Poemas / Niní Bernardello

    
     Cómo viene sin dudar el caballo de Troya
     a comer de mi mano ahora que estoy
     tendida en un manto de púrpura veneciana
     mojado por las aguas del Atlántico fueguino
     y se enlaza a mi sueño un llanto augural
     de trenza deshecha, de morral caído.
     Me cobijó tu vientre durante años y
     viví sola en la oscuridad de un relato
     propio, obsesivo, sin ecos, sin nadie que
     alzara su voz para llamarme
    
    
    
     Gaviotas
    
     Lo que termina cae en su principio
     abriendo las garras y el pico
     con la indecible dulzura de eso
     imperceptible que vibra bajo los párpados:
     anuncios de que lo amado muerto vuelve
     acaso porque sabemos que lo que termina
     cae en su principio y retorna
     abriendo sus alas y el pico y las garras
     con la indecible dulzura de eso
     imperceptible que tiembla bajo los párpados

                gaviotas

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