Porounhol, la neolengua de las fronteras en la actual escritura paraguaya / Cristino Bogado

      uno
      La nueva escena literaria paraguaya, etiquetada como portuñol salvaje o porounhol, ha hecho un impredecible, iniciático viaje al pasado para fundamentar su humus generatriz. Desde el guaraní, jesuita, inventado por la compañía de Ignacio, pasando por el yopará nacionalista de los poetas populares del periódico de guerra Cabichui de 1870, pasando por la oralidad predominantemente guaraní monolingüe y la invasión brasilera de las fronteras, empujada por el proyecto Marcha hacia el Oeste del Estado Novo imperialista del siglo xx, hasta los autores de vanguardia que sin rubor gustan de coctelear lenguas y naciones para mayor gloria de la escritura contemporánea. Es esta escritura, que ha abrevado en la memoria inconsciente de la lengua, la que queremos presentar aquí, la de Douglas Diegues, Jorge Kanese, Édgar Pou, la del ficticio Remigio Costa (creación del poeta y cuentista Christian Kent). No hay nunca «deforestación lingüística», idea victimista de la lengua (originaria sobre todo) del jesuita Meliá. Hay sí una especie de «recombinación genética». Ésta es la teoría que explicaría la génesis monstruosa de la escritura del porounhol paraguayo actual.
       
      Recuerda Cecilia Vuyk:
      La migración de colonos brasileños se inició a comienzos de la década de los sesenta, intensificándose entre 1970 y mediados de 1980. Al final de la década de 1970, los brasileños instalados en Paraguay eran aproximadamente ciento cincuenta mil, lo que aumentó al inicio de 1980, siendo a finales de 1990, aproximadamente medio millón de colonos brasileños y brasiguayos en el país. Existen amplios debates en torno a la categorización de brasiguayos. En esta investigación, se denomina brasiguayo al colono brasileño que nació en Paraguay o migró al país y se nacionalizó, teniendo hoy día nacionalidad paraguaya. La especificidad que  lleva a categorizar a los brasiguayos como tales es que, pese a ser jurídicamente paraguayos, los mismos viven en Paraguay y se rigen por leyes paraguayas para la producción, pero se reconocen como comunidad brasileña en Paraguay, mantienen sus tradiciones culturales brasileñas —como hablar en portugués— y — lo principal que marca la diferencia— hacen valer su origen brasileño frente a las autoridades nacionales, recurriendo a las autoridades brasileñas ante conflictos con las instituciones paraguayas, exigiendo que las mismas intervengan en asuntos internos paraguayos a favor de sus intereses como comunidad de origen brasileño. El último Censo Nacional del año 2012 demuestra que trescientas veintiséis mil cuatrocientas noventa y seis personas hablan como primera lengua el portugués, lo que nos daría un dato más cercano a la cantidad de brasileños y brasiguayos que viven actualmente en el país.

El Censo de Población y Vivienda de 2002 presenta los siguientes números: sesenta por ciento de la población habla guaraní, siendo veintisiete por ciento monolingües guaraníes y treinta y tres por ciento bilingües guaraní-castellano.

Describe Sebastián Goyeneche:
      Estos basamentos teóricos fueron los que en 1974 lo llevaron a proponer la hipótesis de la existencia de una tercera lengua, que no siendo ni una ni otra se conformaría como una fusión de repertorios lingüísticos y estructuras gramaticales. Este «híbrido» recibió históricamente varios nombres, en principio guarañol y luego jopará. Según un diccionario de paraguayismos llegamos a una definición bastante simple de jopará: «La lengua española hablada con gran cantidad de vocablos guaraní».

Amparándonos en el saber popular paraguayo, podemos afirmar que el término jopará viene de un famoso plato autóctono: se trata de un guiso preparado con la mezcla de maíz blanco, porotos, verduras y carnes de diversos tipos, que —justamente— en diferentes zonas del país se prepara de maneras diferentes. (La combinación, especialmente, del locro y el poroto, el jopará, es una estrategia de los jesuitas para inculcarles a los guaraní el valor del ahorro, ya que tanto el poroto como el maíz son granos que pueden guardarse largo tiempo). El plato y su nombre refieren, metafóricamente, a la sumatoria de elementos que genera un plato nutritivo y fuerte para soportar las largas jornadas de trabajo. En este sentido, el jopará pasó a definir esa lengua o constructo lingüístico generado a partir del uso que incorpora elementos léxico-gramaticales de español, portugués, guaraní y otras lenguas o dialectos indígenas de la cuenca litoraleña-amazónica, dependiendo su base sintáctica de la zona, en la mayoría de los casos español, pero en algunas regiones (como la frontera Pedro Juan Caballero-Punta Porã) con base portuguesa. En estos últimos casos, el término usado para ser más correctos es poro’unhol o porunhol salvagem, llegando a ser mencionado en un caso analizado como portunhol selbagem.

