GANADOR Luvinaria - Ensayo / El hombre revueltiano: el otro hombre

Alejandro Gómez Medina

CATEGORÍA LUVINARIA

Licenciatura en Filosofía, CUCSH

¡El hombre! El ser natural, el contingente e inacabado hombre. El objeto de estudio más llevado y traído en los trabajos literarios, académicos y científicos. Pero que aún en ese casi agotamiento de lo decible y no decible sobre él, nos permite, sin descanso, replantearlo una y otra vez. Y no puede haber descanso mientras la vida humana siga, la atroz vida humana, la que surgió una vez disipado el sortilegio del caos, diría José Revueltas en su novela Los días terrenales.

Es precisamente en la obra de José Revueltas donde ese peculiarísimo objeto de estudio tomó parte central. Pero esto poco ha sido revisado en los numerosos trabajos sobre la obra de Revueltas. Las más de las veces, dichos trabajos se limitan a señalar algunos aspectos de su obra literaria, ignorando por completo que Revueltas no es solo su obra literaria. Revueltas es su teoría política –que necesariamente incluye su praxis política–, su producción literaria y su significativa obra filosófica. Esta última, me parece, justifica las otras dos, e incluso le justificó a él mismo hasta su muerte. No puede hablarse de un Revueltas literario sin recurrir al Revueltas político (militante intermitente del PCM) y al Revueltas filosofo.

La particular visión del hombre que me interesa mostrar en este ensayo es la que se encuentra principalmente en la obra literaria de José Revueltas. Aunque, como se ha dicho anteriormente, tendré que recurrir a las relaciones que guarda con la política y la filosofía. Una relación que no puede ser otra que dialéctica. Ese hombre revueltiano que se desprende de las narraciones literarias del autor luce su lado más animal, más descarnado; se implica a sí mismo como parte de una naturaleza no superada. En búsqueda constante por superarse, por humanizarse. El hombre revueltiano vive en constante lucha por asumir sus contradicciones; llegará a un punto donde aceptará que las negaciones de humanidad también son humanas. Ahora bien, fuera de la producción literaria, sus ensayos políticos y filosóficos nos ayudarán a entender sus implicaciones y relaciones con la totalidad de su obra. En el particular caso de José Revueltas, tanto su producción escrita como su vida se entrelazan, y en ese “juego dialéctico” su antropologismo es parte esencial. Mucho se ignora que, en su formación autodidacta, Revueltas estudia los textos del humanismo marxista, que más adelante le llevarán a dar un giro radical en su actividad política. El humanismo marxista que estudia lo plasma también en su obra tardía. Sin dejar ese aspecto de lado, es normal notar algunas contradicciones marcadas a lo largo de su producción, pero que de ninguna manera invalidan un intento de análisis totalizador de su obra. Desde luego, con todo lo anterior, en este trabajo no se busca dar una muestra definitiva del hombre revueltiano, sino una particular visión desde la filosofía, e incitar también a nuevas formas de leer la obra de José Revueltas. El José Revueltas filosofo-político-literario.

La necesidad, en lo humano, tiende a revelar las estructuras de este. Nadie podrá negar que un hombre sediento y cansado de trabajar muestra con mayor claridad sus contradicciones. Los elementos se vuelven nítidos. En un extremo se halla dispuesto el impulso de los sentidos básicos, en el otro, la voluntad compleja. La estructura del hombre en Revueltas parece obedecer a un esquema similar. Oscila entre la necesidad y la contingencia. Entre animalidad y humanidad.

Así, lo escenarios de algunas de sus narraciones sitúan a los personajes en parajes desolados, comienzan en la necesidad material más hostil. Suponen para el personaje la negación de todo lo alcanzable, por ejemplo, Úrsulo y Cecilia se descubrían en un ambiente de muerte. El cadáver de Chonita los remitía y situaba en la tierra infértil donde vivían, o más que vivían, morían poco a poco. Tierra que solo podía producir muerte. Una tierra abandonada:

Alla vivían como perros famélicos […] Era inconcebible que pudieran permanecer seres humanos en aquella soledad […] pensando en el empeño brutal que los tenía unidos a la tierra sin provecho (Revueltas, 2007: 26).

