A mitad del verano — letras de supervivencia [fragmentos]

Mamang Dai

(Pasighat, India, 1957). Autora de The Black Hill (Aleph Book Company, 2014).

La deificación de la naturaleza

Cuando decimos que nuestra gente cree que las piedras y los árboles tienen vida, ¿qué queremos decir?

En este entorno en que vivimos y al que llamamos nuestra tierra, la de nuestros ancestros, no podemos destrozar montañas o arrancar su capa verde argumentando que obstaculizan el camino hacia nuestro desarrollo. La vida de plantas y lombrices e insectos prevalece a pesar de todo, contamos con amplia evidencia de ello. Así que nosotros también tendremos que prevalecer.  A lo largo de los siglos hemos empezado a intentarlo, en paralelo a plantas, lombrices e insectos.

Otras vidas

La tierra es un ser, justo como nosotros. Vivimos su clima, compartimos alimento, arroz, agua, sal. Vamos a la guerra, nos matamos con nuestras armas y nos ahogamos en un río o perecemos en una avalancha de rocas. Es un lazo tan cruel como generoso (como el de hermanos que claman un territorio). A partir del hecho de que cada uno es igual al otro hay un estado de mutuo respeto, un estado de alianza. Esto se refiere a los numerosos rituales que posteriormente consideramos iluminados, civilizados o bárbaros desde el punto de vista contemporáneo.

El shaman-miri[1] entra en trance y se comunica con la tierra en un lenguaje de evolución y transformación. Dicen que cada miri extrae su inspiración de distintas fuentes. Su rol no lo hereda ni lo obtiene por jerarquía. Una persona puede convertirse en miri incluso muy tarde en la vida, si es visitada por sueños y visiones.

En los huecos de mi corazón pongo trampas para atrapar memorias. Las palabras se abren como poema para desplegar una vida inexpresable, las palabras se estiran como hilos de seda que hacen capullo en mis pensamientos. ¿Es esto lo que quería decir?

No, no, no en absoluto.

¿Qué ocurrió con la semilla que fue dada a cada vida para nutrir y crecer?

Quizá pasé demasiado tiempo afuera, caminando con el vendedor de semillas, negociando líneas de costa, extrañas ciudades; una vida brillante.

Me he olvidado del filo de la espada de la memoria. Tal vez un día regresará —este nuevo lenguaje de palabras que brotan del cielo como las plumas suaves de un pájaro, que destellan como vestido nupcial de un misterioso ancestro que sobrevivió a la destrucción de la civilización y flotó de vuelta a la tierra. Tal vez.

[1] Sacerdote chamánico bien versado en cantar las narrativas de la tribu adi en la región Arunachal Pradesh de India.

Escribir

Escribir ha tomado la mitad de mi vida. Creo que debería estar agradecida. Es exactamente lo que quería: escribir. Es exactamente lo que dije que quería hacer: que me dejaran sola y escribir. Grandes sueños. Grandes esperanzas.

No puedo recordar cómo viajábamos. En cierto punto de inflexión nuestras manos resbalaron, o cambiamos con nuestros pensamientos que miraban en direcciones opuestas.

Trueno retumba. Sol aparece y desaparece. Gran tierra. Somos pequeñas, solitarias siluetas que intentan abrazar la montaña. La huella que deja un helecho es más profunda que la que dejamos nosotros.


Confinamiento

Cuando nacimos, brotamos verdes
hicimos capullo en los rituales de las cosas que crecen
plantando, preparando auspiciosos símbolos para un año nuevo
cuando la hoz del tiempo cortó todo de raíz
y pistolas para medir la temperatura fueron desenfundadas.

01

Entre cautas e infecciosas
nuestras palabras se disiparon tras una máscara.
La primera respuesta es solitaria.
Y lo siento por la gente de Wuhan
pero un pesado domo bloqueó las puertas
del viaje, la historia, la geografía
las fronteras se cierran
no hay paso a través de las barricadas amarillas.
Fue el murciélago —he aquí la historia de la covid-19
una guerra de teoría y reproche.
Nada queda exento:
embarques, camellos, caravanas
una civeta de palma, los pangolines
un comercio húmedo es lavado y restregado hasta la muerte
(el sol está bajando
prepárate, el viento ha comenzado a aullar).

