La delgada línea amarilla
Guión cinematográfico de Celso García
(fragmentos)
6. Ext. Deshuesadero de autos. Día
Los tres trabajadores laboran a todo galope. Uno de ellos se encuentra en la cabina de controles de la grúa. Con las enormes mandíbulas, la grúa toma los restos de un auto compacto y los levanta.
Al fondo, podemos ver a otro de los trabajadores destrozar con un mazo los restos del parabrisas de otro auto compacto.
7. Ext. Deshuesadero de autos. Tarde
Toño limpia con un trapo húmedo el interior de una vieja camioneta pick-up modelo 76. A lo lejos, podemos observar a los trabajadores laborar. El momento es interrumpido por el sonido de una camioneta pick-up que se aproxima a la propiedad.
8. Ext. Afuera casa de velador deshuesadero. Tarde
La camioneta modelo 1997 se estaciona justo afuera de la casa de velador donde vive Toño. Del vehículo desciende Ramiro (50), un hombre de bigote y camisa a cuadros.
Toño se acerca a Ramiro.
Toño
Buenas, Ramiro.
Ramiro
(volteando a ver la chatarra)
Toño, ¿cómo va todo?
Toño
Bien, ya no se ha metido nadie.
Me estoy quedando despierto
todas la noches.
Ramiro se acerca a Toño mientras enciende un cigarro.
Ramiro
¿Quieres uno?
Toño
No, gracias.
Ramiro da un par de fumadas un tanto nerviosas frente a Toño. Hay un silencio incómodo.
Ramiro
(un poco nervioso y titubeante)
Me duele mucho, pero me manda Don Hernán.
Te tengo que despedir. El negocio no
va bien, y aparte los robos…
Toño se queda en silencio. Parece meditar por unos segundos. Inesperadamente, un imponente perro de raza Rottweiler se asoma por la caja de la camioneta de Ramiro y llama la atención de Toño. El animal comienza a ladrar con furia mientras escurre saliva.
Ramiro
(enérgico al perro)
¡Cállate! ¡Cállate!
El perro calla.
Toño
(irónico)
Veo que ya tengo sustituto.
Toño observa al perro con una extraña mezcla de coraje y melancolía.
9. Ext. Entrada del deshuesadero de autos. Tarde
Toño se dirige hacía la salida del deshuesadero a bordo de su camioneta pick-up modelo 76, cargada en la caja trasera con un par de cajas y sus pertenencias. Antes de salir, Ramiro se acerca a Toño. La camioneta se detiene.
Ramiro
Te repito que puedes seguir viviendo
aquí, por mientras buscas algo.
Toño
Hace mucho que dejé de buscar.
Toño arranca su camioneta, y antes de salir del deshuesadero se detiene justo frente al perro Rottweiler que se encuentra amarrado a la entrada del deshuesadero. Toño y el perro se observan por un instante. La camioneta arranca y sale del lugar.
[…]
37. Ext. Carretera. Día
La camioneta del Ingeniero se acerca a la caseta. El Ingeniero detiene su camioneta justo al lado de la de Toño.
Ingeniero
(mientras se baja de la camioneta)
Toño Márquez.
Toño
Iba pasando… decidí
pararme a saludar.
Ingeniero
Pase. Le invito un café.
El Ingeniero quita el candado de la caseta y ambos entran.
38. Int. Caseta de construcción. Día
El Ingeniero y Toño entran a la pequeña caseta de construcción. El lugar tiene un escritorio y dos sillas, y en una pared podemos observar un par de mapas y un plano de caminos con algunos pins de colores insertados. En otra pared podemos ver, colgados, un par de cascos protectores color amarillo.
Ingeniero
Siéntese.
Toño
Gracias.
Toño toma asiento en una de las sillas. Mientras tanto, el Ingeniero sirve un par de cafés de una cafetera en vasos desechables.
Ingeniero
Estaba fuera. De vez en cuando
me doy mis vueltas a supervisar. Tengo a veinticinco
muchachos trabajando en diferentes caminos.
