Preparatoria 3
Una hoja en blanco que se llena de palabras al compás de tu recuerdo, sintiendo el ritmo de tu voz en mi cabeza y el estremecimiento inesperado que sufre mi cuerpo al imaginar que estás a mi lado esperando que dé la vuelta y devorarme con tus brazos.
Me acerco a ti y recorro con mis manos tu cuello y tu nuca, mis labios se dejan llevar y siguen el camino que hay de tu boca a tu pecho, es ahí donde también puedo oírte, escuchar tu respiración al unísono con la mía, sofocando los suspiros que quedaron atrapados en el placer de la agitación, convirtiéndose en gemidos, primero tiernos, luego salvajes.
Entonces me permito saborearte, probar las delicias que tu cuerpo me ofrece, percibir el olor de tu sudor repleto de feromonas que provocan una excitación en todo mi ser. Quiero tenerte sólo para mí, ser egoísta y ver cuánto somos capaces de hacer en nombre del amor –y del deseo.
Todos mis sentidos se compactan, tu cuerpo junto al mío, tan perfectos, tan coordinados. Tu voz diciéndole cosas a unos oídos que no entienden, que se empeñan en no escuchar, que están muy ocupados siguiendo la armonía que provocamos al movernos y prolongando el sonido peculiar de un beso liberado de la ansiedad y la tentación, nuestros labios se sienten los protagonistas de esta obra carnal que es rica en olores, sabores, imágenes, texturas y sonidos…
Vuelvo a la silla donde estoy sentada con una hoja de papel medio llena.