En su novela El luto humano, todos los personajes son incapaces de escapar de la desolada necesidad, hasta el Cura, al mirarse los pies, mientras salía a esa tierra de la necesidad, pudo percibir cómo era ser (existir) un hombre en tierra no apta para hombres “Nuevamente se miró los pies, ahora en movimiento sobre el lodo. Pies fundamentales, sustantivos. Sobre ellos se levanta la estatua del hombre” (Revueltas, 2007: 27). La utilización de referencias o características animales también es signo de esa necesidad. Elemento recurrente en sus novelas, que buscan reforzar cómo esos personajes viven casi del lado opuesto de la humanidad. En los personajes se deja asomar, en forma de descripciones, un tono de pesimismo, y cuando el entorno material no basta para remarcar la invalidez de la humanidad, el personaje se vuelve no-humano, tiende a inclinarse a la naturaleza más azarosa, animal. Esto lo muestra en otra novela, Los días terrenales, cuando describe así al Tuerto Ventura:  

Porque Ventura parecía obedecer, en efecto, desde su misma esencia, desde los cimientos de su alma, a un congénito y espeso sentido de la negación (Revueltas, 1985: 19).

Ventura es el cacique, el poseedor de una tierra que se ganó mientras luchaba por la Revolución, es el proto-hombre producto del “triunfo” de una Revolución mexicana ficticia. Ficticia como la que habita fuera de la novela. Aquí su obra deja ver una crítica política al hombre que resultó de la Revolución, más en específico al hombre que surgió de la institucionalización de la Revolución, una Revolución que desde su origen surge fracturada, sin un programa unificado, con variados frentes. En ese sentido, para Revueltas el único resultado que pudo surgir son los cacicazgos y las disputas de poder, pues no fue una lucha con conciencia de clase, sino una lucha de clase contra clase. En Ensayos sobre México, Revueltas define así una característica de lo que fue la Revolución: “esa entidad abstracta de la que se habla y blasona tanto en México: la revolución, se torna un elemento poliforme y de una pluralidad asombrosa”. Desde luego, tanto en sus obras literarias como en sus textos políticos, José Revueltas fue un crítico mordaz del resultado de la Revolución en México. Pero ese proto-hombre del México posrevolucionario será tema de otro capítulo. Solo quise resaltar cómo su dimensión literaria y su dimensión política no dejan de entremezclarse.

Los elementos mostrados como pertenecientes a los argumentos de la obra literaria son producto, como lo menciona Revueltas en su ensayo Mi posición esencial, del “movimiento interno diferente al movimiento exterior objetivo; diferente, distinto, otra forma de ser del todo-real de fuera”. Entonces, los parajes desolados de El luto humano y la descripción del Tuerto Ventura, en Los días terrenales, ¿qué aportan a la visión del hombre en José Revueltas? Bueno, como menciona el autor en otra parte del mismo ensayo:

Lo que concibo como novela, o sea, esa forma particular del movimiento: el movimiento real percibido, representado e imaginado por medio de los recursos de la literatura […] la novela –ese arte de decir las cosas a fondo (Revueltas, 1975: 7, 9).

La aportación de las necesidades –como he caracterizado en los parajes y las características no humanas que Revueltas incluye en sus narraciones– es la tendencia, es decir, la representación de una realidad opaca y abstraída, que forma parte del movimiento del todo-objetivo del mundo. No implica una intención, funge como mera representación de lo opaco humano. Son un momento en la composición del hombre, un momento que puede y debe ser superado por otro momento. Es importante no confundir esos recursos literarios con la otra parte de la estructura que ya hemos mencionado. Los personajes y su entorno son utilizados por el autor para describir el lado negativo. Es representación del lado objetivo, real, pero no definitivo del hombre revueltiano.

