(Guadalajara, 1963). Autora de Sigilosos vuelos epistemológicos en Sor Juana Inés de la Cruz (Ed. Iberoamericana / Vervuert, 2007).
Suspendido
Me asomo a la orilla columbro un abismo mientras tanto ella cuelga de una roca un juego incomprensible estiro la mano el equilibrista transita una y otra vez de la punta filosa de la montaña a la otra la frente enhiesta carga un cuadro paso a paso lentamente midiendo con la punta de los dedos el hilo avanzar el regreso es el mismo pero ahora lleva una silla con los brazos entreabiertos una y otra vez de una punta a la otra imposible discernir desde esa sima vapores musgos un río al fondo caracoles ecos o más bien silencio la transparencia de las aguas el viaje sucede cada noche hacia esas alturas las piedras sostienen el camino sin embargo el peligro es despeñarse caer del hilo aunque la mirada busque conocer con la ligereza del ave vuelve el equilibrista sobre el acantilado sin mirar en sus caliginosas faldas celajes, colores y misterios.
El tallo doblado sobre sí mismo
Ya no pude alcanzar con la mirada o el tacto esas modulaciones fugitivas incendiadas naranjas, rojos terciopelos delicados en las puntas las orillas desbordadas florecidas encajes transparentes con la delicadeza de la gracia hacia la luz ya no pude alcanzar con el tacto la mirada ese florecimiento giratorio enhiesto desfogado en una pirueta tenue hacia arriba sinfonía escarlata cantos murmuraciones ya no pude alcanzar veo mi mano y en ella se transparentan las rugosidades de esos pétalos caídos ennegrecidos sucesivo hundimiento enroscada en su nada cada vez más nada busco con la mirada la tensión de la vida me encuentro con la opacidad en su caída gradual hacia el polvo destejiéndome cada momento las venas se aflojan como ríos agotados un erial duerme sin poder despertar la piel dormita incesantemente hacia el no ser como esos pétalos ya sin extensión confinados en sí mismos de tonos desvaídos púrpuras ya sin forma en el suelo el tallo doblado sobre sí mismo se entrega poco a poco a la desaparición.