¡Qué infortunio, esta fotografía!
Un color burdo desfigura
Esta boca, estos ojos. Burlar la vida
Con el color, era entonces la moda.
Mas conocí aquél de quien se atrapó
En las redes el rostro. Creo verlo
Descender en la barca. Listo
El óbolo en su mano, como cuando uno muere.
¡Que un viento se eleve en la imagen, que su lluvia
La deslíe, la borre! ¡Que se descubran
Bajo el color los cursos chorreantes!
¿Quién fue él? ¿Qué habrá esperado? No escucho
Sino su paso que se arriesga, en la noche,
Torpemente, hacia abajo, sin mano que ayude.
Un recuerdo
Parecía muy mayor, casi un niño,
Iba lentamente, la mano crispada
Sobre un retazo de tela llena de lodo.
Sus ojos cerrados, sin embargo. Ah, ¿no
Que creer acordarse es el peor engaño,
La mano que toma la nuestra para perdernos?
Me pareció pese a todo que él sonreía
Cuando de pronto lo envolvió la noche.
¿Me pareció? No, cierto, me equivoco,
El recuerdo es una voz quebrantada,
Se le oye mal, incluso si uno se asoma.
Y no obstante uno escucha, y por tanto tiempo
Que a veces la vida pasa. Y que la muerte
Le anticipa un no a toda metáfora.
Ningún dios
Ningún dios lo habrá querido, ni tampoco sabido,
Ninguno la acompañó en su fatiga,
Un sueño, ese niño sobre el bulevar
Que camina cerca de él, ceñido de luz.
Ninguno murió a la hora en que él murió,
No tomó su mano en las sábanas en desorden,
Ninguno habrá trabajado nunca cerca de él
En el taller que reemplazó la vida.
Remonta, en las palabras que dicen el mundo,
Su silencio, que las niega, que me pide
Imaginar otras, pero yo no puedo.
Nadie ha puesto su mirada en él.
Lo que hubiera podido ser no será.
La palabra no salva, a veces sueña.
Una fotografía más
¿Quién es él, que se asombra, que se pregunta
Si debe reconocerse en esta imagen?
Es el verano, probablemente, y un jardín
Donde cinco o seis personas se reúnen.
¿Y cuándo era, y dónde, y después de qué?
Esas gentes, ¿quiénes fueron, los unos para los otros?
¿Se preocupaban, siquiera? Indiferentes
Como entonces su muerte les precisaba ser.
No obstante éste, que mira a ese otro,
¡Intimidado, a pesar de ello! ¡Extraña flor
Este vestigio de fotografía!
El ser brota al azar de las calles. Una hierba pobre
En lucha entre fachadas y la acera.
Y esos cuantos transeúntes, ya sombras.
Versiones del francés
de Silvia Eugenia Castillero