A la memoria de Raúl Padilla, universitario ejemplar

José Manuel Jurado Parres

(Guadalajara, 1947). Es director de la Preparatoria 5 de la UdeG. Fue amigo y colaborador de Raúl Padilla López.

Al hablar de Raúl Padilla desde cualquier arista, ya sea como amigo, compañero, universitario, líder, gestor cultural o político, todos podemos coincidir en que era un hombre estructurado, visionario, disciplinado y objetivo. En su vida tuvo dos compromisos esenciales inobjetables: su Universidad y su pasión por la cultura y la educación. En ello, su pensamiento estratégico jugó un papel central en las decisiones que tomó para plantear una «refundación» universitaria, con un nuevo proyecto integral que impactara en el desarrollo de nuestro estado y su población.

Y hablo de una «refundación» sin que me tiemble la voz, porque si bien Padilla tuvo presentes las grandes etapas históricas por las que atravesó nuestra Universidad de Guadalajara: su creación en 1792, su refundación en 1925 y su reapertura y rescate de nombre en 1937; en el año de 1994, nuestro compañero, como rector, inició una serie de cambios esenciales, de fondo, que significaron la transformación del modelo histórico napoleónico con el que se venía desempeñando la Universidad, a uno moderno departamentalizado y en red, que vino a impulsar el desarrollo social, político, económico y cultural en las diversas regiones del estado, potencializando la formación académica de la población jalisciense. Igualmente, Padilla supo propiciar e impulsar la investigación científica, que antaño era casi inexistente, a través del apoyo de diversos cuerpos de estudio que al día de hoy suman a más de mil seiscientos investigadores, cuyos trabajos han favorecido no sólo a Jalisco, sino a la humanidad, en múltiples disciplinas.

En su pensamiento e ideario estructuró planes con los que se comprometió hasta la concreción total de los mismos, pese a enfrentar dificultades y adversidades, incomprensiones que permanentemente afrontó en todos los ámbitos. Siempre fue tenaz y perseverante y nunca descansó hasta ver realizados proyectos como la Feria Internacional del Libro o el Festival Internacional de Cine en Guadalajara, dos referentes de la cultura de gran envergadura en Jalisco. Para llevar a cabo estas encomiendas, en todo momento supo integrar a los expertos más brillantes que configuraron equipos de trabajo de excelencia, que permitieron el alcance de las metas propuestas. A la par, erigió el centro cultural universitario más importante del occidente mexicano, con escenarios de calidad donde se presentan las más altas manifestaciones artísticas. Academia y cultura fueron las piedras angulares de esta nueva «refundación».

La comunidad universitaria es, sin duda, depositaria del legado más valioso que se ha construido en el último medio siglo. Si bien implicó una obra material y cultural de amplio desarrollo y visión, los hechos de nuestra historia reciente nos han demostrado los intereses francamente atentatorios que ese gran patrimonio universitario ha vivido cuando, desde el poder público, se ha buscado escindir al Sistema de Educación Media Superior de la propia estructura universitaria, con supuestos beneficios económicos, pero sin advertir la trascendencia y significación que tiene como cimiento de la vida institucional. Por otra parte, también ha habido intentos por enajenar los espacios culturales generados por el magno proyecto para que sean separados y entregados a un Estado que no ha sabido incentivar la cultura ni mantener sus propios escenarios artísticos, que están olvidados. Por esto y mucho más, frente al portentoso legado, los que integramos la comunidad universitaria debemos mantenernos en alerta permanente para cuidar, preservar y acrecentar, en perspectiva del futuro generacional, la siempre inconmensurable tarea educativa universitaria.

Raúl Padilla fue líder y político, un hombre que aglutinaba voluntades y lograba consensos, propiciando acuerdos trascendentales. Convocaba a diversos y variados liderazgos y asumía compromisos contra viento y marea. Firme de convicciones, pero sensible para la construcción de caminos y puentes que él mismo transitaba en compañía de quienes, convencidos, contribuíamos y seguimos contribuyendo en solidaridad, reflexión y objetivos por la causa de trabajar en pos de una educación que mejore a la juventud y la sociedad. A través de su trabajo tangible y sus resultados concretos, Padilla se construyó la imagen de un hombre fuerte que se ganó el reconocimiento de propios y extraños, que trascendió a sexenios, y como referente, como estadista, su opinión era consultada y escuchada. Así pues, Raúl supo aportar sus talentos en beneficio de la sociedad. Hoy, Raúl puede estar seguro de que su herencia y su legado son abrazados por una comunidad universitaria fortalecida y unida. Su pensamiento y su obra incuestionable le trascienden y forman parte de la grandeza de la Universidad de Guadalajara

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