Responde Osvaldo González Real:
      La poesía paraguaya de hoy se ha aggiornado totalmente. Las últimas y más recientes corrientes han sido asimiladas por nuestros jóvenes poetas que escriben con un dejo contestatario y también nihilista. Se observan las más diversas tendencias, llegándose, incluso, a la antipoesía, como querían Neruda y Parra. Hay otros que escriben en yopará y la generación más nueva, los llamados poetas cartoneros, ha creado dialectos como el brasiguayo y el portuñol, considerados como una actitud babélica hacia el lenguaje, en una suerte de posmodernidad sui generis.

 

dos
      Ser das fronteras das capital tapi’a

Benjamin, judío laico, entre las solicitudes de refugio para ir a Israel (Scholem) o a Estados Unidos (Adorno) prefirió descansar, ayudado por una sobredosis de morfina, en las fronteras de la España franquista y la Francia a punto de ser ocupada x los nazis: Port Bou, matadero de los chivos expiatorios del futuro.
      Su destino de ser de las fronteras, explícita y eternizada con su muerte, nos sirve para teorizar a esta especie que gusta de vivir a horcajadas entre dos mundos distintos, sin casarse con ninguno, mostrando acaso un futuro de constante presencia bifronte.
      La perspectiva esquiza o la posición bifronte que se da en Paraguay en algunos de sus escritores podría plantearse como una pertenencia a un ser de las fronteras simbólicas, pues viven colgados de dos mundos lingüísticos, de dos códigos, traicionando a uno y otro, sucesiva o simultáneamente, huyendo de uno para volver junto al otro, cual hijo pródigo incorregible, sin ficar ni arraigar en ningún punto extenso o territorio rico y cotizado.
      El jopará de las lenguas, español y portugués más un humus omnipresente de guaraní, esa reliquia precolombina, es su hábitat. En política sería como no ser proyanqui ni chavista, ni de derecha ni de izquierda, justo no en el medio sino equidistante de posiciones fijas y estables, sin inclinaciones privilegiadas, apenas incertidumbre como principio vital, indeterminación entre el ser y la nada, epojé de los cuernos extremos, chau a las lógicas maniqueas hacia emoscapes polivalentes o paradojales.
      O como si te preguntaran —siempre preguntan cuestiones tontas— quién es tu poeta preferido, y rumiando años llegas por fin a la sabia y única conclusión: un mix de Mayakovski con Nelly Sachs, ruso con judía, vanguardia con misticismo, estridencia con quietud, mujer con ñato. Mix mix mix de una miss y un publicista del futuro.
      Milanesa con papas en gastronomía, las siete cabrillas con eclipse total de luna en astronomía, cuerpo de niña con alma de Madonna rafaelina en cuanto a yiyi. Futbol mixto, una Messi tetuda metiéndole un penalti a una Sharapova golero.
      Si consideramos que lo que fascina a todo el mundo en ese no lugar llamado Tres Fronteras, suerte de topus transpolítico, lugar de pasaje, de fuga y tránsito infinito, de flujos sin nombre, de dinamismo sin cabeza, por qué separar lo mezclado ab initium en tres compartimentos estancos políticos (lo brasilero, lo argentino, lo paraguayo) para representar eso que es una tierra de nadie, una perfecta atopía moderna, centro de desplazamiento y excentricidad triple, enclave cayendo para un lado u otro de su borde, licuadora del melting pop sudaka que vive y bulle en una efervescencia de jopará, enredo y tráfico flanante.
      Este texto es mi billete, moneda legal de tráfico de fronteras, es artilugio high-tech acunado por el contrabando hormiga como  lengua franca, es ángel benjaminiano armado con letras e insuflado de vida con los sotaques inaprendibles x los espías, schibboleth (boleto) de ida y vuelta, mensaje vaivento entre los pliegues del viento criollo, eras de triple sentido, el literal y los otros también, poema trifásico o sujeto posfasado, ostrakón mutilado pero completo al mismo tiempo, la falta es su prótesis x esencia o accidente geográfico-político, símbolo sin bola alguna pero con cojones bien colgados por vivir con las piernas a horcajadas perpetuas, carcajadas de orcas.
      El poro’unhol no sólo mixtura de fluidos sanguíneos sino la amable corriente de las lenguas en su devenir habla, fala, castillos de fonemas, reflejo verbal del pueblo luego. Es una bolsa de gatos donde el español da las disposiciones pero el guaraní las desobedece bellamente y el portugués sucumbe a sus cercanías como doble infiel. Incluso el omnipresente inglés asoma su larga nariz dólar-homomonotonopolohorrorizante a veces, ese imperialismo econo-libidinal que nos deja impotentes y estériles. Súbitamente revela su esencia, su nuce atomístico: es un contrabando de fonemas, una salivación mau, una rumia falaz y hablante x sobre los puentes de la burocracia y los pasaportes de la mentira política. Bichos-lenguas que se deslizan sin prótesis ni gramática institucionales, sin reales ni peniques, apenas solos de lengua sobre el tamboril de la palabra amaneciente del chamán karaíva y su vuelo de yaguareté hacia la alucinación del Yvy marane’ÿ.
      Una neo-lengua que el visitante sospecha ser un mix del viejo español, que hoy ya nadie fala ni lee, y el más popular guaraní oral condimentado con la babel del mundo, hecho trizas por el cataclismo en los últimos años, lengua reliquia, idioma enciclopedia, coctel de fones y palimpsesto de grammas de una belleza frankensteiniana o arqueológica.

