(San Salvador, 1955). Estos poemas forman parte del libro Voladero (*Asterisco Editora de Poesía, 2018).
TIJUANA ABRIL 8 EN DÍA NUBLADO
De la vida, advirtieron con libros medio abiertos o sin ellos
descarté refranes
descarté moralejas
descarté hostias
y fui a la urdimbre de los días, a los torbellinos de la calle y caminos
y aquí estoy:
Caminé bajo arcoíris repentinos, bellísimos como azulejos del cielo,
vi brotar el agua de manantiales de la tierra y bebí,
me vi en pasillos diáfanos con macetas a los lados,
me vi en callejones sospechosos de lo humano y salí con vida,
en las esquinas encontré a los moralistas espirituales,
a los insurrectos y salí librado de la guerra y me duelen los muertos.
Después encontré a los intelectuales hablando frente al gran público:
hablaban para acentuar su elocuencia acerca de:
las elucubraciones de Borges y Neruda
y de las rutas de Don Quijote y bostecé cansado
y me despertó la imagen de Guevara en La Higuera,
Guevara con los ojos abiertos de la muerte
como que no creía su muerte,
mirando siempre profundo al horizonte y a la vida
al escribir esto estaba en la calle y por destino mío:
caminaban frente a mí como cien niños en fila india,
caminaban hacia el teatro,
el día había sido lluvioso, nublado, casi repetido
y ellos como otro arcoíris repentino aparecían ahí
estaban en el teatro: sonreirían emocionados, los harían callar...
la función habría comenzado.
Quise confundirme entre ellos, ser uno de ellos, estar ahí entre ellos.
De la vida me advirtieron y apenas advertí
Me solté de la fila de los niños, me extravié y me extravié,
y continúo aquí, aquí, en la otra fila.
ESTAMPA DE CIUDAD
Es Negrete y Segunda
circulan carros por todos lados,
en una de las esquinas, junto a la pared, sobre la banqueta
a pocos metros del puesto que vende tacos de pescado
una cruz de madera, plantada ahí
dice en uno de sus maderámenes:
«Julio Alberto, 14 de junio 1979-sep. 14 /2016»
en derredor cuatro veladoras:
una de la guadalupana, de San Jorge
otra de un Corazón de Jesús y de San Judas Tadeo,
un bote vacío, de aluminio, de Tecate light
y esas cuatro veladoras que aún no apagan su flama