Seres estelares

Mei-mei Berssenbrugge

(Pekín, 1947). Es autora de más de catorce libros de poesía, entre ellos Hello, the Roses, Empathy y I Love Artists.

«Las plantas tienen canciones», explica Mei-mei Berssenbrugge a través de la cámara de Zoom. Su voz tiene la respiración de una poeta y el ritmo de una practicante budista. Nos invita a mirar por un par de minutos la planta que hemos traído para la reunión, como un ejercicio para practicar observar sin el intelecto. Dice que hemos aprendido a ver con una mente que interroga y categoriza, ¿podemos percibir la presencia viva de la planta? Pasamos después un cuarto de hora imaginando que la planta nos devuelve la mirada: ¿Qué me está diciendo? ¿Cómo me está mirando? Después de unos momentos de concentrarme en ella, comencé a ver la energía flotando alrededor de sus hojas, el movimiento sutil en las ramas y los múltiples tonos más oscuros hacia sus raíces. Tal vez con sus colores brillantes, pensé, está diciendo gracias por el agua que le vierto cada tres días o por el baño de sol que recibe cada mañana en mi escritorio. Detenerme para tomarme el tiempo y contemplar la planta me hace darme cuenta de nuestras vidas estrechas; ella ha sido mi compañera durante los últimos meses, tomando el dióxido de carbono que emito y devolviéndome oxígeno a mis pulmones. Prestar plena atención a lo que hay en nosotras y lo que nos rodea es una de las enseñanzas más básicas de la práctica budista —es el método que nos guía a ser conscientes—. En Un tratado sobre las estrellas (2020), su más reciente poemario, Mei-mei Berssenbrugge expande su poesía fenomenológica hacia el universo exterior, en el que los seres estelares forman parte de nuestros parentescos terrestres. En este libro, explora la permeabilidad entre el mundo humano, el natural y el más allá, donde la conciencia es sinónimo del cielo nocturno, una metáfora que representa la sintaxis universal entre todos los seres. Un libro profundamente meditativo y necesario en un mundo deteriorado.

Nota y versiones del inglés de Andrea Reed-Leal.

1.

Al final de la tarde, las estrellas no son visibles.

Todo llega enérgicamente, al principio.

Espero a ver qué reconoceré, mientras el cielo difuso se resuelve en puntos de luz y brillo.

Cuando aparece Venus, los objetos son apenas visibles; las siluetas parecen más grandes, más cercanas; las voces son audibles a distancia, aunque las palabras no tienen un sentido preciso.

Mirando a la derecha de Antares en un azul claro, intuyo una atracción cósmica.

Las estrellas llegan primero de forma no visual.

Practico ver la luz en este proceso de evanescencia, como un aroma.

El campo del cielo, que opera fuera del espacio-tiempo, está formado por actos de otras entidades, otras estrellas y personas que se levantan en la oscuridad para buscarlos y ubicarlos.

Cuando la mente se extiende hacia el cielo, puede tomar la forma de una estrella percibida, porque el respeto es un portal. 

Cuando tu experiencia se enlaza ardientemente con un objeto o una persona donde vives (esposo, árbol, piedra), intentas aferrarte a la visibilidad de este objeto y su ubicación.

Conectarse con una geografía del cielo da esta sensación de seguridad, inspiración.

Me alío con un cráter en la llanura, también con la luz del cometa.



2.

Venus llega en cerúleo; Antares, la segunda estrella apenas visible, luego Pico en añil.

Oscuridad total: la luz traza de una estrella a otra como comunicación, un viaje. 

Los planetas se alinean y giran con su adn, la energía a su alrededor, como una red iluminada.

Las estrellas son agujeros en la oscuridad; cuando miro a una, voy allí; el contacto con la entidad alivia la emoción.

Pido al cielo que nos quede alguna esencia de lo que ha desaparecido, que algún día volvamos a experimentar bellezas físicas que ya no se ven.

Recordar concentra algo sucediendo en el presente; la visibilidad es como la memoria, las dimensiones también; los sustratos invisibles y organizadores unifican el pasado y el presente.

Proporcionan un marco que mantiene a las estrellas en su lugar, cohesionando el quanta dinámico del infinito, por lo que viajar es fácil.

Este marco no emite luz ni otras ondas, ni se muestra absorbiendo la luz del polvo caliente o la muerte estelar, como ocurre con un agujero negro concentrado, ni muestra hasta dónde nos extendemos en su ecología.

Observar es como vivir en la mesa, mientras profundizo mi recepción hacia ella.

La riqueza que concentro no está contenida; irradio espontáneamente en mi sueño la fragancia del desierto de una rosa silvestre.

Que podamos ir a ese tiempo; quiero decir, todos nosotros veremos el principio. 


3.

Ella transmitió sus observaciones sobre Venus y el amanecer primaveral.

No le preguntamos los detalles personales de su estudio.

Pensamos, naturalmente, que los procesos de objeto y sujeto se conectan, que el cielo nocturno y el conocimiento son indivisibles.

Quizás la creatividad es el despliegue de las relaciones entre el propósito y la emoción en el espacio.

El ser de las estrellas sobre las que mi conciencia proyecta asombro es también conciencia como luz.

Cuando nos expandimos hacia lo desconocido, usamos el término origen, es decir, el comienzo.

Esperando estrellas sé que es la plenitud del tiempo —el tiempo contingente—.

