1
Hay rastros que son heridas,
casi imperceptibles susurros
que caen un poco
entre la carne. Hablé de tu rostro,
los pómulos enfrentados
—pero es cierto, casi nada se parece,
o debería. Un mundo de grullas
que vuelan o caminan
en las aguas transparentes tiene
el trazo que te dije. Pero quizá
no entiendas que todo lo vivido
es un hueco en el dolor. Así lo siento
y no vendrán ángeles a reconfortarme.
2
Como si todo, como si aquello
dijera o fuera cierto. Tenía
un mendrugo ante sí, una roca
maciza que en lo frugal dejara
la punta del dolor o su costado,
el que escuece y es informe. Si
te dijera todo o el petirrojo
no estuviera en esa rama no
podría soportar
la despedida. No
la soporto, dice.
3
Los rascacielos de Seúl tienen un halo
rojo, una fiebre aquietada que si pasara todo, yo
podría, pero no es así. El árbol desnuda
sus ramas y un viento frío entra en esto que podrías
llamar dolor y desengaño. Que son así, de nuevo, dices, y ya se sabe
que el dragón, la cigarra, las grullas no
te pertenecen. En realidad ya lo perdiste, ni la nube
o la calzada roja, te diría, son exabruptos, lotos,
pero aun así quisiera tocar su hombro.
Escenas que suceden en un cuadro olvidado de Park Soo Keun / León Plascencia Ñol
SEÚL, VERANO DE 2007