En la orilla del sueño
soñaba yo un paisaje de cigüeñas,
alzadas espadañas y sed rosa.
Bajo el puente del sueño yo soñaba
tus ojos sobre el río, la mirada
del río deshaciéndose en tus ojos,
y el súbito aleteo de la nieve,
y la ronca ansiedad de las colmenas.
En la orilla del sueño
(no la orilla de cal ni de la infancia,
sino orilla del hombre tercera e insegura)
dije adiós a tus ojos como aquel olmo muerto
que agitaba sus ramas a los trenes del sur.
A la orilla del sueño, junto a la vía muerta,
apenas me miraron, tan azules, tus ojos
cuando yo me volvía sin mundo hacia las flores
y era un alba la tierra de savia y carbonilla.