(Minatitlán, 1965). Poema tomado del libro Función de Mandelbrot, recientemente publicado por el Fondo Editorial Universidad Autónoma de Querétaro.
Cada vez es más caro escribir poemas de joven basta sentir el entusiasmo la turbia insensata corriente de la vida convertirse en ritmo cuando el viento cuando el agua cuando undoso un cuerpo nos revela que espesa sangre crepita con la luna y entonces cantamos insomnes himnos a los hipnóticos demiurgos que panópticos bajo mundo rigen son cánticos gozosos ebrios de la luz henchidos por esa atracción el uno que es Eros por la euforia por el grito por el planto de las plantas y el curry de la algarabía pero los años pasan la piel se agosta los órganos se inflaman hay que cuidar el hígado evitar las grasas deplorar el dulce apagar el último cigarro y sobre todo cubrir las deudas las facturas de los hijos yerta ceniza del amor consunto y la poesía no aparece ni en las tardes de domingo por las noches está uno siempre cansado mejor un paseo una cinta abundante en peripecias una novela cualquier cosa que aturda el pájaro del silencio el carpintero tan puntual que se esmera en tener listo mi ataúd claro que de cuando en cuando uno recuerda esa embriaguez la cópula exacta de nombres y objetos la promiscua hirsutez de la madreselva o el abdomen prominente de los floripondios preñados por la luna en el cálido vientre de la infancia y piensa que es la noche un jardín secreto se recorren cantinas se agota el bazo en los licores se arriesga el pene y se anotan frases que al otro día se desploman como morralla aún convulsa en los bolsillos uno quiere enamorarse cantar oh diosa a las caderas rotundas o a melancólicos ojos de oleaginoso ponto pero no hay fluidos mira que no recorre nadie ya esas calles que no hay encanto en los nombres que vas aprendiendo que la vida no depara otro encuentro que la muerte Hembra fatal la poesía que sólo con la pérdida aparece que no aspira a ser crítica juego lingüístico joyel venablo regaliz o euforia sino líquido supurante de la herida y la poesía fosforece ardiendo entre los párpados colirio o preludio a la memoria de un cuerpo que era la suma de los días Qué caro me cuesta la poesía que la persigo entre las frondas y sólo me adormezco que la escruto en el cielo y sólo trazo confusos dioramas siderales Debo decir que sólo recupero cierto ritmo lerdo sí pero fluido con la carencia que escribí un poema cuando se me enconó la lengua al día siguiente que me despidieras y que otro día luego de que en una plazoleta te avistara se estranguló mi paciente hernia postrándome en este hospital donde aguardo el momento de la cirugía y me entretengo acopio haciendo de mis pérdidas Se dirá No es la poesía es ella el cuerpo que te cuesta No importa seguiré buscándola seguiré diciendo que la amo hasta que ya no tenga nervios miembros músculos ni sangre