3 poemas / Lee Si-Young

Contemplación

 

Mátame
todo lo que ahonda y ensancha el yo dentro de mí
mátame
todo lo que hace florecer carmesís a las camelias
en las ramas secas que hay en mí
mátame
en un día de lluvias granizadas
todo lo que trae a miles de aceradas hojas de cuchillo agitándose en el vacío
[huerto de bambú de mi corazón,
que las hace inclinarse gentilmente hacia mí en la más ligera brisa.

 

Cuando veo esa colina

Cuando veo esa colina, mi corazón arde en llamas.
La colina que durante todo el invierno solía ver yo
desde la ventana de la prisión
apenas sobreviviendo con sus costillas de blanco inmaculado
hoy abraza para sí misma una multitud de cimas infantes,
con su vasto pecho desnudo expuesto a la nieve de marzo,
expuesto a la nieve de marzo.

 

La nieve está cayendo

La nieve está cayendo
en la tierra donde nadie vive.
Una palabra, una solemne promesa, condenada al eterno olvido,
tiembla, lívida, y se colapsa.
Un grito que no alcanza a escuchar a aquel grito se colapsa encima de él, se
[frota a sí mismo,
mientras otros gritos que no alcanzan a proteger a ese grito
se apilan detrás de los gritos.

Los gritos están cayendo
en la tierra donde nadie escucha.
Caen como puños, sin ruido, detrás de esos gritos.

Los ojos negros de alguien están buscando otros ojos
en la tierra donde nada puede verse.
Ojos que brillan, que no pueden ver a aquellos ojos,
y los ojos que alguna vez brillaron detrás de los ojos
en busca de los ojos que hacían falta
desaparecen en la oscuridad.

Las manos de alguien son llevadas en grilletes
en la tierra que nadie encuentra.
Las manos que llevan a esas manos tiemblan
y luego pierden sus propias manos.
En los corazones de aquellos que las han perdido
las manos carnosas están cayendo.

 

Versiones del inglés de Eduardo Padilla

 

 

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