 

tres
      Guaraní

Paraguay «es un país multicultural y bilingüe», dice nuestra constitución actual, democrática. (El cliché extranjero sobre el Roa bilingüe: en la prosa de Roa luchan a muerte dos lenguas). Refleja toda nuestra esencia paradojal, eso de que somos una pluralidad, pero al final sólo son valoradas —por el Estado— dos de su más de docena de idiomas. El país es aún más bien bidimensional, bilingüe digamos, pero nuestra cultura es plural hasta el caracú, está saturada de una melting pot suculenta y sabrosa como un jopará campestre. Últimamente hay una valoración comercial del guaraní y el jopará en el cine nacional. Cómo llama la atención, en los países vecinos, sobre todo, que una lengua «inculta», no europea, vencida, sobrepasada por la tecnología occidental, siga tan campante en boca de unos sudamericanos extra perfil bajo y menguados a nivel internacional. ¡El enigma del guaraní del Paraguay! (Ahora se enseña en los colegios una gramática tan embolismática y difícil que los niños aprenden más bien a odiar el guaraní).

Siempre se pregunta: ¿qué tan vivo está el guaraní en la literatura joven paraguaya?
      El guaraní es un estigma. Una diferencia radical. Pero no en su pureza academizante y solipsista sino en su zibaldone y mix con el español, cuando se quintaesencia como jopará, o en el portuñol fronterizo, y en la propia movida urbana del porounhol (porou, coger, comer en guaraní).
      Un invento jesuita, un recorte artificial del habla de una variante del guaraní —en realidad de los tapes, subtribu avá, de la gran familia guaraní— investido, entronizado como lengua koiné en —lo que antaño se llamó— Paraguay, que incluía áreas de los actuales Brasil, Argentina y Paraguay —y aun de lingua universal por los reinos de España y sus eruditos jesuitas como Hervás y Panduro—, en suma, un habla local vuelta lengua general por motivos evangelizadores. Un instrumento técnico para evangelizar más fácilmente, especie de latín subtropical usado en las treinta y tres misiones, el guaraní actual no es más que la parodia de toda esa misa aburrida y claustrofóbica que tuvo su big bang —estalló postexpulsión de los curas del cuarto voto— en 1767.
      Nada de purismos de la lengua, picadito y machacadito como los yuyos para el tereré con el mal español —y el mucho peor de las lenguas imperiales como el inglés y el portugués subcontinentales— como se sirve en las mesas del tiempo comunicativo y en especial expresivo.
      El paraguayo aún es koygua, vergonzante de su natividad, su différance salvaje, no maneja aún cínicamente ideologías indigenistas como las de la Pachamama de Bolivia, Perú y Ecuador. Es provinciano, en suma, quiere escribir bien como un castizo peninsular o un relamido porteño.
      Eso ayudaría sólo a una inteligibilidad que es el centro del interés de las editoriales. Roa llegó a  mutilar y roer la cáscara dura del guaraní de su escritura para evitar incomprensibilidades y dar de comer sólo el español fofo de su escritura de miga de pan trincha mojado. ¿Pero a quién le interesa hoy la inteligibilidad, además de al Estado, a la filosofía analítica y a la computadora binaria?