02

Pero fuimos nosotros, estoy segura de que fuimos nosotros.
No lo digas. La orden es clara.
No digas aquellas cosas sobre avaricia y dominación
sobre cruzar la línea
pez, ave, cuero, marfil, hueso de ballena
expropiación y robo.
Hablar de nuestra salud.
Es un gran asunto
(teoría de los gérmenes, material peligroso
hay comida y dinero en la mesa
transmisión en vivo y alta tecnología)
por el bien público: quédate en casa. Mantente a salvo.

03

¿Qué tan a salvo?
Desperté esta mañana intentando recordar
las caras de mis amigos.
He olvidado la forma de mis pantuflas.
¿Alguien está cantando una canción?
¿Qué es canción, caricia, otro país?
Bajo vigilancia
en condominios plagados, me temo
que alguien se meterá en nuestras cabezas.

Después de la guerra, las consecuencias.
Las sirenas retumban.
Alguien grita:
¡No puedo respirar!
Y nosotros esperamos,
protegiendo debilitadas linternas:
¿se estará expandiendo la niebla blanca?

04

Pero cuando nacimos, brotamos verdes. Estoy segura.
A mitad del verano el árbol Taan florecerá otra vez.
Un día nos tocaremos a través de la estática
para honrar a los muertos, lavar la sangre de nuestros pies.
Cuando no hay lugar dónde esconderse
entre refugiados y sin casa
la meta es la misma
sobrevivir, sentir a nuestros corazones latir de nuevo.

05

¡Al diablo el hambre y la desesperación!
El laberinto de la vida y la muerte
es una segunda oportunidad de recuperar significado,
hay una memoria flotando en nuestras venas,
ahí (entre la ciudad gris y las zonas rojas
está el pueblo donde nací)
cargaremos a viejos y heridos
alzaremos a los niños, los alzaremos muy alto
cuando el camino nos encuentre otra vez, llamándonos a grandes cosas.
Verde en el sol
tiempo es el viento que carga un grueso pincel
con el cual mezcla colores en corrientes ancestrales
que fluyen en todas direcciones.

Hombre y hermano

Antes de que el día termine, una pieza cobrada y está hecho.
Los rostros de alarma son moteados granos de sudor en la tierra,
el sol cuelga de la colina cuando el último tigre salvaje es cazado
y un latido retumba como un trueno de la tierra al cielo.

En lo profundo de la noche las mujeres cuentan historias.
En hambre incestuosa de nacimiento y creación, ellas dicen nos caímos de la misma escalera
de estrellas, fuego y sal.
Todo el zodiaco nos fue dado
signos, símbolos, las marcas del destino
coreografía de sangre
cuadro por cuadro, ¡una vida!
Pero ahora, el panda rojo[1] está siendo tapado.
Cuando la luna se alce la colina estará vacía.
Quizá una larga silueta cruzará a zancadas el firmamento,
pero será sólo una silueta.
Todo el fuego que quede en nuestros corazones
se derretirá como hielo y hueso muerto
hasta que un hermano vuelva a llorar
al ver el rostro perdido de su hermano.
Sin su huella no sabríamos cómo ser valerosos.
Solos con el viento, quizá un suspiro nos salve ahora
(arde, ígnea memoria
de la rauda corriente y la luz del bosque);
en algún lugar de su sueño un niño gime,
sueña el sueño de uno de sus ancestros
que lo llama de vuelta, lo llama de vuelta
al verano rayado del tigre.

Versiones del inglés de Iván Soto Camba.

Lockdown

We were born green / cocooned in the rituals of growing things / planting, preparing auspicious symbols for a New Year / when the sickle of time cut everything down / and the thermal guns were out.

