Coloquio / Ra Hee-duk

No existe nada, excepto la catarina y yo;
las dos entramos en esta habitación para evitar el frío.

La catarina se arrastra con dificultad por el suelo,
sacude el aire en un colapso patas arriba,
posa absorta en la página abierta de un libro
y —como si de pronto recordara—
despliega sus alas traseras para limpiarse silbante.

El silbido de las alas corta el corazón
como una pequeña sierra eléctrica.
A través de la ventana, el sol de invierno
ilumina la espalda pinta de la catarina.
Y cuando también ilumina
los ojos que miran la espalda de la catarina,

la oruga dentro de mí
se dirige a la catarina dentro de ti.

Los dos somos un poco como insectos:
¿qué tipo de coloquio podemos mantener?

¿Un olor que se libera;
un zumbido al rodearnos el uno al otro;
una juntura que sacude el aire
al quedarnos patas arriba;
una ociosa agitación de polen
al deslizarnos entre el pistilo y el estambre?

¿Qué calor podemos —medio insectos como somos—
compartir antes de secarnos
en un rincón de la ventana?

Un puñado de sol de invierno,
corto como la cola de muñón de un corzo.

 

Con zapatos rosas

Me entregué a la música;
mis pies se deslizaron y empecé a desprenderme del tiempo.
El hilo se desenredaba dentro de mí,
se deslizó sul-sul-sul-sul en el umbral.
Mis pies bailaron más allá de la panadería, más allá de la lavandería,
más allá del parque, más allá de la oficina local china,
más allá de tu mesa y de tu cama, más allá de las tumbas y los campos de
[hierba.
No regresaron. ¿Y ahora qué?
«¡Sigue bailando!», gritó el mundo.
Aunque a mis piernas las amenace la amputación,
aún puedo entregarme por completo a la música.
Recuerda que traigo mis zapatos rosas ajustados.
¿Escuchas la melodía en mi sangre?
¿Escuchas el agua que atraviesa el dique?
Soy libre de ir a donde quiera, pero no tengo dirección.
El sol no se pone sin importar cómo baile.
El carrete dentro se desenreda sin fin,
como agua que corre sobre el dique.
Los hilos se enredan, las carreteras se enredan.
Con el hacha levantada, la ciudad corre hacia mí,
tratando de atraparme,
pero no puedo parar de bailar,
por culpa de los zapatos rosas que me puse hace mucho tiempo,
somnolienta por demasiado tiempo.

Versiones del inglés de Jorge Curioca

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