III
Has venido a comprarme la madrugada
con una copa de caricias de chocolate.
No sé si nací para correr a tus brazos
o decirte: ¡Lárgate!, mi corazón no está en venta.
Qué importa,
es difícil ganar esta guerra
nuestros cuerpos se han aliado contra nosotros.
Mejor intentemos mentirle despacio a la diosa de la carne
que nos ha tendido esta trampa deliciosa.
No tiene sentido usar la lógica
no hay ciencia exacta para la carne
como tampoco la hay para la simetría de tu cuerpo.
No hay escapatoria.
No pensemos en guerrear contra el ejército que nos afrenta.
Antes bien, escodámonos bajo el santuario de la seducción
antes de que el sol nos encuentre desvestidos.
IV
Deshaguémonos de la conciencia,
arrojémosla al mar
y huyamos de los buitres pardos de la ciudad
que nos acechan desde los templos del pecado.
Roma no puede estar muy lejos de aquí…