Llegó una estación extraña
que no es primavera ni otoño.
Nos pusimos los zapatos de tacones puntiagudos
además andábamos levantando la nariz.
Aunque me ponga los zapatos sin tacones y cómodos
sin mucha importancia
llegó la estación donde puedo observar ágilmente el mundo.
Me molesta usar ropas caras y accesorios lujosos
estoy desnuda de mi pecho
por lo que me quité todo
a la añoranza y obstinación que me sentí nerviosa
llegó la estación buena donde nadie me mira
aunque yo iría al mar del Este o quizá no.
Está creciendo frondoso el cuento sobre hijos y dolencias
más grande que una fruta y más rojo que una hoja caída
cuando empezamos a hablar.
Llegó a esa estación gorda y fantástica.
Versión del coreano de Joung Kwon Tae y Jorge Orendáin
Del libro Cinco poetas contemporáneos de Corea (Aldus, México, 2006).