Unos bacheando, otros pavimentando, otros renovando
señales…
Toño
Mucho trabajo…
Ingeniero
(mientras termina de servir los cafés)
Nos estamos apurando para que
no nos ganen las lluvias.
Ya ve cómo son las aguas.
El Ingeniero voltea a ver de reojo a Toño.
Ingeniero
¿Azúcar?
Toño
No, gracias.
Conforme se da la conversación, Toño parece entrar poco a poco en confianza, aunque no deja del todo su actitud contenida. El Ingeniero le entrega a Toño el café y se sienta del otro lado del escritorio, quedando de frente a Toño.
Ingeniero
(continúa)
…Sí, las aguas son cabronas. Ya ve… ¿A usted le tocó
el derrumbe del setenta y ocho?
Toño pasa con dificultad su trago de café. Su mirada se pierde por un momento.
Toño
Sí. Nos estaban apurando a terminar.
La noche anterior me lastimé la espalda y tuve que quedarme
en cama. No estuve ahí para rescatar a mis compañeros…
El Ingeniero se queda en silencio con la mirada baja por algunos segundos.
Ingeniero
(con la mirada perdida y negando con la cabeza)
Terrible accidente…
El Ingeniero da un trago a su café. Toño continúa con la mirada perdida, como recordando.
Ingeniero
¿Y ya no volvió a trabajar
en construcción?
Toño
No.
Ingeniero
¿Por qué? Usted era un buen líder.
El mejor…
Toño
Pues ya ve lo que dicen:
un buen capitán o salva a su barco
o se hunde con él. Y yo no hice ninguna de las dos.
El Ingeniero permanece en silencio ante las palabras de Toño.
Ingeniero
No sea tan duro, Toño.
Segundos después el Ingeniero da un giro a la conversación.
Ingeniero
¿Y cómo va la gasolinera? Cada vez
más tránsito por ese camino, ¿no?
Toño
La verdad, no sé. Sólo tengo diez días ahí.
Ingeniero
Pensé que llevaba más tiempo.
Toño da un trago a su café.
Toño
Tomé lo de la gasolinera porque recién
me despidieron de mi otro trabajo. Fui velador en un
deshuesadero por once años.
Ingeniero
¡Once años!
Toño
(un poco reflexivo)
Al deshuesadero los carros van a morir. Y yo estaba listo
para morirme ahí también. Pero un día llegó a sustituirme
un pinche perro.
El Ingeniero sonríe ligeramente.
Ingeniero
Entonces, no le importaría dejar
la gasolinera si encontrara algo mejor…
Toño
A mi edad no creo encontrar nada mejor.
El Ingeniero se toma unos segundos. Da un trago más a su café y suspira levemente.
El Ingeniero se voltea, saca de un archivero una carpeta que pone sobre el escritorio y se pone sus lentes de ver.
Ingeniero
Mire, tengo una vacante. Es algo sencillo,
pero parece que después nos va a caer más chamba.
Ingeniero
(continúa)
Si esto lo termina bien y en los tiempos
que necesito, antes de las lluvias, después le doy más.
Toño parece meditar las palabras del Ingeniero.
Ingeniero
¿Cuánto gana a la semana?
Toño
(un poco dudoso)
…setecientos pesos.
Ingeniero
¡No, olvídelo! Yo le ofrezco, por quince días…
siete mil pesos. Y le repito: Si termina bien
y en tiempos, le ofrezco después más trabajo.
Toño
¿Y qué tendría que hacer?
Ingeniero
(mientras revisa la carpeta que sacó del archivero)
Necesito hacer el pintado de línea de
la carretera que une a San Jacinto con
San Carlos. Son doscientos diecisiete kilómetros…
Toño
¿Yo solo?
Ingeniero
No, no. Usted iría de encargado de obra.
Tengo a cuatro muchachos que
acabo de contratar para esto.
Hay un par de segundos de silencio.
