Poemas / Julio Castelló

Luego bajé las dos maletas despacio por la escalera y salí a la calle.
Juntas pesaban tanto como un hombre.
Paul Auster, La trilogía de Nueva York

tus manos me deshacen
entre líneas
insomnes
me susurran
secretos
me conocen y me afirman
vienen van
entre lágrimas robadas
y yo callo
me arrimo a tu paréntesis
me agarro al clavo ardiendo de tu carne
rescatada
me inclino ante lo oscuro
me aferro al súcubo admirable
al ángel
que socorre la tierra derramada
al inmenso dolor reconfortante
de atravesarte a ciegas
inconsciente
trascendido de ciencia y alegría
solo instante
       capaz de penetrar
noche
vacío
espera

dotarlos de humildad y contención

porque esta es la poesía         expresa nada
y este el alto silencio de tu cuerpo

 

sueño
                  y siempre es tu cuerpo
el que mis alas rompen
y gimes a mi lado
como una catedral de teca indómita
recinto consagrado
fuente lúbrica

si despierto arderá tu roce de algas
ese dédalo oscuro
que amuralla y condensa
dos mundos frente a frente labio a labio
cuerpo a cuerpo
dos orbes que se observan
dos planetas en celo
                                                      y su catástrofe
despierta y asumida

deseada

 

(teoría y práctica del desasosiego)

no importa que sonría
he perdido la luz

llevo sobre los hombros
un ángel que mastica su caída

si al menos derrotado

pero no

suspensa la mirada mansa del leopardo
no he sufrido el desgarro de la piedra
ni la persecución del fuego
ni el desahucio

errante es el dolor del que habla solo
pero no vagabundo ni fugaz
permanente el delirio el hierro anclado
periplo circular silencio absorto

parece que dijera que parece

(dijera que perece y pereciera)

 

Ulises se detuvo a decidir
si Circe o bien Calipso
                                                          ni un momento
dudó
                  dio media vuelta
                                                      y se arrojó
por la borda al encuentro de la más
dulce muerte entre dientes de sirena

Penélope yacía desatada
hace días en brazos del aedo
que eternizó su nombre y sus destrezas
ejemplo de mujer fiel a sí misma

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