Poemas

Rodrigo García Marina

Madrid, 1996. Su libro más reciente es Los prodigiosos gatos monteses (Letraversal, 2023).

LA POÉTICA EXIGE UNA IMAGEN ENSORDECEDORA Y PRECISA BAJO UNA FORMA ADECUADA

El mío novio esnifa caballo mientres un mozo del partido comunista fóllame sobre el sofá de su abuela recién fallecida.
UNA DOLOROSA NEGACIÓN

Fui un hombre ebrio en tantas ocasiones, sin embargo, no,
no fui la ebriedad. No fui hermoso, al menos no
siempre.

¿Recuerdas aquella tristeza desgarradora mientras discutíamos
diste un portazo contra mi cuerpo ya antes herido? No.

No fui de cocaína desvergonzado, vivaz ¿una ratita endemoniada?
opulento, soberbio, infinitamente conversador
al final hubo silencios
conversaciones que te aburrirían, banalidades, aspectos médicos.

No fui un coño de heroína un polvo hipnotizante e inodoro, no
te honré no imploré tus llegadas como la madre de un marinero, no
sería la invocada y verde piel de los drogados, no sangraría no
armé al valor, no di importancia a los gestos, no vacilé
como un arbolito temblón en decirte el asco que me produciría (…) no
fui lo obtuso de la keta, embotados en la nube perenne del noviazgo
no era fumable, no te enseñaría a bailar y al final no
querría bailar contigo (aquellos pasos tan torpes y desgraciados…) no
fui la limpieza, el olor a nadura de las primeras veces, la blanquitud
de un misterio, nunca diseñaríamos nuestros propios juegos de mesa
no arrancaría los hierbajos, no cedería ante caprichos, no tendría ganas
de estar en esta ciudad, en la cueva obscura que habitabas, no leería
tus libros favoritos, no asentiría ante cualquiera de tus vanidades
de encocado. Sólo porque se tratara de un amor no aceptaría la inconsciencia.

La sobredosis ajena que tanto te afeaba: parecías un monstruo dormido.

Y no fui añejo, ni amargo, ni absolutamente incólume como un vodka
con hielo, ni mucho menos afrutado, o burbujeante, o la centella
silenciosa y prematura del aviso de muerte (aquello se moría y se mor-
dería la lengua sonrosada no fui los tres pasos que unifican el rito del tequila).

No tuve ganas de organizar juntos las últimas vacaciones.
No aceptaría cómo abandonabas a tu gato, a tus amigos, a tus geranios
—crecerían solos— por una montaña añil donde posar tu turulo plateado.

Al final de todo, no era lo suficientemente interesante,
o sexual, o profundo, o voraz ¿un fuego?

Fui un hombre ebrio en tantas ocasiones, sin embargo, no,
no fui tu ebriedad.
CHEMS

Cerré los ojos y pensé: mmm… este
chico que lo hace tan suave podría estar horas,
el segundo que dura una rama rota, toda una vida
con su rabo en el adentro de los pensamientos pesantes,
un mar abierto ¿un libro? y si no por qué
lo que seríamos juntos: el invencible coloso, todo lo que sobre el cielo
se dibuja… y ¡qué rico huele el popper! y ¡qué rico se tambalea!
que si tiembla la mandíbula, que si la nariz empolvada,
que si esto es el amor.

Abrí los ojos estaba la cocina hecha mierda,
un montón de desconocidos desnudos fumando en la habitación,
desfiguradas las cortinas, una mascota muerta de miedo,
latas pisadas por el parqué, pollos abiertos sobre el espejo de mi madre.
Un jovencito lloraba desconsolado en el sofá.
EL SUJETO POÉTICO EXPRESA SU ATAQUE DE CELOS EN VOZ ALTA

Hede repugnante, da miedo y se tambalea, un asco que alucinas, tan perfecto no será si tiene ese carácter en ocasiones violento, todas sus conversaciones [aquellas que creyó interesantes, lúcidas, oportunas] fueron palabrería, puro ornamento instruido de papá. Tiene lo que viene siendo poquita gracia, atosiga a cualquiera, pierde la belleza de lo sereno, nunca se queda en el tremor del amaneciente, destroza vidas, amorata rostros amados, tira puertas a puñetazo limpio sólo por la neblina que turba el juicio. Forja falsas amistades que después no acuden al hospital o al entierro, que jamás encuentras en el milagro de la sobriedad. Trepana la luz de las pupilas, dice haber creado genios a los que conduce a su moridero; ninguna reflexión acerca de Él merece realmente la pena. Envenena las manos que acarician, agitan el sudor frío y repelente de los babosos, deforma la tripa.
Enferma las lenguas que ya no besan ni pronuncian, arremolina el cerebelo, crea espejismos hacia donde todos los borrachos miran mientras creen ser salvados y apestan a su propio orín.
ASÍ ERA EL TERRORÍFICO AMANTE DE MI AMADO