Ingeniero
¿Entonces?
Toño
Hace mucho que no estoy en la carretera…
El Ingeniero se pone súbitamente de pie y le extiende la mano a Toño.
Ingeniero
Toño, el camino lo llama otra vez.
Toño observa la mano del Ingeniero y después lo ve a los ojos.
[…]
72. Ext. Carretera. Día
El sol se encuentra en su apogeo. Pablo y Toño avanzan lentamente y en silencio, mientras pintan la línea amarilla. Junto a Pablo avanza la perra. En los extremos vemos a Gabriel y Atayde con banderas en mano. Se ve a los cuatro cansados y acalorados.
Conforme avanza el grupo, descubren a un costado del camino, sobre una pequeña colina, un viejo espectacular abandonado con la figura de un enorme toro negro, que proyecta una gran sombra. Pablo, Atayde y Gabriel voltean a ver a Toño.
73. Ext. Espectacular de toro. Día
Gabriel, Toño, Atayde, Pablo y la perra descansan bajo la sombra proyectada por el enorme espectacular del toro negro, sobre la pequeña colina.
Vemos a Atayde echado a sus anchas, descansando. En su rostro se proyecta justamente la sombra de lo que serían los testículos del toro.
Atayde
(con los ojos cerrados)
Nunca había descansado a la sombra
de los huevos de un toro.
Toño
(con los ojos cerrados)
Pues disfrútalo, que no te va a
durar el gusto.
Pablo, con los audífonos puestos, escucha su walkman perdido en sus pensamientos, mientras descansa recargado en uno de los postes del espectacular. Gabriel, quien se encuentra cerca de él, también recargado en uno de los postes, lo interrumpe.
Gabriel
¿Qué tanto oyes?
Pablo voltea y se quita los audífonos.
Pablo
¿Eh?
Gabriel
¿Qué oyes…?
Pablo
Es música que mi hermano dejó en la
casa antes de irse. Un día desperté y había
dejado el walkman y sus cassettes encima de mi buró.
Pablo hace una pequeña pausa mientras observa el cielo.
Pablo
(continúa)
Me gusta pensar que fue su manera de despedirse.
Gabriel sonríe levemente, como aprobando las palabras de Pablo. Gabriel saca una cajetilla de cigarros y se la extiende a Pablo.
Gabriel
¿Cigarrito?
Pablo, un poco dudoso y extrañado por el gesto de bondad de Gabriel, saca un cigarro de la cajetilla.
Después, Gabriel saca un cigarro de la cajetilla y se lo pone en la boca. Pablo saca un encendedor y prende ambos cigarros.
Gabriel y Pablo dan un par de fumadas en silencio. A Gabriel se le ve un tanto meditabundo.
Gabriel
Estoy casi ciego.
Pablo parece no comprender las palabras de Gabriel.
Gabriel
Estoy quedándome ciego. Veo menos que una pinche hormiga.
Gabriel da una fumada más a su cigarro y suelta el humo.
Gabriel
Las últimas veces que manejé tráiler
me tenía que guiar en la noche por
la línea de la carretera. Cuando se dieron
cuenta de eso me quitaron la licencia de chofer.
Gabriel da una fumada más a su cigarro.
Gabriel
Necesito una operación
para volver a ver bien otra vez.
Pablo observa a Gabriel.
Pablo
Y por eso tomaste este trabajo…
Gabriel asiente.
Gabriel
Me muero por manejar un tráiler de nuevo.
Toño abre los ojos. Podemos adivinar que ha escuchado la conversación entre Gabriel y Pablo.
Vemos el enorme espectacular del toro negro, y al grupo descansando debajo de él.
[…]
La delgada línea amarilla. Guión y dirección: Celso García / Productor ejecutivo: Guillermo del Toro / Productores: Bertha Navarro, Alejandro Springall / Director de fotografía: Emiliano Villanueva / Director de arte: Carlos Salom / Director de casting: Abbiati-Cortázar / Edición: Mario Sandoval.