Fuera de la interacción de la tendencia interna del entorno y los personajes (en clave de recursos y argumentos literarios), José Revueltas se da la libertad, en su obra literaria, de plasmar una antropología filosófica del hombre contemporáneo. No es en vano el uso de proposiciones directas. Sentencias de una postura ya plasmadas en obras no literarias, sino más bien políticas y filosóficas. Es sutil al utilizar este recurso, pero aprovecha cada espacio para hacer notar, esta vez, la postura que tiene sobre el hombre de su tiempo. Por ejemplo, en Los días terrenales:

[…] el único hombre que existe, en el hombre contemporáneo, real, esencialmente sucio, esencialmente innoble, ruin, despreciable. Ahora bien, el pensar en este hombre significa no pensarlo como un ser exterior a uno mismo, sino precisamente como una unidad moral indivisible a la cual cada uno de nosotros pertenecemos y de la cual somos solidarios y responsables en lo individual (Revueltas, 1985: 197).

Cada una de las proposiciones de este tipo reclama verdad. Suenan categóricas. Salen directas del autor, en un intento por dejarle claro al lector su intención por hacer de la literatura no solo una representación ficticia.

El hombre desnudo o así, en paños menores, no puede llamarse en conciencia un hombre verdaderamente real, es apenas algo menos que una abstracción, un objeto que no se pertenece, que no está, un ser que solo es él mismo, lo que equivale a decir nada, un hombre sin jerarquía, casi como sucede con los agonizantes (Revueltas, 1991: 14).

Estos recursos son el movimiento externo y objetivo de la novela de José Revueltas. El lado opuesto de la necesidad. La otra parte de la estructura de la que hablamos, es decir, la contingencia. Elemento que no deja espacio de duda: lo transparente. En fin, lo “otro de nuestra contingencia opaca”, dice Revueltas. Lo otro de la novela.

Para Revueltas, lo humano es contingente, pues las circunstancias del mundo, esa necesidad, jamás le pertenecen al hombre, ni aun en la novela. El hombre está siempre en movimiento, sucediendo en todas direcciones, en todo momento. Ha sido lo peor humano y lo mejor humano, su historia, toda ella es el devenir de lo humano, “no olvidemos que también hemos sido Hitler, por mucho que nos repugne” (Revueltas, 1975: 9). En la Dialéctica de la conciencia, su gran obra filosófica, pone énfasis en la importancia de movimiento sin teleologías; ellas implicarán, en algún punto del recorrido del movimiento de la conciencia, un detenerse. El movimiento sin fin, eso es la dialéctica que Revueltas entendía. El devenir que solo puede nacer en las contradicciones que se suscitan dialécticamente. Incluso entre los lazos que unen la obra literaria y sus demás quehaceres teóricos o prácticos, el autor duranguense trasparenta su postura filosófica más ignorada, e incluso olvidada.

El hombre revueltiano es necesidad y contingencia. La necesidad lo extravía, lo pone de frente a la hostilidad del mundo natural; en su intento por ejercer su acción en la naturaleza, como respuesta ha recibido de ella una influencia en su conciencia, de tal manera que se zoologiza. Tal influencia no superada lo ha conducido a su casi aniquilamiento; a las guerras, la violencia y, en fin, la barbarie. Pero el hombre no puede quedarse en esa necesidad. En eterno movimiento, necesidad y contingencia se implican. La una se superpone a la otra. No hay aniquilamiento, no hay desaparición, solo momento. La contingencia le permite al hombre superar su necesidad material en la cual ha sido arrojado. Es la conciencia racional; humanización armoniosa de naturaleza y sociedad. En la contingencia se olvida que es un hombre, solo un hombre, y se percata de que es y ha sido todos los hombres de la historia. Busca su universalidad no como humano, sino la universalidad en su humanidad. Lo humano en la necesidad es el Adán arrojado al paraíso, la humanidad contingente es el otro Adán, el otro hombre.

Bibliografía

De Gortari, Eli. 1978. La metodología: una discusión y otros ensayos sobre el método. Grijalbo, México.

De Gortari, Eli. 1985. Ensayos filosóficos sobre la ciencia moderna. Grijalbo, México.

Revueltas, José. 1975. Antología personal. Fondo de Cultura Económica, México.

––––––. 1979. Los días terrenales. Era, México.

––––––. 1982. Dialéctica de la conciencia. Era, México.

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