Perfecto.
Él era perfecto.
Más alto, frío, ¿masculino? siempre esperaba
escondido entre los armarios
adorando ser venerado, participó de todas
las conversaciones. Su presencia tenía un precio.
A veces, casi nada.

Al principio sólo aparecía los días de fiesta
esparciéndose entre la multitud como un aroma.
Arrastrábanse las hormigas por los brazos mojados
de los juerguistas. Ponía a todo el mundo de buen humor.
Engatusó a varios hasta altas horas de la noche
obligándoles a compañías azarosas
con tal de negar la evidencia: se habían quedado solos.

Se presentaba en casa
por sorpresa
cuando preparabas un buen arroz.

Más tarde volvió entre las sombras del plenilunio
titubeando quedarnos los tres un ratito más. Era
porque pedía que lo echaras, al final estaba él
Él, los somníferos. Enfureciste.

Le aupé hasta el lecho temeroso ante la posibilidad de
verle caer inconsciente y tropezar con cualquier cosa.

Se reía en voz alta.

Escuchaban sin mí Héroes del Silencio,
Janis Joplin, Led Zeppelin. Charlarían
sumidos en la impasible noche
conjuras de noche
no debía asustarme si gritaba consigo mismo
solo. Estaba todavía aquella botella intacta.

En alguna ocasión, siempre bajo su hechizo,
profirió con total seguridad: tú no lo entenderías.
Yo no lo entendí.

Se hizo con las tardes y con su soledad.
Despertaba a las seis de la mañana para ir al trabajo
y ellos seguían allí, rodeados de litronas vacías
con los ojos perdidos en un texto, embriagados
por el hedor de su saliva ahora tan súbitamente dulce,
sus manos marchitas meciéndolo en una danza no iluminada.
Aparecía por sorpresa y se avergonzaba ante el desastre de latas,
los turulos, los vasos rotos. Ambos pedirían que esperara en la calle.

Lo consiguió.

Que perdieran todo sentido los paseos sin rumbo
las razones para reírse, las comidas acompañadas de agua.
Agrietaría sus arrugas, volvería alopécicas las sábanas
suplicando como un bebé sexo a altas horas de la madrugada.

Él que era perfecto nos observaba en silencio mientras
tú despedías nuestros objetos preciados por la ventana,
y doblabas la ropa entre aquellas botas horrendas de cuero
y abandonabas el país,
decías adiós.
A VECES SUCEDE CON EL SEXO QUE SE

Multiplica, precede a una vida, colecciona, corrompe a los cuerpos, se practica con los pies, pervive gracias a los efectos de las drogas, cambia, se estropea, tararea, huele, se asume como un imperativo, mecaniza, cambia de edificio, escucha entre las paredes, se vuelve silencioso, repta, atrapa, devuelve la peor imagen de uno mismo, se hermana con el maltrato, vive con ilusión, se utiliza como excusa, desaparece, se hace a cambio de dinero, petrifica con los años, suaviza, busca precipitadamente, se aprisa, se atora, muta en gustos, banaliza, forma parte de un esquema vital, prefiere ciertas horas o estaciones, se realiza en grupo, observa, enajena, se enfrasca en lo de siempre, cede, edifica algo eternamente bello, se vuelve primordial, se sobrestima, sugiere algunos problemas más o menos serios, tiene un sabor dulce y amargo, contradice a las decisiones, busca sin éxito, adora, se desata durante un vuelo, convierte la pornografía, comparte con un amigo, da pie a no volver a saber nada de él, agota, se calcula como el ejercicio diario, estigmatiza, propaga pústulas dolorosas y exantemas, se articula dentro de un discurso amoroso,
se acepta como moneda de cambio de otra cosa, se confunde con estar enamorado, disgusta, nos vuelve frágiles ante el compañero, se apaga.
A veces sucede con el sexo que se apaga.
y se apaga.
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