(Guadalajara, 1963). Autora de Sigilosos v(u)elos epistemológicos en Sor Juana Inés de la Cruz (Ed. Iberoamericana / Vervuert, 2007).
i. Se prende el color en la corola como mariposa en vuelo un instante desvanece en la mirada acuosa marejada diluvio por el iris arco-iris la pupila se derrama apabullada abre su lente hacia la luz en las tinieblas del naufragio los cobaltos y azures son otro océano se traspasa por la puerta subterránea al sueño tambaleante solar los tintes avivan los confines en la hora exacta es difícil evocar su altisonancia aun cuando volvemos se imprime en los sentidos el resplandor todo se va aclarando cada objeto cobra cuerpo en la red del ojo sin tocarlos seres, objetos, sustancias, formas cambiando visos por su fulgor o negrura grises, apagados ocres, marrones, malvas y purpúreos con gama de fragancias se adentran en la tierra para encontrar calor arcilla húmeda, ambarina, ferruginosa después del hielo despuntan verdes tiernos gradaciones germinaciones, tejidos de frondas del verde salvia al esmeralda. ii. Desde el encierro el cristalino transforma tonos más tenues o lejanos intentar aprehender sobre un lienzo con vacilante mano traslúcidas tinturas la exuberancia de esa gama irrepetible. iii. Ceguera por el deslumbramiento dormir para ver en la pantalla interior de los párpados imágenes creadas a partir de lo que hemos vivido en el día pigmentos incendiados cada segundo del atardecer sin reproducir ni siquiera en la fotografía una aproximación un coro de voces: variaciones de canon pero el espesor, la riqueza de ese color desde el caliginoso piélago del ojo nenúfares flotando en la mirada arrullan anegan adormecen intensifican la vida incluso cuando las tonalidades son grisáceas como en las obras de Vilhelm Hammershoi la luz discreta en las pinturas de Vermeer cromatismos graduados por el espacio interior de una habitación ¿qué expresan los colores? ¿qué nos dicen en una pintura de Klee? planos, osados, contrastantes y risibles, como en Picasso Matisse, sus geometrías sinuosas, sensuales, evocadoras, abstractas los bermejos encarnados, un denso laberinto de terciopelos escarlatas, en las grandes telas del hijo del tintor veneciano, Tintoretto Tiziano, Veronese, maestros del color en la pintura las bucólicas coloraciones en la música de Vivaldi los pájaros y sus trinos polifónicos los zumbidos dorados de las cigarras acompañados de cerúleos y verdinegros en las enredaderas granadas atardeciéndose, ensombreciéndose a duermevela, bajo la vela la luz de la ventana entra e ilumina un rostro inquisitivo el destello en la perla de la mujer que amó Vermeer el arte sin color es un cuadro renegrido de Ad Reinhardtk, pero en ese cuadro también podemos advertir variados tornasoles el negro prohibido por los impresionistas fragmenta a La mujer de Willem de Kooning en una descomposición móvil, giratoria, explosiva de voluptuosidad angulosa las florescencias cálidas en oleajes azulinos y rojizos, abrasados de luz y sombra, en la carne vertiginosa de los cuerpos de Rubens. iv. El color y la imaginación sensorial: raíz de la inteligencia se clava en la mirada, en la conciencia recogidos, absortos en la contemplación de la vida aflora por primera vez. v. Pero a veces los colores nos hieren clavándose en la intensidad agridulce de una hora en la que el cuerpo desfallece duele el calor en los poros se busca la sombra y el asueto cerramos las pupilas, los párpados para refrescarnos y volver poco a poco a la luz un faro fosforescente como luz hiriente el hundimiento gradual una capa de opacidad sobre los cuerpos sin ventanales con sus verdores en el viento, transidos los párpados de agujas, heridos en la respiración, desacompasada, intermitente, encerrados en una misma sábana o cubículo transparente, incoloro, en aislamiento de presidio, en tránsito a la muerte.