      La neolengua surgida del jopará en su distintas variantes —portunhol fronterizo y porounhol urbano— asume la parodia del latín trucho, subtropical, mejunjeado por la evangelización jesuita y las entrega picaditas en la salsa picante y juky de sus textos, ofrece más pliegues y envaginamientos en su topología escrituraria que cualquiera de los castellanos hablados y escritos en Latinoamérica, es una anomalía de la cual se huye como de un demon o chupacabras. Paraguay es la Rumania de la América, pero sus vampiros no son sólo los archiconocidos dictadores, tiene también figuras interesantes, literariamente interesantes, como de la envergadura que ofrece el almacén de curiosidades de la historia argentina en el caso del brujo López Rega, ese Rasputín peronista, ese Richelieu espiritista, como lo es el demon socrático-susurrealista de Giménez Caballero, que en su destino paraguayo fungió de voz susurrante al oído lelo de Stroessner con chistes de la era franquista, para mitigar el canónico insomnio de los tiranos con su melopea verbal rizando las variaciones Goldberg de los neologismos y el estupor encantatorio de las palabras.

 

cuatro
      Tres ejemplos de porounhol: Kanese, Pou, Diegues. Y una parodia

Dos novelas de las llamadas intraducibles (Derrida) porque al mezclar dos o más idiomas ya no pueden ser vertidas a un idioma. Folisofía (1976), de Murena. Emergiendo del magma ontopoético del español primigenio, es un caleidoscopio de no-idioma único, salta de la fase protoespañol al español regional, catalán, romance, francés quizá, etcétera. La naranja mecánica (1962), Burgess. Maestro del jopará, novela que mixtura inglés cockney, ruso y romaní. Sousândrade: en O Guesa (1871) mezcla portugués e inglés. Mar paraguayo (1990), un coctel de portugués, español salpimentado de guaraníes. Martin Cererê (1928), de Cassiano Ricardo, yuxtapone portugués y tupí-guaraní.

Kanese
      Mara Vacchetta Boggino le pregunta a Kanese:
      ¿De dónde voce sacó esa palabra Temborewi, algo que significa también una especie de pija-culo o culo-pija?
      Kanese responde:
      La palabra no es temborewi sino temborei (pija al pedo, que no sirve). Temborei es parte del slang parakuachensis que se usa para significar —alegóricamente— que algo no sirve para nada. Hay también un dictum tie’y que dice (que está en Venenos, mi libro de 2005), iñaka oikeguivé el resto temboreima (traducción imprecisa al español sería: luego de que haya entrado la cabeza, el resto es pija inútil).

Un fenómeno llamativo: la cooptación hípster del último Kanese, explícitamente el Kanese asémico del libro Venenos para adelante.

La traducción de Bät Riting de Kanese al inglés realizada por David Shook:
      It’s not about writing poorly. Anyone can do that. It’s not about writing ugly. Almost anyone can do that too. It’s not about writing prettily. Any goludo-pelurdo can do that. It’s about not-writing (then I don’t exist). Writing to not say that we do (not) write for [the sake of] writing:::only to break the balls: just to put them in, to remove them, to not put them in-what?; to not ever take them out. Horror to the intellects. Very clear like water-and-rain.

Kribir Mäu de Kanese:
      No xe trata de escribir mal. Isso kuaskier pode. No xe trata de exkriwir feio. Tanveim isso poëde kase kuasi-kier. Nu se trotta de krivir lindu. Esso xí-ki pode quasquier goludo-pelurdu. Xi trutta de no-kriwi-wir (luogo non echisto). De kribir para non dechir ke (no) kribimos por ekriwir:::xôlo para romper as voylas: xôlo para meterlas, para xakarlas, para non meter-Kê?; para non xakar numka. Orror a las entelekias. Clarísimo como agua-è-yubia.

