Luna llena, Tierra vaciada
Blanco talón nunca alcanzado, riza las dóciles mareas, sosiega pájaros inquietos, mientras desnudo viene y va. ¿Qué, en nosotros, responde a ese grumo de luz que nos vigila? Quizá un secreto mar de sangre, en cárcel provisoria preso, empieza ahora a aglutinarse y concluya una paz de pluma ahogada en bruma de luz blanca, sin arrostrar lo que atrás queda. En la alta alcándara, un misterio. Abajo, agujas en el agua, luna llena, tierra vaciada. Por esa paz mentida, huyen, último acorde de un redoble, los derrotados pasos solos.
El reparto
El reparto es casual: nada aterriza donde debe, donde habría que distribuir tesoros se atribula. El reparto, siempre casual, se asusta, pero, y eso es lo absurdo, insiste. A la noche, que anunciaron radiante, le advierten que no habrá amanecer.