Preparatoria 7
Esas palabras que vuelan ansiosamente hacia mi voz
para tocar tus oídos,
para conocer tu aliento,
son delicadamente asesinadas por el silencio.
Mis ojos sólo se esconden bajo la piel,
ese resonante eco que decora mis oídos de miedo,
son sus gritos sin lamento las huellas de estos hechos.
La sonrisa aparece justamente después,
la bella cómplice del sufrimiento
que irónicamente es la negación de ese bello dolor que se recita en palabras,
en la profundidad de la oscura desilusión;
me he recostado sobre tantos porqués
cobijados con la ausencia de tu recuerdo.
Déjame decir adiós a todo lo que me ata a aquí,
deja que mis ojos de sueño comiencen a viajar.
Un día la pintaré, un día escribiré de ese simple lugar,
eso que aquí llamamos vida y solemos ignorar,
tal vez ignorar ya es algo a lo que nos acostumbramos,
creo que ser conformista sólo es otro síntoma más de la noche,
pero ahora en nombre de esas palabras que murieron en el intento de ser sonido,
en su memoria que sin más, o menos, ahora son sepultadas bajo mis porqués,
ahora que no es necesario llamarte,
puedo susurrar al viento.
El sentimiento que a veces nos envuelve en la demente idea de ser “perfectos”,
pero la perfección no es lo que busco,
amo ser humano,
amo superar mi propio ser,
ser mi propio amo,
ser el humano que busco,
la perfección desde mis defectos.
Contradicción, ¡qué irónica y repetitiva definición en la vida!
¿Y la vida? Otra pregunta donde las palabras mueren en silencio:
porque la vida se explica viviéndola.