 

El ser de Kanese: curazao kastellano y guaraní paraguayo
      Jorge Canese, Jorge Kanese, Jorge K. o  kapitom Xorxe Kanese son nombres de los  múltiples avatares  que ha tenido que asumir para sortear los vaivenes de hierro de la monotonía que enrejan todo espíritu parawayensis como el de nuestro xapoetante poeta poxy a kien nos toca brevemente perfilar en estas líneas.
      Kanese simboliza en el Paraguay del siglo xxi la constancia de una beldía —más que beldad— sin causa explikable, la bola sin dirección prestablecida que los semáforos y zorro-grises intentan reprimir siempre sin poder jamás hasta hoy conseguirlo.
      Los stronistas lo zaherían o creían zaherirlo llamándolo de Kan ese en la radio oficial fascista, después lanzaron una fatwa sobre su libro Paloma blanca Paloma negra (1988), estuvo preso, sufrió el despertar postgolpista contra Stroessner, siguió publicando libros de poesía o narrativa divagatoria cada vez más porno-postvanguardístikas como a él le gusta definirse hoy (ver su interviú con Timo Berger en la revista Humboldt del año pasado), hasta alcanzar con Venenos (2006) y Tenworei (2007) ese estado poétiko llamado por Manganelli de encantatorio, una dinámica donde el signo rota sobre sí sin señalar ni deificar o deícticoizar a nada y nadie ya, apenas ser o existencia de burbuja solipsista perfecta donde su espíritu de trasgo se siente en una atmósfera de libertad lingüística preescolar, esquizolingual espacio donde se chocan como partículas subatómicas los fonemas del español y del guaraní, escamoteando una grafía más de las gramáticas tupís que de las establecidas por el portugués o castellano académicos que contrabandea.
      De la fatwa stronista de ontem al vacío de sentido actual, la po’esía (po’é es caída, acto donde uno sucumbe  a un desliz o error) o poxya (pochy es ira, enojo, furia), resumiendo su péndulo vital, Kanese llega a la petit y marciana península poblada de conejitas como un Hefner intonso y perevertido x el lenguaje subtropikal de los papiamentos y creoles brotados de los azimuts más galáctikos ke ecuatoriales.
      Tías, socios y seguidores del camarón.
      Que tengan un bon bón apetit! 

Cristino Bogado
      Lambaré, a quince minutos de Asunción, 22 de marzo de 2011
      Ya ha inyectado su virus filológico a: Leonce Lupette (argento-teutón) y Sargento Silva (correntino), que se autoproclamaron discépolos del Khan Esse (parafraseo positivo de la expresión peyorativa usada por la dictadura stronista contra el poeta, «el can ese», el perro ese).

 

Pou

Define Douglas Diegues:
      Édgar Pou es un poeta que habla la lengua rarófila de los hongos, de los pastos y playas de Areguá, la lengua de los abaporo’ús de Ñembylândia, la yopará lunfardezco y enkurupizado de guaranise el idioma-indioma de Rana Verde, el inglish del Mercado 4, el aváñe›ë de los Pomberos Tamaguxis, la lengua carnicera de los Aô-Aô, la jerga de los Kúrus que andam como cucarachas sonâmbulas, el guaranhol de los Paradisos Artificiales de Don Fernando de la Mora. Edgar Pou es vida nueva en la selva de la literatura paraguayensis. Hablar blablablás sobre su poesia neste momento em que sale de la tumba de las nadas el Pombero Tamaguxi seria traicionarle. Non vale la pena. Lo que vale la pena es leer lo que dice el Pombero Tamaguxi. Sus mentiras cortantes como navaja de caballo loko. Sus verdades mentirosas que non te deixam en bola.

