Poemas / Pascale Petit

Retrato de mi padre como aficionado a las aves

El hombre con un aviario —el único
al que siguen los gorriones mientras arrastra sus pies,
ayudándolo con las caricias de sus alas.
Aquél a quien un ruiseñor da serenata
sólo porque sufre, ése es el padre
que elijo, no el hombre
que clava puntas al rojo vivo en sus ojos
para que sus canciones se escuchen por millas.
No es del tipo que ata sus alas. No.
El ruiseñor de mi padre languidecerá por él
cuando muera. Mi papá
con un chipe en cada hombro
y un pardillo en su cabeza, el solitario
al que incluso los cuervos le parlotean.
Él no corta los nervios de sus lenguas
para que canten más dulce.
Cuando el camachuelo de mi padre
tiene un mal sueño, sólo su voz puede calmarlo.
La abubilla se calienta en su estufa.
Salta en el aire cuando él se levanta
y se frota el pecho contra su cara.
Puede saber de qué humor está él
con una sola mirada y elevará su cresta
con alarma si Papá lucha por respirar.
El pinzón de mi padre puede traerle
todas las canciones del bosque.
Él no pega sus párpados
para que cante día y noche.
No hace que los canarios trinen tan fuerte
que las ramitas de sus pulmones estallen.
Estoy segura de esto, pienso que soy sólo
una onza en su puño.
De Fauverie (Seren, 2014)

 

Hormigas bala
Imagina, dice mi padre, cómo sería si
hubieras crecido conmigo. Cuán rápido

obedezco, entrando a la cabaña de los mayores
donde él es el maestro del rito. Está saqueando

los nidos donde las hormigas hembra trabajan, sus manos
llegan profundo en sus cámaras. Él requiere

cada cazadora para la esterilla de mimbre —mis Dianas—
sus tórax atados, piernas y antenas moviéndose.

Oh, las de las pinzas de garfio, mis amazonas,
sus mandíbulas que pueden arrastrar a una

avispa halcón por el sendero, que pueden llevar una gota
de agua a su reina sin derramarla.

Lo siguiente que hace Padre es sumergir la esterilla
de hormigas en una infusión luego sopla humo de cigarro sobre ti.

Puedo oír cada clic de su armadura,
el zumbido comunitario elevándose en un aullido,

el estímulo de las feromonas como el crujido del fuego
cuando él las presiona contra mis pechos nacientes

y doscientos piquetes se me clavan al mismo tiempo.
Imagina, dice mi padre. Y lo hago.

De Fauverie (Seren, 2014)

 

Lo que el agua me dio (vi)
Así es como es al final:
yo, tendida en mi baño
mientras las aguan rompen,
mi piel reluciente con el amnios,
rayos de luz estelar.

Y las aguas siguen rompiendo
mientras yo doy marcha atrás a mi cuerpo.

Mi vida danza en la superficie plateada
donde el cacto florece.

El techo se abre
y yo floto en llamas.

La lluvia me aguijonea como espinas. Tengo un velo de vapor.

Me siento, rígida, mientras los rayos de sol me abrazan.

Agua, eres un lazo en el vestido de novia
me resbalo de cabeza, dando a luz a mi muerte.

Te llevo ajustadamente mientras ardo,
no me hagas regresar.

De What the Water Gave Me: Poems after Frida Kahlo (Seren, 2010)

Versiones del inglés de Luis Alberto Arellano

Portrait of My Father as a Bird Fancier
The man with an aviary — the one / sparrows follow as he shuffles along, / helping him with caresses of their wings. / The one a nightingale serenades / just because he’s in pain — that’s / the father I choose, not the man / who thrusts red-hot prongs in their eyes / so their songs will carry for miles. / He is not the kind to tie their wings. No. / My father’s nightingale will pine for him / when he dies. My Papa / with a warbler on each shoulder / and a linnet on his head, the loner / even crows chatter to. He does not / cut the nerves of their tongues / so they will sing sweeter. / When my father’s bullfinch has a bad dream / only his voice can calm it. / The hoopoe warms itself on his stove. / It leaps in the air when he wakes / and rubs its breast against his face. / It can tell what mood he’s in at a glance / and will raise its crest in alarm / if Papa struggles for breath. / My father’s chaffinch can bring him / all the birdsong from the wood. / He does not glue its eyelids / shut so it will sing night and day. / He does not make canaries trill so loud / that the tiny branches of their lungs / burst. I am sure of this, though I am just / an ounce in the fist of his hand.

Bullet Ants
Imagine, my father says, what it would be like / if you’d grown up with me. How quickly // I obey, entering the elders’ hut where / he’s the master of ritual. He’s plundered // the nests where girl-ants work, his hands / deep in their chambers. He’s strapped // each huntress into the wicker mat — my Dianas — /their thoraxes tied, legs and antennae waving. // O hook-clawed ones, my Amazons, / your jaws that can drag a hawk wasp // down the path, that carry a water drop / to your queen without spilling it. // What Father does next is to dip the ant mat / into a brew then blow cigar smoke over you. // I can hear every click of your armour, / the communal buzz that soars to a shriek, // the rouse of pheromones like the crack of fire / as he presses you against my growing breasts // and two hundred stingers stab in unison. / Imagine, my father says. And I do.

What the Water Gave Me (vi)
This is how it is at the end — / me lying in my bath / while the waters break, / my skin glistening with amnion, / streaks of starlight. // And the waters keep on breaking / as I reverse out of my body. // My life dances on the silver surface / where cacti flower. // The ceiling opens / and I float up on fire. // Rain pierces me like thorns. I have a steam veil. // I sit bolt upright as the sun’s rays embrace me. // Water, you are a lace wedding-gown / I slip over my head, giving birth to my death. // I wear you tightly as I burn — / don’t make me come back.

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