¿Quién es?
De Gonzalo Suárez sólo conozco dos o tres novelas. Una película, Parranda, y su considerable sentido del humor. La suma de esos dos ingredientes me basta para ver en él uno de esos outsiders de las arenas intelectuales y artísticas que, por desgracia, no abundan demasiado en estos tiempos.
Para alguien que aprecie los juegos sigilosos de una inteligencia irónica, y la marginalidad deliberada allí donde la gran mayoría trabaja full time, la obra resbaladiza y casi inasible de Suárez dibuja en el panorama español contemporáneo algo análogo a lo que pudo dibujar en su día y en Francia la obra de Boris Vian. Cuando se les espera en una pantalla de cine o en un escenario, desaparecen bruscamente para mostrarse detrás de las tapas de un libro o de un solo de trompeta; quienes les habían dado cita en una mesa redonda, comprobarán consternados el hueco de su ausencia a la misma hora en que una dueña de casa estupefacta descubrirá que un huésped de amable sonrisa ocupa una silla a la que nadie le había invitado. De alguna manera cuyo secreto sólo él conoce, Gonzalo Suárez transita desde hace años por los registros más variados de la vida intelectual española, pero esa actitud de tránsfuga y casi de fantasma inquieta e incluso enoja a los críticos amantes del orden, los géneros y las etiquetas.
¿Novelista que hace cine, cineasta que regresa a la novela? De cuando en cuando hay mariposas que se niegan a dejarse clavar en el cartón de las bibliografías y los catálogos; de cuando en cuando, también hay lectores o espectadores que siguen prefiriendo las mariposas vivas a las que duermen su triste sueño en las cajas de cristal.
Un puzzle
Pienso en cosas así cuando no hace mucho tiempo que he leído Operación Doble Dos; ya antes lo había pensado cuando conocí otra de las novelas de Suárez, El roedor de Fortimbrás y vi su película Parranda. Tengo mala memoria y, sin embargo, estas tres obras tan disímiles, que me fueron llegando a la largo de diez años, se unen en el recuerdo con la precisión de las piezas que poco a poco van componiendo un puzzle, sacando de un caos de colores y de formas una imagen definida e imborrable.
El estilo, en primer término: en el cine o la literatura, Suárez prescinde de ese énfasis demasiado presente en lo que se hace en torno a él, y prefiere el apunte a la disertación, el dibujo a la materia espesa.
Su película Parranda parte de un tema que podría bordear el más truculento melodrama y que, en sus manos, vira a un tiempo para precipitar al espectador en una atmósfera de alucinación onírica, de enorme farsa fantástica que aumentará todavía más el impacto del regreso a la realidad.
¿Novelista que hace cine,
cineasta que regresa a la novela?
De cuando en cuando hay mariposas
que se niegan a dejarse clavar
en el cartón de las bibliografías
y los catálogos
En Operación Doble Dos, novela de espionaje en la que uno de los personajes es nada menos que el generalísimo Franco, la acción se cumple con una permanente liviandad pasando de capítulo en capítulo en una proyección acelerada de diapositivas; apenas el lector entra en una escena, hay un escamoteo instantáneo y la vista que sigue crea una descolocación a la vez incómoda y angustiosa. Exteriormente asentado en la técnica de la novela del comportamiento (la acción pura dando las sutiles claves de la reflexión), el relato corre por una pista de trescientas páginas que Hammett y Raymond Chandler hubieran ciertamente apreciado. Al término de esa carrera de muerte espera algo más que el desenlace usual que recompensa al lector de su fatiga; hay otra cosa, una condensación del horror en lo absurdo que obliga a pensar en eso que nos rodea cotidianamente, lo absurdo en el horror. Franco en persona, que sabía de estas cosas, se encargará de cerrarnos el libro en plena cara, como cerró en plena cara de España, hace cuarenta años, el libro de la historia.
Danza de muerte
Hice una referencia al humor de Gonzalo Suárez porque creo que es la hormona principal de su química literaria y cinematográfica, incluso en Parranda. Pero tomaré dos ejemplos de Operación Doble Dos: el personaje de S.S.S., pistolero inverosímil que alcanza realidad y algo como grandeza a lo largo de una trayectoria en la que cada acción y cada frase lo arrancan de los estereotipos usuales en el género y lo convierten de alguna manera en la figura más viva y convincente en esta danza de la muerte que es Operación Doble Dos. El segundo ejemplo es otra vez Franco, que antes de dormirse lee un libro de espionaje titulado El roedor de Fortimbrás, cuyo autor es precisamente Gonzalo Suárez y que contiene una de las sátiras más corrosivas del militarismo y del régimen…
Publicado originalmente en Les Nouvelles Littéraires
núm.2,644. París, 1973.