Nada  hay en el mundo que dure toda una vida.
   Ni el tiempo siquiera puede vivir más de un segundo.
   De esto está hecha la vida: de espacios mudos
   que al hablar encienden llamas, llamas que expiran.
Ni el aire ni el agua de los ríos es la misma,
   el aire viene y va lejos, muy lejos… camina…
   el agua fluye, cae de mis ojos y, sin más, se difumina.
No es perenne la rosa, al abrir se marchita,
   ni es eterna la noche, al salir el sol, la ilumina…
   No lo es aquel dios cuya vida cada noche termina
   con el hígado entre las fauces de una bestia maldita…