Salgo antes del amanecer para ver a Venus en mi cumpleaños.

Siento la extensión, el preespacio por donde llegará el amanecer.

Hay una atmósfera de canto de pájaros —las cigarras—.

Aspiro a que el espacio transparente difunda la disonancia dentro de mí hasta su complemento cuántico; el cielo se aclara.



4.

Veo un árbol blanco sobre la tierra negra.

Su forma es la de una persona que se estira con los brazos abiertos, pero con un contorno borroso por las hojas y las flores.

Estudio cómo la gravedad, el encanto, el origen crean la forma.

La ley natural está representada por la oscuridad de la que crece mi árbol.

La noche suscita, luego resalta el árbol, como si el brillo (el día, la experiencia) fuera una sustancia flexible que se piensa en coherencia, un molde.

La noche es del día, como el día es transparente, como la energía oscura es de la atracción de la luz.

El árbol alcanza su relación más íntima con la tierra negra en el contexto de mi estar viendo. 

Percibo el ser de las estrellas como una especie de flujo continuo visualmente emotivo. 

Una mujer mirando es como la superficie de espejo en la capa más externa de la apariencia o su experiencia del árbol.

Cada una de nosotras cuando miramos las estrellas es el reflejo localizado.

Salí con él para ver la Espiral ramificándose lejos. 

Nos enreda visceralmente en campos sutiles de otros seres pensando a través del espacio en líneas de luz.

La distancia entre la espectadora y la estrella se resuelve en una experiencia, punto o singularidad.

A medida que generas continuamente la transparencia del espacio que fluye, debe desarrollarse continuamente la materia que brilla. 

Star Beings
1

In late afternoon, stars are not visible. / Everything arrives energetically, at first. / I wait to see what I’ll recognize, as diffuse sky resolves into points of light and glitter. / When Venus appears, objects are just visible; silhouettes seem larger, nearer; voices are audible at a distance, though words don’t make precise sense. / Glancing to the right of Antares in medium blue, I intuit cosmic allurement. / Stars arrive non-visually, first. / I practice to see light in this process of evanescence, like an aroma. / The field of heaven, which operates outside space-time, is formed by acts of other entities, other stars, and by people who rise in the dark to look for them and place them. / When mind extends toward sky, it may take the form of a perceived star, because respect is a portal. / When your experience ardently links to an object or person where you live-husband, tree, stone-you try to hold onto the visibility of this object and its location. / Connecting with a geography of sky gives this sense of security, inspiration. / I ally with a crater on the plain, also the comet’s light. 



2

Venus arrives in cerulean; Antares, second star is just visible, then Pico in indigo. / Full dark: light streaks from one star to another like communication, travel. / Planets line up and turn with their dna, energy around them, like a web struck by light. / Stars are holes in the dark; when I look at one, I go there; entity contact eases emotion. / I ask heaven that we be left with some essence of what has disappeared, that one day we again experience physical beauties no longer seen. / Remembering concentrates something at work in the present; visibility is like memory, dimensions also; invisible, organizing substrates unify past and present. / They provide a framework that keeps stars in place, cohering the dynamic quanta of infinity, so travel is easy. / This frame does not emit light, nor other waves, nor show itself by absorbing light from hot dust or star death, as with a concentrating black hole, nor show how far we extend into its ecology. / Watching is like living on the mesa, while deepening my reception to it. / Richness I concentrate is not contained; I radiate desert fragrance spontaneously from a wild rose in my dream. / May we go to that time; I mean, we’ll all see the beginning. 



3

She passed on her observations of Venus and spring dawn. / We did not ask the personal details of her study. / We thought, naturally, object and subject processes connect, that night sky and knowing are undivided. / Perhaps creativity is the unfoldment of relations between objective and emotion in space. / The beingness of stars onto which my consciousness projects awe is also consciousness as light. / When we expand into any unknown, we use the term origin, i.e., one time. / Waiting for stars I know is the fullness of time, contingent time. / I go out before dawn to check Venus on my birthday. / I feel extension, pre-space through which dawn will arrive. / There’s an ambience of bird song, cicadas. / I aspire for transparent space to diffuse dissonance inside me to its quantum complement; sky lightens.

4

I see a white tree against black ground. / Its shape is a person reaching up with wide arms, but fuzzy in outline from leaves and blossoms. / I study how gravity, allure, origin create the shape. / Natural law is represented by the dark from which my tree grows. / Night elicits, then highlights the tree, as if brightness (day, experience) were a flexible substance being thought into coherence, a mold. / Night is of day, as day is transparent, as dark energy is of light attraction. / The tree attains its most intimate relation with black ground in the context of my viewing. / I perceive the beingness of stars as a kind of visually emotive flow-through. / A woman watching is like a mirror surface on the outermost layer of appearance or her experience of the tree. / Each of us when we look at stars is the localized reflection. / I went out with him to see the Spiral branching away. / It viscerally enmeshes us in subtle fields of other beings thinking through space in lines of light. / Distance between viewer and star resolves into one experience, point or singularity. / As you continually generate the transparency of flowing space, it must continually unfold matter that shines.


«Star Beings» de Mei-Mei Berssenbrugge, A TREATISE ON STARS, copyright ©2020 de Mei-mei Berssenbrugge. Publicado con permiso de New Directions Publishing Corp.

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