01

Between safe and infected / our words are banished behind a mask. / The first response is solitary. / I am sorry for the people of Wuhan / but a heavy dome has shut the doors / of travel, history, geography / the borders are closing down / there’s no crossing the yellow barricades. // It was the Bat—Here is the story of Covid-19 / a war of theory and blame. / Nothing is exempt: / Trade vessels, camels, caravans, / a palm civet, pangolins, / a wet market is scrubbed to death— / The sun is going down, / get ready, the wind is beginning to howl.

02

But it was us, I’m certain it was us— / Don’t say it. The order is clear. / Don’t say those things about greed and dominance / about crossing the line, / fish, fowl, pelt; ivory, whalebone / dispossession and theft. // Talk about our health. / It’s a big deal— / Germ theory, Hazardous Material / there’s food and money on the table, / live stream and Big Tech, / for the public good—Stay Home. Stay Safe.

03

How safe? / I woke up this morning trying to remember / the faces of my friends. / I have forgotten the shape of my slippers. / Is someone singing a song? / What is Song. Touch. Another country? / Under surveillance / in plague condominiums I am afraid / someone will get inside our heads. // After the war—the aftermath. / The sirens are blaring. / Someone is shouting / I can’t breathe! / And we are waiting, / shielding our dimming lamps. / Is the white mist spreading?

04

But we were born green. I am certain. / In midsummer the Taan tree will bloom again. / One day we will touch through the static / to honour the dead, wash the blood from our feet. / When there is nowhere to hide / between sheltered and homeless / the goal is the same / to survive, to feel our hearts beating again.

05

To hell with hunger and despair! / In the labyrinth of life and death / if a second chance is the recovery of meaning, / a memory floating in our veins, / there—beyond the grey city and red zones / there lies my native village— / We’ll carry the old and injured, / lift up the children, lift them up high, / when the road find us again, calling us to vital things. / Green in the sun / time is the wind carrying a big brush / mixing colours by ancient streams / flowing in all directions.

Man and brother

Before the day is over one kill, and the deed is done. / The alert faces are speckled, beads of sweat on the ground, / the sun is drooping over the hill when the last wild tiger is killed / and a heartbeat like thunder echoes from earth to sky. // Deep into the night the women tell stories. / In the incestuous hunger of birth and creation, they say, / we tumbled down the same stairway / of stars, fire and salt. / All the zodiac was given to us; / signs, symbols, the marks of destiny, / choreography of blood / frame by frame – a life! / But now, the red mantle[2] is being folded away. // When the moon rises the hill will be empty. / Perhaps a long silhouette will lope across the skyline, / but it will only be a silhouette. / All the fire remaining in our hearts / will melt like ice and dead bone / until a brother cries out again, / seeking a brother’s lost face. // Without his footprint we would not know how to be brave. / Alone with the wind, perhaps a sigh will save us now— / Burning, incandescent memory / of the swift stream and forest light; / when somewhere, in his sleep, a child whimpers, / dreaming a dream of an ancestor / calling him back, calling him back, / to the striped summer of the tiger.

[1] Existe la creencia, ampliamente aceptada en la región de Arunachal Pradesh, de que el hombre y el tigre nacieron siendo hermanos. Dar muerte a un tigre equivale para ellos al asesinato de un hombre, por eso los rituales asociados con su caza son rigurosos. Este verso hace referencia a la falda tradicional (ga-lè) de una mujer. Tras matar a uno de estos animales, el cazador es recibido a las puertas de la aldea por mujeres que utilizan esas prendas tradicionales como velos para proteger al cazador de la mirada del tigre asesinado.

[2] It is a widespread belief in Arunachal Pradesh that man and tiger were born brothers. The killing of a tiger is equivalent to that of killing a man and the rituals associated with a tiger hunt are rigorous. This is a reference to a woman’s ga-lè,- wrap skirt. When a tiger is killed the hunter is received at the village gate by women carrying a red ga-lè to shield the hunter from the eyes of the slain tiger.

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