Nítidas espinas de los cactus
y filo de las piedras.
Por aquí ha pasado ese horizonte
que ahora se deshila
allá en la lejanía.
*
En las manos del aire
absortas
momentáneas
intuiciones de la forma :
nubes.
*
Es leve la tierra.
Allá donde se juntan
las últimas lomas y la tarde
todo es aire o remolino.
Nada echa raíz.
Pisamos sobre la sombra de unas nubes.
*
Como un rumor que llega
de tierras aún más grises
el bosque de abedules
de la lluvia.
*
Ruido de unos cascos
al paso al paso y de pronto
contra los párpados cerrados
la manga gris de la tormenta.
*
Anoche la helada azotó los campos
y quisimos verla al aire libre.
Abrimos la puerta
a una luz toda umbral.
*
Llovió toda la noche
y esta mañana hay en el valle
brotes nuevos : piedras
lavadas líquenes brillantes
y el vaho blanco de la tierra
que empapa nuestros pies …
Nos detenemos.
Todo en torno inmóvil …
Árboles clavados en la niebla
pero la fronda echada al aire.
*
Miramos la noche sin hablar.
El silencio era la ofrenda
en que se fiaban nuestras almas.
Brillaban las estrellas enraizadas
—no en el cielo— en la verdad :
almas fiadas sin hablar
como las nuestras.
*
El agua del estanque que el ocaso
fue volviendo oscura y hosca
siente ya cómo la luna le devuelve
el vaho iridiscente
de su antigua santidad.