Un comprimido de transformaciones / Carlos Vicente Castro

El libro amarillo

Sostengo entre las manos el libro amarillo. Miro: en la parte superior, un nombre: Julián Herbert. Debajo, las letras que componen el título se mezclan entre sí, rojas y negras, en mayúsculas las que conforman, al unirse, la palabra pastilla, y en minúsculas y de cabeza: camaleón.

Van en sentidos opuestos y complementarios: de arriba abajo y de abajo arriba.

Si dejo a mi imaginación hacer lo que le dé la gana y a una hora en que el sol y la lucidez de la tarde comienzan a abandonarme, me engaño tratando de configurar con la silueta de estas letras un camaleón que me mira. Sé que estoy imaginando de más, pero no me importa, es como si tratara de distinguir al camaleón que respira sobre la superficie con la que se ha mimetizado.

En cambio, al acostar el libro para observar en la portada la imagen formada por las letras en sentido horizontal, mi mente me hace otra jugada: creo distinguir los grandes ojos de un camaleón o, tal vez, un par de redondas pastillas, una junto a otra, o una gran tableta. Pero cómo diferenciar al camaleón del paisaje en que se ha convertido.

No puedo más que sonreírme: acaso yo mismo caiga en un efecto alucinatorio. Aunque, pensándolo un poco más, ese efecto se prolonga en el transcurso de las páginas.

 

Un comprimido de sensaciones

Pastilla camaleón es un comprimido que actúa en el organismo de acuerdo a sus propiedades: interpretación libre basada en la Real Academia. Pastilla camaleón: una dosis de transformaciones.

Camaleón. Chamaeleonidae, del griego chamai, «en la tierra», «en el suelo», y del latín leo, «león», «león de tierra». Según Wikipedia, los camaleones «son famosos por su habilidad de cambiar de color según las circunstancias, por su lengua rápida y alargada, y por sus ojos, que pueden ser movidos independientemente el uno del otro».[1]

Traduzco la letra de TheSmiths citada por Julián como epígrafe de Pastilla camaleón: «Soy el hijo y el heredero de nada en particular».

De nada en particular. TheSmiths solía tocar en los ochenta. Justo en los años de la última infancia y la adolescencia de Julián. Una adolescencia continuada…

Pastilla camaleón. Un comprimido de sensaciones atrapadas entre la portada y la cuarta de forros. Hay que tomarla para poner a prueba sus efectos.

Sus efectos. Inti García lo advierte en su prescripción: un «abanico de recursos formales», «una de las aventuras de mestizaje referencial más ambiciosas».

No hay contraindicaciones. Empiece a leer. Ante la hipersensibilidad, continúe leyendo. Indudablemente habrá reacciones secundarias.

Pastilla camaleón: ángulo de visión: 360°. Aunque cada ojo del camaleón mire en sentidos opuestos, se complementan. «Mestizaje», dijo Inti. Mezcla, fórmula: una fórmula que mezcla elementos antagónicos, todos en un mismo comprimido. Nada particular.

En unas cuantas líneas emergen Francesco (de Asís), Malcolm Lowry, Edipo, el padre. Amor y/o odio: un acertijo. La renuncia. Nada se salva: la física también alberga sus contrastes, sus blancos y sus negros. La Revolución es también un opio. En una fecha concreta, 1991, Cartago es congelada en el incendio. La belleza de Helena es tanto o más terrible que la de Kali: bastó un instante para que Fausto la persiguiera por el inframundo —¿quién no vendería su alma al diablo?

Midiendo la gravedad desde la horca, Isaac ofrece sus manzanas. Alicia se asoma a través del espejo; el 20 de agosto de 1847, o el 8 de junio o el 11 de enero, el Batallón de San Patricio descubre la gloria que hay en perder una batalla.[2] El desarraigo. Un romance que es un viaje camaleónico por la lengua (esa bella nadadora, que diría Huidobro): después de todo, qué se puede decir en este idioma con naturalidad, algo así afirma Julián: algo así confirma.

 

Nazis, monólogo, instantáneas personales, apaches, caballos, encabalgamientos

sin caballos.

 

Las referencias están ahí, múltiples, apuntando los ojos a un ángulo sin puntos ciegos. Pero también están ahí las tonalidades y los registros, las escamas del camaleón: tiempos verbales, palabras inusitadamente puestas una junto a la otra: un lenguaje que saca chispas entre adjetivo y sustantivo, entre referencia y nota al pie, alusiones y alucinaciones.

Dosis: la que dicte la felicidad de la relectura. Haga caso a Inti, que dio la vuelta al mundo con una pastilla. Pastilla camaleón: geografías, mitos, derrotas que son victorias, inusitados heroísmos, lenguas, ciudades internas o no, romances, tiempos comprimidos.

O como diría Julián:

 

A mi manera, Francesco, deseo todo.

Es así como pude renunciar.

 

Pastilla camaleón, de Julián Herbert. Bonobos Editores, Toluca, 2009.


[1]        http://es.wikipedia.org/wiki/Chamaeleonidae.

[2]        Claro, Whitman dixit.

 

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