Poema / Amado Peña

Ayer recordé una imagen pero no sé de quién era / Tengo dos lagos en la cara / a veces uno alimenta al otro / la sombra de un ave pasa / me di cuenta que era un periódico tendido en el aire / tantos miles de muertos, decía / muerte en las fronteras, decía / anochecía y las calles estaban desiertas / en contra de la gravedad me los llevé hacia adentro de la ciudad que es lo mismo que decir que me los llevé hacia el centro de la noche / pero no había ciudad / sólo espacios abiertos y luego uno que otro edificio / que bien pudieran alimentar su estatura con uno y otro a la distancia / una parvada los conecta con sus sombras y sus ojos encendidos / recuerdo en la foto una forma humana / tal vez un niño para ser más dramáticos / un forma humana que se diluía por efecto de un riachuelo donde el periódico descansaba

       
      Entre espacio y espacio hay un espejismo / de edificios / hay un espejismo de mirlos o rosas negras en rocío / puede que no sea un espejismo sino el reflejo de dos lagos bajo un cielo escampado / o tal vez el espejismo sea la sombra de un galope perdido, es decir, un galope sin su equino / leí que el futuro es el establo de donde parte el miedo / por eso me siento en la banqueta a ver flotar dos trasatlánticos en una nada de agua / como soles ahogados / a esperar un potro sin aliento que pensaba alcanzarme antes / en resumen, una fábula
       
      Pero lo que más recuerdo es esa imagen / la trayectoria que deja la información se abre y se cierra en el mismo instante en que el objeto se traslada / polvo de Israel / tal vez de México / no un polvo cualquiera / ni el muerto entre los sexos / eso sí, húmedo / un polvo olvidado entre fuentes vacías / esa palabra entre los dientes / era un polvo verde que recordaba su madera o su pierna / la boca un manantial muy cerca del ano / un espejismo, claro, claro / digámoslo así / había fiestas al degollar el cielo y bañarnos en la sombra de su sangre

 

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