Poemas

Diego Alonso Sánchez

(Lima, 1981). En 2016 publicó el poemario Pasos silenciosos entre flores de fuji (Paracaídas Editores).

Playa de Arica

Hay cosas que atañen a los dioses 
como la inmortalidad,
                     el agua,
       la probidad del espíritu
                                   y el cosmos.

Otros son asuntos humanos, 
       como el cuerpo.

Entonces, tomo aliento antes de decir 
        nada
sobre tus cabellos, 
        tu respiración
                         o tus dedos sepultados en la 
                                            arena.

Así, derrotada por un sol líquido, 
                         duermes,
y nada te vulnera.
Ningún secreto se devela en este 
      ejercicio ciego.
Pero ante tan poco, divinamente, 
inevitablemente,

salta el poema.


1997

Un pequeño foso
en los arenales de Villa El Salvador.
El médico forense
mide con los ojos el paisaje;
ya no excava, sólo apunta con el índice 
lo que debajo de nosotros
se vuelve imperecedero.
Se acordona el área
pero a poca distancia un grupo 
de arqueólogos
es desalojado por la policía.

El forense le pide a su practicante 
que escriba:
«todo en el Perú son cadáveres por descubrir, 
la misma metáfora desenterrada».

El oficial a cargo del levantamiento 
nos manda a callar
con una mueca ridícula:
el testimonio de un mototaxista
—que casualmente pasaba por ahí— 
es más importante que los huesos 
calcinados, todavía humeantes.

El practicante vuelve a anotar:
«dos pernos en la tibia izquierda 
de una fractura reciente».
Una ligera brisa hace temblar 
las bolsas de hule.

El fiscal firma el acta
y se cargan los restos en una camioneta.
El forense ve por última vez el horizonte
y se pregunta cuándo perdió valor la poesía. 
No hay nada más que agregar,
nada más que agregar.
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