Aparecido en Santa Muerte cartonera (2008), El Quinielero patafísico contiene uno de sus poemas más antológicos:

 

Chura chura chura (el churero en sidecar)

chura chura chura
      mondongo criptonita
      aleja chongos de capa y bombachita
      rompe azuza pubis peró
      viagrampa tétricos tembó puro output
      librillo amoratado turbará ese kangy furtivo
      que atenaza tu carnaza
      chinchulín pálido helicoidal
      chinchulín que encebolla
      la mansedumbre de tanto pasto muerto
      kü mátare sin responsos ni retórica
      mugidos de Spandau o de Riga
      ipokué misterioso — senderos perdidos
      hígado prometeico
      riñones desenfrenados
      chura chura chura
      perevy si te falta algo
      (un coturno, un desabillé, el na’ápe en tu punto G)
      y curarte esa fisura
      sana sana con pikana
      korazó tuyakué
      tripagorda selbagem
      bofe sin grisallas
      cuajo para el bienamado
      futuro kezito (do you like posición candado?)
      neike neike toro bola
      vade retro vare’á sempiterno
      koa hína ñande bezoar
      los 4 estómagos kele’é
      las metáforas jatebú
      las estrofas tembonë
      el ADN añarevikuá
      de la poesía del jopará

 

Diegues

Diegues piruetea entre Sousândrade y Bueno. Trajo un guaraní hurgado y cazado en los diarios Popular y Crónica (sus biblias del lenguaje) y otro erudito y enciclopédico, el del Ayvu Rapyta, cocteleados con la angostura, específico infaliubeu, del oportuno portunhol fronterizo, a la Asunción del 2007 cuando presentó por la indie Jakembó editores su Rocío:

el verano 2007 llega salbajemente y rocio es la reyna
      de las kolas paraguashas kontra el kangylon

Las Yiyis de Pilsen,
      en polleritas jeans desbotadas,
      cabellos negros luminosos,
      son hermosísimas Hadas
      de la Fauna del Amor Paraguayensis,
      pero Rocío es la que mais Impakta.
      La Vicerreina del Paraguay y las Yiyis
      que se empaparom com Crema de torta italiana
      en Punta del Este, son muy bellas y muy ousadas,
      pero Rocío es la que mais ti Chapa.
      700 millones en el pozo.
      che rembo remoi Milionario di berdadi
      Nim Miss Tanga nim Miss Tonga.
      Yiyi del Néctar de Yégua.
      Cumbia Kachonda.
      Karen festeja sus 15 anos
        en colorinche Noche Kaliente.
      Todas las Chicas que muebem las Kolitas son muy hermosas.
      Pero Rocío es la Mais perturbadora.
      En Katuetê desfilam hermosas quinceañeras.
      Es lindo encontrárle a uma amiga perdida.
      El Verano Paraguasho puede ser la Sukursal del Inferno.
      Pero Rocío es la rima Tetas y Miel con Queso.
      El Inbentor del Amor Amor le Inbentou a Rocío y las Paraguashas.
      Brócolis y Tomate ajudam a combater Males de próstata.
      Hacen la Elección de la eterna Kola matadora del Verano 2007.
      Rocío, obviamente, vence el konkursetti.
      El Sucesso es una Droga pesada y peligrosa.
      Cruzam el Paraguay unas Bolas Voladoras.
      Todas las Yiyis, mismo las feas, tienen sus Bellezas.
      Pero Rocío tiene la Kola yasiyatereízadamente Perfecta.
      Douglas Diegues, fundador de Yiyi Jambo (versión paraguaya de Eloísa Cartonera), entre otros ha editado a: Xixo Sá; Cada vez que ella dize x, del Capo Ronaldo Bressane; Transportunhol borracho, de Joca Terron; Dandy maká, de Cristino Bogado; Sonetos soretos, de Marcelo Silva, correntino, único argentino que ha publicado en portuñol selvagem.

 

