Poemas

Verónica Grossi

(Guadalajara, 1963). Autora de Sigilosos v(u)elos epistemológicos en Sor Juana Inés de la Cruz (Ed. Iberoamericana / Vervuert, 2007).

1. Floto

Un panorama gélido
se desdibuja 
se derrite 
se desagua
comienza la marea
amenaza vidrios
y floto, floto, floto
en ondas blancas
cada sueño 
hilo de tiempo
incapaz de ver
línea lejana 
la nublazón 
desvanece 
lo cercano 
y floto, floto, floto
rebujada
de humedad
buscando el principio
la punta
el asidero
que permita levantarme 
pero todo es agua, ríos, flujo, arroyo
enroscamiento en olas
confusión 
aun con el golpe de la luz
continuo vaivén 
sobre gotas floto 
y me hundo plúmbea
sin poder ver estrellas.



2. Aterido

Longitud inmensurable
sin poder avanzar
un tronco
una rama
el agua sostiene la mirada oblicua
la oscuridad en la luz
el brillo de la vida
inalcanzable 
el pensamiento
repetición
no se vislumbra
la tibieza
opacada
por los muros
confusión
no saber si es de día
o la noche se prolonga
en esa tentativa
las horas matinales
desaparecen
sin sentirlo
se desdibujan las ideas
del cuerpo se apodera 
un sopor
la imposibilidad de erguirse, caminar 
y viajar al verdor
anillada
clavada
en posición horizontal
gira el mundo
pero no es posible
notar sus contornos
por el espesor 
no saber en qué sitio está cada cosa
todo da vueltas
los ojos cerrados
a pesar del tiempo que transcurre
no poder abrirlos
amarrada
a un mismo pensamiento 
intentar salir
del cuerpo
aterido
por las horas
sin movimiento
hacia lo abierto.



3. Parálisis al amanecer 

A lo lejos se oyen ambulancias
o será el tren
es tan remoto el sonido
y lo confundo
pues atraviesa el espesor 
de la neblina 
imagino
desde este rincón
en posición horizontal
mi mirada da hacia un espacio en blanco
una geometría indefinida
amanece
por los motores
el ruido creciente
el algodonamiento
ondea en la atmósfera
respiro para confirmar
que floto 
en esta coagulación 
casi de agua
a lo lejos
posiblemente un mar abierto
imaginar
un refugio de posibilidades
pues la parálisis
sin voz humana 
clava
los ojos secos.



4. Esfera

Todo está vivo 
hirviente 
como la lava
cubre 
y desborda
el panorama
y lo ennegrece
el rugir
del fuego
derrama
verde, verde aterido
se esconde
como un caracol húmedo
frente a esa intemperie
de hojas, de ramas
todas hirviendo
por el fulgor
de la mañana
un volcán
abre su boca
enrosca 
la cabellera de fuego
con el pavor de su gama escarlata
confusión:
¿es el sol?
¿o es la esfera en llamas 
del volcán?



5. Mis palabras

Una vorágine 
como la llama atronadora de un volcán
se enrosca hasta elevarse y formar un sol
vomito una y otra vez
pelotas naranja
crecen en el aire
a borbotones
surgen de mi pecho
raspan mi garganta
y se vuelcan
de mi boca
abierta
de par en par
las palabras
pujan
rugen
roncan
se dispersan como chispas
por toda la recámara
incendiando
con luz hiriente
incomprensibles glifos 
redondos, punzantes
se clavan en paredes
no pueden ausentarse
se incrustan como lombrices
húmedas
resbalosas
moradas de cansancio
atrapadas por el espesor de la ventana
se convierten
en caracoles
morosos 
caminantes
cada uno, un fragmento
sin poder verse el uno al otro
cobijados por un caparazón
de ceguera
cada palabra 
desperdigada
pulpa granate 
de sandía
el pensamiento
el fulgor de un volcán
furibundo
desparrama chispas 
un pantano
de luz
y de agua
las estrellas
heladas
en copos
de nieve
no dicen nada
sigilosa planicie
de pleno invierno
ya no hay hojas
ya no hay ramas
chispas muertas
como insectos
o pequeñas trizas
de tallos rotos
de pétalos caídos
¿dónde quedaron las catarinas?
ya nadie vuela en el erial de mi alcoba.



