Tu polilla / Mirta Rosenberg

     De las que hay, elegiste la comerropa
     que anda viento en popa
     por roperos nuevos y viejos,
     practicando agujeros
     en blusas de damas, en sombreros
              y variadas prendas
     de caballero.
     
         No la mariposa nocturna
     atraída por la luz, grisácea y taciturna,
     sino la polilla común,
     reina de la buhardilla,
     que sea de día o de noche, al tuntún,
     a troche y moche
     sacia su hambre monstruosa
     engullendo cualquier cosa.
    
     Lo que dejes a su alcance
     —gabán, camisa, pantalones,
     hasta viejas condecoraciones—
     sufrirá el mismo percance:
     como se lleva el amor
     un buen bocado del alma,
     su palma,
     que adorna nuestro atavío,
     es deseo desairado,
     un apetito calado
     hecho con el vacío.
    

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