Una parodia: Remigio Costa

Escribe Christian Kent:
      En 1969 fue publicada la novela corta El Añaraity sin ningún efecto en los cerrados círculos literarios de la época. En el momento en que fue recibida, fue también olvidada. Nos parece que hay en las obras olvidadas algo fundamental que, por alguna razón, el tiempo no ha sabido reconocer. Tal vez la sombra de los árboles más grandes no deja que otras plantas crezcan a su alrededor. Tal vez hay, en esa obra que no trasciende, un contenido tan oscuro, tan demoledor, que lo mejor haya sido barrerla bajo la alfombra.
      Encontramos en El Añaraity una singularidad de lenguaje que no existe en ninguna otra obra en los tiempos en que fue gestada. Remigio Costa se ve en la necesidad de crear un lenguaje nuevo, un pancracio lingüístico, una cópula desmedida de gramáticas dispares, para narrar las aventuras de su personaje, el malandro añamemby, en los suburbios de una Asunción controlada por el terror y la cárcel. A medida que este temerario personaje se mueve, avanza con él un nuevo lenguaje.
      El mismo autor habla de un “protoyopará”, análogo al protopunk de Los Saicos, a mediados de los sesenta en la Amazonia peruana. Al leerlo hemos descubierto, efectivamente, el eslabón perdido de la poesía yopará, del portunhol selvagem y del porounhol. No sólo por la curiosidad idiomática, sino por los valores que introduce esta literatura: una marginalidad mística, una mítica de suburbio, desde donde el anticristo criollo asume la misión de repoetizar (resignificar) el mundo.
      Encontré El Añaraity en la librería de Domínguez, abajo de viejísimas (y algo indecorosas) ediciones argentinas de Twain, de Hugo y de Balzac. Fue tanta mi sorpresa al terminar de leerlo que, gracias a mi finado amigo W.A., que todo lo sabe, logré contactarlo. Esta entrevista es del año 2002, el 13 de agosto de 2003 Remigio Acosta murió, la única mención de su muerte apareció en la sección de Exequias de abc, indistinta, igual a otras muertes de nombres que solo recuerdan los familiares.
      En su casa, un pequeño solar de abundantes plantas, en Luque, Remigio Costa nos recibió con limonadas y nos sentamos en la galería. Era un hombre alto, encorvado más por su increíble altura que por los años, llevaba un par de lentes incongruentes que aumentaban el tamaño de sus pequeños ojos y un sweater con el dibujo de un lobo siberiano. Chasqueaba la lengua para hablar, pero la fuerza de sus palabras, la precisión de sus ideas, eran las de un hombre en la plenitud de sus años.
      El Añaraity es un precedente único, insólito para los años 60, de la escritura del jopara que aparece mucho después, a mediados de los 90, con el Mar Paraguayo de Wilson Bueno.
      Sí, leí a Bueno. Su Mar Paraguayo es una rareza, una joya. Nadie me leyó a mí, pero yo leí a todos: a Canese, a Diegues, a Bogado, al domador de Yakarés. Y sí, se podría decir que El Añaraity es una especie de protoyopará. Hay una irrupción de la tercera lengua en la literatura de entonces, lengua irreverente, maleducada, que no se resigna al molde de una gramática y que dice cosas que jamás podrían decirse en un castellano claro, castizo y correcto. En el 73 aparecieron los Monólogos de Appleyard, pero para mí es basura; el lenguaje de los Monólogos es el de un burgués que quiere imitar, malamente, desde una silla demasiado cómoda, la riqueza de la lengua popular. Se come las eses, usa algunos trucos sintácticos, pero no pasa de ser, como dice Meliá en el prólogo, «un elogio de la jerigonza». Mi Añaraity apareció en el 69, nadie lo entendió, tal vez eso me haya salvado de la cárcel              l

            Del libro Subimperialismo brasileño y dependencia del Paraguay, de Cecilia Vuyk, Asunción, 2014, p. 57.

      Lamentablemente, aún no se han hecho públicos los resultados del Censo de Población y Vivienda de 2012 .

      De la monografía La literatura en jopará como posible reforestación del guaraní, de Sebastián Goyeneche, uba, 2013.

      En «La palabra es de los libres», de Delfina Acosta en ABC, 16 de marzo de 2011: abc.com.py/edicion-impresa/artes-espectaculos/la-palabra-es-de-los-libres-232885.html, consultado el 6 de junio de 2017.

      Del libro La hora de San Blas. Un estudio psicoanalítico del Paraguay, de Mara Vacchetta Boggino, Asunción, 2014.

      De «David Shook on Translating Bät Riting, by Jorge Canese — Asymptote», en asymptotejournal.com, 16 julio de 2016: asymptotejournal.com/criticism/jorge-canese-bat-riting/, consultado el 6 de junio de 2017.

      Del prólogo al libro P3F, de Jorge Canese, Cartonerita Niña Bonita, España, 2011.

      Del prólogo al libro Pombero Tamaguxi, Asunción, 2008: felicitacartoneranhembyense.blogspot.com

      De «Entrevista a Remigio Costa, El Añaraity: Eslabón perdido del yopará», por Christian Kent, en El Guajhu, Asunción, 2016.

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