6. Rugiente

Abierta de par en par
de mi boca
vomito
una pelota de fuego inmensa
duele al nacer
desde mi pecho
rebota y rueda 
para caer 
y esconderse
bajo la cama
es una palabra flama
palabra redonda
palabra naranja
palabra sol
crece y crece
hasta incendiarlo todo
se derrama
por gruesas paredes
vuela el techo
desvelando estrellas
mientras gira 
cada vez más inmensa
estridente madeja 
de palabras-mordazas.



7. Nieve

No poder vislumbrar 
el confín 
tocar el cristal con la yema de los dedos
el frío crece
el pensamiento
se hunde 
en la delicadeza esponjosa
de ese polvo níveo 
limaduras de sílice
reverberando 
enteras gamas de colores
pareciera
no moverse 
el tiempo
pero es la luz
en la nieve
por un momento
una suspensión
del deseo
amortajado el sonido
los pasos no se oyen
puntos en la distancia
otros que caminan
imposible ver 
sobre cubierta
estrellas
mecidos por ese cuarzo verdinegro
de olas
con la emoción del viaje
de una orilla a otra
el recorrido 
sobre aguamarinas y turquesas
despertar 
ante una esfera inmensa
el nacimiento del sol
hecho fuego
naranja
rojizo
áureo
ascendiendo desde esa boca 
ruge
su furia
hasta caer en la arena negra
bajo los riscos
respirar
en otro lugar
el tiempo no avanza
el mismo cuarto 
deshabitado
polvoroso
las ventanas tapizadas
pólvora en sacos
disparar
sin ver el cielo
tiro al blanco
entre cuatro paredes.



8. Furor

Tapiz de talco
una levedad
desde el ventanal
el panorama se abre
para cerrarse
no hay confín
la blancura lo abarca todo
imposible ver
no hay figuras
sólo puntos
y blanco una y otra vez
un silencio espectral
el caer los copos
no hay voz
tocar con las yemas de los dedos
el helado vidrio
el pensamiento se paraliza un instante más
pareciera no avanzar el tiempo
la albura lo suspende 
sobre cubierta aspirar fragancias
matices turquesa 
expandirse 
viendo estrellas
hacia otro lugar
se vislumbra
esa luz
primero tenue
luego creciente
un borbotón de fuego 
perfectamente redondo
una y otra vez 
mecerse en las olas esmeralda
amanece
la vida 
como un sol 
bajo los riscos
arena negruzca
polvo de incendio
en otro lugar
un lugar despoblado
repetida planicie 
cada uno en un encierro
recogidos 
sin poder transitar
pólvora 
bajo la cama
celebrar el año nuevo
tirando hacia el vacío
con un furor de muerte.



9. En una misma parálisis

Sigilo al caminar
pisadas silentes 
no hay nadie
sólo una blancura interminable
sin alcanzar el confín
el talco de la nieve
no se oye
las yemas de los dedos
sobre un vidrio helado
la luz relumbra
y ciega 
en un marco de oscuridad
todo cubierto
pareciera que el tiempo no pasa
un mismo panorama
el viento
sin voces
mirar ese albor indescifrable
o cerrar los ojos para seguir durmiendo
no hablar
sobre la cubierta del barco
abrir la mirada hacia las estrellas
destellantes
aromas ondulados por el cristal aguamarina
un fuego
asciende
iluminando
ignotos contornos 
en la isla
amanecen
verdores
desde esa montaña
un círculo naranja
el sol o el fuego
de un volcán 
los escarlatas incendiados de las buganvilias
la apertura al horizonte desde la isla
la odisea
en otro cuarto
la pólvora oculta
bajo la cama
surgir de ese presidio tapizado de cartones
donde nunca hay sol
sólo un foco que nunca se apaga
escapar brevemente en año nuevo
a disparar
hacia las sombras del parque
con furia, rabia 
tirar una y otra vez
en un lugar despoblado
parálisis
el encierro
no tiene fin
un transitar en círculos bajo la lámpara
acumular polvo, pólvora
la polvareda de minutos
se extiende y se arrincona 
en un mismo espacio
el insistente pensamiento de rabia y rencor
inunda la aridez de ese cuarto
de la piel
de los ojos
una abstracción
una idea
la sequedad lo engulle todo
reiterada
monotonía
corta el aliento
cómo salir de este lugar intransitable
varado
con la mirada al techo
el mismo pensamiento
una y otra vez
buscar la pólvora
acumularla en sacos
como un tesoro
el odio
ahogo
obsesión
abrir la puerta para por no ver nada 
la oscuridad espesa de un parque a lo lejos 
y descargar una y otra vez 
crear ruido
en esa mudez
repetidamente
hasta terminar
ese polvo bajo la cama.
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