Poemas

Ana Carolina Quiñonez Salpietro

(Lima, 1988). Uno de sus libros más recientes es Matacaballos (Paracaídas, 2018).

El ruido de los animales en cautiverio


El ruido de los animales en cautiverio 
no es el de las frases largas
en los reencuentros ni las primeras citas 
con caminata
y robándose helado mutuamente 
porque nos gustan más sabores 
de los que elegimos

Tampoco es el silencio
ni algo parecido a la contemplación

Es más parecido al desconcierto 
de estar encerrado
con alguien que no pensabas 
y disfrutarlo

Es volverse a ensuciar 
al salir de la ducha 
quedarse dormido
con olor en las manos 
despertar con alegría insensata 
y humedad
sentir su mano de hombre alto ahora 
apretando tu cadera
y con algo de frío
por su respiración en tu nuca.

El ruido de los animales en cautiverio 
no es el de las posiciones
intrépidas con la técnica
de las convivencias pasadas 
y ciertas películas
Sino el de los cuerpos que se olvidan 
de lo aprendido de memoria
porque saben encontrarse 
en la desorientación
de la madrugada
cuando nada más importa.


A mi única persona en la cuarentena
 
A mi única persona en la cuarentena 
quiero decirle
que abandoné el ático
pero no del todo la madriguera.

Aún tengo la boca 
quemada por no esperar
que enfríen los almuerzos de fin de semana
que hacías con un delantal que te olvidabas de lavar Más concentrado en imitar los acentos
de las canciones
que en recitar las letras
tomando sorbos grandes de cerveza de trigo apartando dos gatos
que se interponían
entre tus tijeras de pescado 
Y el desorden
de las cafeteras de distinto tamaño 
siempre ocupando espacio.

No nos desvivíamos por ordenar 
ni decorar
ni limpiar 
preferíamos saborear 
la comida y el vino
en la terraza destartalada 
pelear
como si estuviésemos en un plano secuencia 
arrastrar nuestras palabras envenenadas
por varias habitaciones 
reconciliarnos en una de ellas 
sin arreglar las cosas

Era fácil perderse
pensar que así era la pasión 
juzgar la tibieza
y mediocridad 
de otras parejas
con la inseguridad
de todo acto de arrogancia y ensimismamiento.

Hiciste del encierro algo habitable 
no me arrepiento de la insensatez
ni de los excesos cometidos en 50 m2 
no tengo amargura
en la punta de la lengua 
sin enamorarme
te quise
no quería irme del todo 
sin decirte esto.
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