Poemas / Temsula Ao

Cielo y tierra
Palabras vacías éstas,
alardeadas denominaciones sin localización
y destinos declarados
sin mapas carreteros.

No pueden llamar suya ninguna geografía,
no pueden corroborar ninguna historia,
sólo astutas insinuaciones
que juegan en las mentes ingenuas.

El cielo es para mí
donde mi corazón palpita
y la tierra, ese ambiente
donde debería crecer.

Pero el cielo, tú dices
es donde no es tierra
porque tú insistes
que no van juntos.

Y entonces, ¿quién identifica el espacio
y distribuye el tiempo
para los des-ubicados
cielo y tierra?

¿Es la geografía o la historia,
o los mismos viejos vendedores de palabras
que escupen más sofistería
para acosar,

y perseguir
a caminantes aturdidos
como tú y yo, que buscan
el cielo en la tierra vacía?

 

No hay palabras adornadas para esto
No puedes ni empezar a articular
lo que pasa entre ellos en la noche oscura
sobre las duras tablas del catre
apostado junto al fogón central
que acumula hollín, y es anfitrión
de ritos primordiales.
Él la monta en la humeante oscuridad
para poder enfrentar a sus colegas
ante la dura luz del día,
para ella, el peso sobre su cansada complexión
es su única confirmación
del eterno plan.

El lenguaje,
y su palabrería,
no alcanza para explicar
el encanto de la médula melosa
que ha poblado al planeta y
propulsado sus vidas por milenios.

Las ejecuciones de la urgencia innata
se logran con espontánea complicidad
cada una en la agonía
de mundos separados
como actores que ensayan
gesticulando sus papeles.
No busques palabras adornadas,
ni siquiera amor, para colgarle
a esta antigua obra,
pues ninguna lengua puede explicar nunca
esta innata esencia
y su compulsiva insistencia

En el encuentro que los mezcla
en la acogedora oscuridad de las noches
sin rostro sobre las duras tablas
del antiguo y enhollinado catre
que se mece mudo con el llamado
de la irresistible certidumbre.

 

Palabras al muerto                                        
Últimamente, mi muerto ha invadido el espacio de mis sueños
asaltando mi plácida vida con recuerdos
de vieja traición e incesante furia.

Recuerdo que la abuela dijo alguna vez, «no es bueno
soñar con los muertos», «por qué», pregunté, «porque», dijo,
«algo malo les ocurre a los vivos».

Pero no es por esta razón que resiento
esta intrusión: es la simple audacia de que él
aparezca y se vea tan joven y cortés como lo era entonces.

Cuando él sabe que ahora las arrugas reinan en mi cara,
una conmoción de gris blancuzco adorna mi cabeza
y otro duerme a mi lado.

¿Cómo puedo dirigir mi furia hirviente
a la evocadora imagen de su confianza masculina
que en mi juventud siempre había prevalecido?

Entonces recuerdo que la abuela también dijo
«las palabras invariablemente encuentran sus blancos porque
ellas tienen también un espíritu propio».

Así que mando estas palabras a este espectro, esperando que
sus espíritus también atraviesen la brecha
y le digan al muerto que se mantenga fuera de mi vida.

Tal como lo hice ese día de primavera cuando
lo ahuyenté de mi puerta
donde se paró con un ramo en las manos

y la traición regodeándose en su cara sonriente,
pero mi determinación se mantuvo constante
porque el perdón se había ido de mi corazón.

 

Él se quedó afuera, no sólo de mi vida,
sino también de la vida en sí, dejándome
una patética nota acusatoria.

Y esa engañosa cara de antaño
ahora debe ser desterrada de nuevo
y el espíritu de mis palabras deberá insistir.

Que no puede haber transporte entre los vivos y los muertos;
que espere mi turno en la eternidad, y entonces si lo desea
que se atreva a proferir su voluble corazón

a esta despiadada nueva entrante
en la tierra de todos los muertos
cargada de recuerdos.

Versiones del inglés de Héctor Ortiz Partida

Heaven and Earth
Empty words these, / vaunted designations without locations / and avowed destinations / without road-maps. // No geography is theirs to claim / or history to affirm, / only clever innuendoes / that play on gullible minds. // Heaven for me is / where my heart throbs / and earth that clime / where it ought to thrive. // But heaven, you say / is where earth is not / because you insist, / they do not belong. // So then, who identifies the space / and apportions the time / for the mis-located / heaven and earth? // Is it geography or history, / or the same old word-vendors / spewing more sophistry / to harass, // and hound / befuddled wayfarers / like you and me, seeking / heaven on a vacuous earth?
           
No Fancy Word For This
You cannot even begin to articulate / what passes between them in the dark night / on the hard planks of the cot / stationed by the central hearth / gathering soot, and hosting the performance / of primordial rites. // He rides her in the smoky darkness / so that he can face his peers / in the harsh light of day, / for her, his weight on her tired frame / is her only validation / in the eternal scheme. // Language, / and its verbiage, / is inadequate to explicate / the lure of the honeyed marrow / that has peopled the planet and / propelled their lives over millennia. // The enactments of instinctual urgency / are achieved with effortless complicity / each in the throes / of separate worlds / like some practised actors / miming through their roles. // Do not look for any fancy word, / not even LOVE, to hang / on this ancient play, / for no tongue can ever explain / this innate essence / and its compulsive insistence // On the tryst that melds them / in the cosy darkness of faceless / nights on the hard planks / of the ancient soot-encrusted cot / mutely swaying with the call / of the irresistible thrall.

Words to the Dead
Of late my dead has invaded my dream-space, / assaulting my placid life with reminders / of old betrayal and unceasing rage. // I remember grandmother once saying, ‘it is not good / to dream of the dead’, ‘why’ I’d asked, ‘because’ she said / something bad happens to the living’. // But it is not for this reason that I resent / this intrusion: it is the sheer audacity that he / should appear looking as young and suave as he was then, // When he knows that now wrinkles reign on my face, / a shock of grey-white adorns my head / and another sleeps by my side. // How can I direct my seething anger / at the haunting image of his male confidence / which in my youth had always prevailed? // Then I remember grandmother also said / ‘words invariably find their targets because / they too have a spirit of their own’. // So I send these words to this spectre, hoping that / their spirit will somehow traverse the divide / and tell the dead to stay out of my life. // As I did on that spring day when I / turned him away from my door / where he’d stood with a bouquet in his hand // and treachery gloating in his smiling face; / but my resolve had stood unrelenting / because forgiveness had fled my heart. // He did stay out, not only of my life, / but out of life altogether, leaving me / a pathetic accusatory note. // And that specious face of old / has now to be banished once again, / and the spirit of my words will have to insist // There can be no truck between the living and the dead; / let him await my turn at eternity, then if he so desires / let him dare proffer his fickle heart // to this unforgiving new entrant / into the land of all the dead / burdened with memories.

 

 

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