos vasos de whisky, la discusión duró hora y media —al fin y al cabo, ¡transcurrió en un bar!— y los participantes concluyeron que es posible, pero agregaron que el tema de la identidad de Gogol podría explorarse hasta la eternidad. En un hotel alemán se registró como ucraniano, pero se hacía llamar escritor ruso.

Cuando tuvo lugar esa discusión pública sobre Gogol, Bogdan «Bodya» Kuzminsky todavía estaba de pie con sus colegas en el bar, preparando cócteles y sirviendo whisky y ron. Ahora ya se encuentra en una unidad militar y hasta el momento no hay información exacta sobre su paradero. La guerra ama los secretos.

Entre los habituales del Barman Diktat se encuentran muchos veteranos que ya han regresado del frente, algunos de ellos por lesión. El bar es un laberinto de salas y ellos suelen reunirse en uno de sus rincones más alejados. Pero cuando salen, tienen que caminar por la zona principal, que siempre está llena y ruidosa, con el escenario en un extremo. Y cuando pasan por allí, un perceptible silencio se apodera de la habitación. Aquí la gente entiende rápidamente quién es quién y los veteranos, personas que regresaron vivas de la guerra, inspiran un poco de miedo y admiración en los demás clientes.

El animado ambiente del bar puede dar la impresión de que todo en Kiev está bien, pero los presentes son conscientes de la cantidad de dificultades que la guerra ha traído, tanto en la superficie como en la clandestinidad. La tarea de controlar el acceso a los refugios antiaéreos ha expuesto otro problema. Algunos de los funcionarios responsables de mantener abiertos los refugios se han defendido diciendo que permanecen cerrados para mantener fuera a las personas sin hogar. Con el estallido de la guerra, el término personas sin hogar adquirió un nuevo significado. Ahora, en Kiev y otras ciudades importantes, voluntarios y organizaciones benéficas están alimentando a decenas de miles de personas en las calles, incluido un gran número de quienes se han quedado sin techo debido a la agresión rusa. El número de personas sin hogar en Kiev se ha multiplicado considerablemente.

Los residentes de las ciudades y pueblos destruidos de las regiones de Donbas, Zaporizhzhia y Kherson también se han quedado en esa situación. Hoy en día, un porcentaje de las personas sin hogar de Kiev son antiguos residentes de esas regiones. No han podido encontrar trabajo ni conseguir una vivienda temporal. Muchos perdieron sus documentos y no pueden acceder fácilmente a los programas de asistencia del gobierno.

Kiev sufre desde hace mucho tiempo una escasez de refugios y de asistencia social organizada para esas personas. Una de las organizaciones benéficas más activas en tal problemática es la del grupo católico San Egidio, que ayuda a adultos y niños desplazados.

En la ciudad de Vynnyki, cerca de Lviv, otra organización ayuda a las personas sin hogar desde 2003. Oselya (Hogar) es un centro de ayuda mutua, socio de Emaús Internacional, creado después de la Segunda Guerra Mundial por el activista francés Abbé Pierre. Durante sus veinte años de actividad, ha resocializado y facilitado el regreso a la vida normal de varios cientos de personas que antes estaban sin hogar, muchas de las cuales padecían alcoholismo. Las principales reglas para quienes aceptan vivir en el centro son el rechazo total del alcohol y la voluntad de trabajar en la comuna. Allí la gente aprende nuevas habilidades, incluidas técnicas para reparar muebles viejos y antiguos, que permiten a los residentes ganar dinero y mejorar su entorno. Al comienzo de la invasión rusa, los doce exvagabundos que vivían en Oselya se ofrecieron como voluntarios para el ejército. Sus lugares fueron ocupados de inmediato por otras personas que venían del este y del sur de Ucrania. Desde el comienzo de la guerra, bajo el liderazgo de Natalia Sanotska, Oselya ha construido otro centro de dos pisos en Vynnyki para atender a los refugiados, a quienes ahora también se les puede llamar «sin hogar». El centro dispone de duchas, lavadoras y peluquería gratuita. En el segundo piso hay una sala de cine donde se proyectan películas de forma gratuita por las noches. Natalya Sanotska selecciona con mucho cuidado las cintas que van a proyectar. Deben ser películas que ayuden a aliviar el estrés y a mantener un cierto nivel de optimismo. Recientemente, Natalia tuvo que tomar una decisión difícil: convertir los talleres de reparación de muebles en un espacio habitable, que es lo suficientemente grande para veinte o treinta personas más.

La distinción entre personas desplazadas, refugiados y personas sin hogar «tradicionales» se está volviendo cada vez más borrosa. Ninguno de ellos tiene suficiente dinero para vivir. Muchos tienen problemas de vivienda y a todos les resulta muy difícil imaginar su futuro. Es cierto que hoy en día es difícil para todos los ucranianos tener una visión del porvenir, ya sea que vivan en sus propios apartamentos, deambulen por el mundo o vivan como desplazados internos.

Ahora los ucranianos que no han tenido que abandonar sus hogares son considerados automáticamente «prósperos». Algunos han podido conservar sus empleos, lo que significa que tienen dinero para vivir. Pero aun así pueden sufrir estrés, al igual que quienes se encuentran en situaciones mucho peores. Existe una necesidad casi universal de alejarse de la realidad por un tiempo. Algunas personas van al teatro, otras practican yoga y otras visitan el bar. Sin embargo, la guerra ha entrado de manera firme y permanente en todas las esferas de la vida y en todas las formas de arte. Es difícil alejarse de ello. Los teatros del país han dejado de lado las representaciones de obras clásicas rusas y las han reemplazado con obras ucranianas sobre la guerra y los refugiados. En los bares son cada vez más visibles los veteranos. Algunos de ellos visten camuflaje por costumbre.

Espero que Bogdan «Bodya» Kuzminsky regrese sano y a salvo de la guerra. Él vendrá nuevamente, se parará detrás del mostrador y comenzará a preparar cócteles. Su colega Vadim Melnichenko, el camarero de un bar asociado en la orilla izquierda del río Dniéper, también llamado Barman Diktat, ha regresado del frente, pero le falta una mano. Mientras está desempleado, sueña con volver a su antiguo lugar de trabajo. Sus colegas ahora están organizando una campaña de recaudación de fondos para comprarle una prótesis de alta calidad. Pronto tendrá lugar la primera conferencia en Barman Diktat, cuyos ingresos se destinarán a apoyar esta causa. Esta vez, la conferencia no estará dedicada a la historia de Ucrania sino a la historia de la ginebra.

Esperemos que los camareros reúnan pronto suficiente dinero para la prótesis y que Vadim pueda volver a trabajar. Y esperemos también que esos doce voluntarios que fueron a la guerra desde el Centro de Ayuda Mutua para Personas sin Hogar de Oselya puedan volver a la vida normal después del conflicto bélico, sin ir a bares donde corren el riesgo de volver a caer en el camino de la falta de vivienda.

El estrés seguirá siendo un compañero permanente para todos los ucranianos durante mucho tiempo, y cada uno de nosotros será responsable de elegir un calmante para el estrés: un bar, un cine, yoga o cursos de inglés. Durante unas horas, la marcha del ejército privado de Wagner sobre Moscú nos proporcionó algo de entretenimiento, pero sería un error confiar en que los rusos proporcionarían a Ucrania herramientas para aliviar el estrés. Necesitamos descubrir nuestra propia manera de afrontar los combates, los ataques regulares con misiles y drones, las noches interrumpidas y los días impredecibles

Traducción del inglés de Víctor Ortiz Partida.

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